¿Nos hemos planteado el estado
emocional de su intimidad, correspondiente a esas personas que, en el ejercicio
de su actividad profesional, a diario nos hacen reír, reflexionar, distraer,
soñar, dinamizar, comprometer, imaginar, “caminar”, ilusionar, sentir,
reaccionar, dudar, escribir, leer, compartir, reaccionar, cambiar, mejorar,
querer, sonreír, solidarizar, luchar, rectificar…? ¿Valoramos, en su justa
medida, el esfuerzo admirable, la mentalización que realizan esos profesionales,
por abstraerse de su problemática personal, ya sea coyuntural o estructural, aparentando
todo lo contrario de lo que sienten, sufren o les abruma? ¿Cómo pueden
“aparcar” esa su convulsa, en ocasiones, privacidad o intimidad, ofreciendo una
imagen muy diferente de su dolor, confusión o desánimo ante el auditorio, más o
menos insensible, de los demás?
Obviamente, pensamos en el difícil trabajo
de los actores y actrices, cuando se suben a
un escenario o se sitúan antes las cámaras de cine; también nos acordamos de los “payasos”, bajo la gran carpa de los circos, cuya
misión es provocar las risas de los espectadores; de igual modo, nos “emociona”
la labor de los profesionales sanitarios, en
las clínicas y hospitales, cuando cuidan a los enfermos en su dolor y
necesidad; en los maestros y profesores, cuando
a diario han de ofrecer una imagen motivadora y dinamizadora a los alumnos,
para educarles y colaborar en sus graduales aprendizajes; admirable también la
vocación solidaria de clérigos, sacerdotes y monjas,
en las parroquias, en los púlpitos, en los monasterios, en los conventos y en
los centros residenciales para mayores, enfermos y otras personas que sufren
innumerables carencias; incluso también
en los profesionales de la política, que han
de forzar su doble imagen, en función de las funciones que realizan o
desempeñan.
Unos y otros han de aparentar y
“protagonizar” un estado de ánimo positivo, en donde priman las sonrisas y las
esperanzas, cuando ellos, en los “declives” de su intimidad no sienten en absoluto
ese optimismo que deben mostrar, casi de continuo, ante los demás. Veamos una sencilla,
pero significativa, historia, inmersa en este contexto.
Santiago Ramos y Tania
Corredera, 27, 23 años, respectivamente, trabajan como equipo de animación, en las instalaciones de un grandioso complejo hotelero de la costa onubense. Santiago realizó un módulo
profesional de animación sociocultural, durante su época de formación escolar,
mientras que su compañera también realizó cursillos sobre esta modalidad, organizados
por la concejalía de cultura y deportes del municipio donde nació y viven sus
progenitores. Él es sanluqueño y ella almonteña.
Tania está embarazada, a partir de una noche de fiesta en la
que ambos jóvenes perdieron el control de su conciencia. Entre ellos no había,
no hay, verdadero amor. Solo esa atracción física entre dos jóvenes que
trabajan juntos, para fomentar la diversión y entretenimiento entre los
numerosos clientes del hotel. Tania quiere tener a su hija, mientras que Santi
asume que debe afrontar la compleja responsabilidad que ha contraído. Ese
“deber” que a muchas personas tanto les cuesta “digerir” y aplicar en los actos
cotidianos.
Pero esta noche a partir de las 21:30
h, al igual que ayer, como también, previsiblemente, mañana, ambos estarán en
ese pequeño escenario de la gran sala de recreación,
con las sonrisas en sus rostros y la voluntad pericial en sus almas. Comenzarán
la noche con una simpática sesión de bingo. Después habrá un espacio amplio para
el divertido Karaoke. Mañana hay programado una competición de chistes, para
generar banales risas. Y como cada noche, a las 22:45, sonará música en vivo o
“enlatada” para el baile de los asistentes: danza gitana, pasodobles, boleros,
merengue, latina, salsa, bachata, romántica, etc. Uno y otro actúan como diestros
mantenedores de la grata y ruidosa velada.
Durante la mañana y la media tarde,
también han desarrollado actividades de animación:
ejercicios de aerobic para el mantenimiento. Paseos senderistas programados por
los alrededores del hotel. Juegos adaptados a todo tipo de edades (petanca,
tiro con ballesta, blanco de dardos, juego de la rana. También han dirigido
labores de cerámica, hilados, elaboración de jabones y, por supuesto,
enseñanzas de bailes. El programa de actividades tiene una amplia oferta para
que los residentes, la mayoría pertenecientes a la tercera edad, disfruten lo
mejor posible.
Santi y Tania, siempre con las sonrisas
“a flor de piel”, dinamizan las vacaciones de la amplia clientela que se
hospeda en el hotel. Un número importante de esos residentes pertenecen al
programa de turismo social, en los viajes Imserso. Todos ellos ríen y gozan
estas jornadas vacacionales, bien dirigidos por dos dinámicos jóvenes que,
algunas mañanas, tardes o noches, tienen que motivar profesionalmente esa
diversión, cuando ellos precisamente no están “animados” y más ahora, por el
problema “relacional” que los vincula. Sin embargo, sacan fuerzas de flaqueza y
no pierden la sonrisa ni ese intenso ánimo que deben generar en los demás. Es la dualidad psicológica que profesionalmente,
muchos días con arduo esfuerzo, han de asumir y aplicar respetando las
condiciones de su contrato laboral. –
José L. Casado Toro
Abril 2024