20 marzo 2023

LEYENDO A PÉREZ REVERTE

 

El 31.03.2014, en el `Resumen Gamberro de la Historia de España´, decía Pérez Reverte: “Pues va a ser que no. Por mi parte”. Y también por la mía. En los últimos tiempos, un abogado de origen marroquí residente en España, en perfecto ejercicio de su derecho a solicitar, se ha dirigido a la Real Academia con la petición formal de que la palabra `moro´ se defina en el Diccionario como racista, discriminatoria y xenófoba. La cuestión no es menor en absoluto, entre otras cosas porque una definición de esa clase incluida en el DRAE, instrumento que los tribunales hispanohablantes -500 millones de personas a su alcance en España y América- utilizan como base para consultar el verdadero sentido de las palabras en cuanto asunto juzgan, supondría que, en el futuro, cualquier uso de la palabra `moro´ podría verse incluido, por la cara, en dos o tres artículos del Código Penal”.

Y el 9.06.2014, respecto a la palabra: `gilipollas´, explicaba un chiste, en el que decirle un amigo a otro: `es que somos gilipollas´, y responder éste: `no pluralices´, concluyendo el primero: `vale: eres gilipollas´. Y ya que estamos con el tema, la definición de gilipollas que figura en el Diccionario de la RAE: inocente, cándido, tonto o lelo, a Pérez Reverte le queda incompleta; porque un gilipollas es un tonto, por supuesto. Pero la definición, que esperaba corregir en una próxima edición: “... No recogía lo fundamental, porque un gilipollas es un tonto que no sabe que lo es, y que además se cree listo. Para entendernos: una mezcla de cantamañanas y tonto del culo. Que a veces ni siquiera hace falta que hable, ni nada. Y al que a menudo se le conoce hasta por los andares”. En este comentario sobre los cantamañanas y tontos del culo, yo incluiría, parafraseando a Groucho Marx, decir: “Él puede parecer un gilipollas, y actuar como un gilipolllas. Pero no se deje engañar, porque realmente es un gilipollas”.

Juan J. Aranda


19 marzo 2023

EXCURSIÓN A CÓRDOBA

 


 

Tal y como estaba previsto, el pasado sábado, día 11, un día luminoso de sol, partimos desde el Banco de Santander, con destino a Córdoba, un grupo de cincuenta y dos personas.

Primera parada en el restaurante “La Dehesa”, próximo a Antequera. Nos ofrecieron  un desayuno estupendo. Café de puchero o infusiones, bollos de pan tostados, de buen tamaño, e ingredientes variados para  cubrir el pan: desde el aceite de oliva hasta la zurrapa pasando por el tomate, la mermelada y la mantequilla.

Y desde allí, sin interrupción, hasta Córdoba donde llegamos unos minutos antes de las once de la mañana. Como los grupos no podían exceder de veinticinco personas nos dividimos en dos. Con el primero nos dirigimos hacia el Centro de Creación Contemporánea (C3A), un edificio moderno donde se albergaba una parte importante de la exposición que íbamos a ver con el título de “Cambio de Era”. El segundo accedió a la sala Vimcorsa, la que ha acogido otro número considerable de piezas arqueológicas de gran valor también encuadradas en el mismo “Cambio de era”. Terminada la primera visita, los grupos nos cruzamos para acceder a la segunda.

En esta gran exposición se recogen un número importante de obras icónicas del cristianismo a partir del siglo III después de Cristo y que han sido cedidas para este evento desde los más variados museos de distintos países. Un hito que, según aseguran los entendidos, es difícil que vuelva a repetirse. Museo Vaticano, Museo Nacional de Cartago, en Túnez, El Nacional romano, de Roma, el de Arqueología de Lisboa y distintos museos de Narbona, Aquilea, Arles, Madrid, Toledo, Sevilla, Mérida y un largo etcétera.

Todo arranca del proceso de cristianización del Imperio Romano y  su implantación en gran parte del mundo occidental, que no solo se limitó a la religión o el culto sino que se extendió a muchos de los ritmos de vida y expresiones culturales que aún perviven en las sociedades occidentales.

En esta exposición puede apreciarse la evolución del cristianismo desde los pequeños símbolos iniciales hasta las grandes catedrales y el papel tan importante que tuvo en los cambios políticos, económicos, sociales y culturales que llevaron al fin del imperio romano y al comienzo de una nueva era.

Las guías que nos acompañaron en el recorrido por la exposición —una magnífica y otra no tanto— nos ayudaron a comprender mejor la riqueza de las piezas expuestas, algunas de ellas espectaculares.


     Tras las dos visitas nos dimos un paseo por la plaza de las Tendillas, tomamos una cerveza refrescante y desde allí nos dirigimos al restaurante “El mirador” en el que teníamos prevista la comida.

        El almuerzo fue abundante, con dos platos típicos cordobeses: revuelto de bacalao y el famoso flamenquín. Como “cocinillas” que soy apuntaré, que a éste último, solo le pongo una pequeña pega: le faltaba el queso suficiente para darle la untuosidad que requiere.

        Tuvimos hora y media de tiempo para dar un paseo después de la comida, cruzar el puente romano, que ha cambiado totalmente su fisonomía, (qué manía la de considerar lo antiguo como viejo)  y callejear por Córdoba o tomarse un café sentado en una terraza.

        Regresamos a Málaga sobre las siete de la tarde, después de un día muy bien aprovechado, y con la expectativa de repetir la experiencia en  otros lugares de nuestra Andalucía.

        Un saludo afectuoso,

Mayte







18 marzo 2023

UN POEMA PARA EL SÁBADO: MARILUZ ESCRIBANO

 

Cuando me vaya

Dejaré un silencio en el recuerdo,

sonidos de una voz que fue muy joven,

y un aroma de sándalo y cipreses

para que no me olvides.

Y ahora, cuando el sol desaparece,

y hay promesa de una noche clara,

las estrellas se esconden

y están muertas de tanta nívea luz.

Dejaré abierta la ventana.

Un gorrión divulgará mi huida,

y un frescor de mañana

anunciará mi marcha,

con trémula voz para llamarte.

Cuando me vaya

perderé las praderas,

los bosques encendidos de noviembre,

el verde del jardín en primavera,

la tenue luz de los planetas,

la sonrisa de un niño,

el calor de un amigo,

lágrimas de dolor por los caminos

que transité tan alta,

la caricia de un perro

que dio fuego a mis manos.

Cuando me vaya

habré perdido tantas cosas,

que creceré en trigal

por no morirme.

por no morirme.

Mariluz Escribano Pueo,  Granada(1935 -2019), fue una profesora, poeta y narradora española. Está considerada como la gran poeta del perdón y la memoria siguiendo la estela de Antonio Machado.

Pertenecía por edad a la promoción literaria del 60, aunque ella siempre se sintió una poeta al margen de generaciones y tendencias

Cursó estudios de Filosofía y Letras y se doctoró en Filología Hispánica por la Universidad de Granada, en la que ha ejercido como Catedrática de Didáctica de Lengua y Literatura en la Facultad de Ciencias de la Educación.

Colaboradora habitual de revistas de Filología y Didáctica, simultaneó sus estudios científicos con la creación literaria. Señalamos algunas de sus obras: Sonetos del alba (1991), Desde un mar de silencio (1993),  Sopas de ajo (2001), Memoria de azúcar (2002), Ventanas al jardín (2002) y El ojo de cristal (2004); Con el poemario Umbrales de otoño (2013), obtuvo el Premio Andalucía de la Crítica 2014. En 2015 se le concedió la Medalla al Mérito de la Ciudad de Granada por su trayectoria de honestidad y compromiso con la ciudad de la Alhambra, en la defensa de su historia, su cultura, su patrimonio, su memoria, su presente y su futuro. Como culminación a esta carrera tardía pero tan brillante en lo literario, se le otorgó el Premio Elio Antonio de Nebrija de las Letras Andaluzas, el máximo galardón literario concedido en nuestra comunidad.

En 2018 apareció su último libro, Geografía de la memoria, donde recogía su famoso poema Cuando yo me vaya, nuestro poema de hoy.

En 2021 fue nombrada Autora Clásica del Año en Andalucía.


17 marzo 2023

SONIDOS DE CINE

Aunque hasta 1927 no se proyectó en EE.UU. la primera película sonora en la historia del cine (The jazz singer, El cantante de jazz, dirigida por Alan Crosland), en el universo cinematográfico siempre ha habido sonidos que, antes y ahora, nos emocionan y potencian nuestra cinefilia sentimental. Aun con los ojos cerrados, podemos escuchar y entender determinadas notas musicales, junto a la acústica gráfica de las palabras, que nos trasladan a esa poderosa y universal industria del cine que, además de ser un gran negocio, genera una “infinita” dinamización cultural para enriquecer nuestra imaginación y multiplicar nuestras íntimas vivencias. El cine nos informa, nos motiva, nos distrae, nos apasiona, nos asusta, nos divierte, nos hace dudar, dinamizando, además, el importante valor de la reflexión. Efectivamente, las películas vitalizan nuestro pensamiento, no sólo sobre el entorno próximo o lejano, sino también sobre nosotros mismos, multiplicando nuestro “pequeño mundo” circunstancial, en otras múltiples vidas que la imaginación convierte en empáticas e inmediatas realidades.

Veamos algunos ilustrativos ejemplos de esa intensidad sentimental que nos provocan los sonidos de cine. Cerremos los ojos y escuchemos el engranaje continuo de rodillos y lectores mecánicos, en aquellas ya antiguas y voluminosas máquinas que proyectaban las imágenes contenidas en los rollos de celuloide. Hoy la videoproyección digital ha suplido el funcionamiento de aquellas dos grandes máquinas proyectoras, que generaban esa mágica y valiosa acústica cuando hacían correr los metros de celuloide por sus numerosos elementos mecánicos sincronizados.

Otros sonidos muy conocidos nos permiten identificar a las grandes productoras cinematográficas: los simpáticos y entrañables rugidos del león de la M.G.M. Metro Goldwyn Mayer; las trompetas, a modo de fanfarria, de la Twenty Century Fox; esa breve melodía emocional de la United Artists Corporation; la espectacular entrada musical de la española CIFESA; aquellas palabras para la expectación, de “Filmax presenta”; los compases eléctricos repetitivos de la mítica RKO-Radio Films, o la motivadora ausencia sonora de ese pico montañoso cubierto de nieve y coronado de estrellas de la Paramount, etc.

Y es que el acompañamiento musical siempre será inherente a la identificación de las grandes obras del cine. Entre las inmensas posibilidades para elegir (el listado sería “casi infinito”) vamos a optar por cuatro títulos míticos, que cualquier aficionado al cine puede fácilmente concretar. Recordemos la música, plena de intriga y misterio, compuesta por Bernard Herrmann, para los títulos de crédito y otras escenas de PSICOSIS, 1960, del gran maestro Alfred Hitchcock. De manera especial, aquellos trepidantes compases que acompañan a la terrible y magistral escena de la ducha, cuando Marion Crane es asesinada. Añadamos también la angustiosa melodía de Dimitri Tiomkin, potenciando el clímax tensional de SOLO ANTE EL PELIGRO, dirigida por Fred Zinnemann en 1952, protagonizada por el gran actor Gary Cooper. La dulce melodía de Henry Mancini, Moon River, en la cinta Breakfast at Tiffany´s (DESAYUNO CON DIAMANTES) 1961, dirigida por Blake Edwards y protagonizada por la siempre inolvidable y atractiva Audrey Hepburn. Finalmente recordamos la romántica banda musical de LOS PARAGUAS DE CHERBURGO, 1964, compuesta por Michel Legrand y dirigida por Jacques Demy, teniendo como protagonista a una bella Catherine Deneuve de 21 años.

Hay otros sonidos vinculados a las salas cinematográficas, que nada más escucharlos potencian nuestros recuerdos emocionales, en tiempos próximos o más pretéritos. Comentemos algunos de los más relevantes. El trotar de los caballos montados por los soldados yankees del séptimo de caballería. en los westerns clásicos. La música introductoria, a base de trompetas, del Noticiario-Documental o NO-DO, revista cinematográfica creada para exaltar los logros del régimen franquista y que se proyectaba antes de la correspondiente película. Este documental “obligatorio” comenzó en 1943. En 1975 cambió de formato, desapareciendo definitivamente de las pantallas en 1981. El crujir de las pisadas, en aquellas películas rodadas en ambientes completamente nevados. Los “aullidos” del viento, en los thrillers de intriga y misterio. El chirriar de una puerta que se abre, por tener las bisagras o los goznes mal engrasados y que provocaba un miedo irrefrenable entre los “temblorosos” asistentes a la proyección.

Recordamos, con la sonrisa en nuestros rostros, las voces que solían escucharse en el “patio de butacas”. No se nos olvida esa imperativa palabra de ¡Acomodador!” por la que se llamaba a estos operarios para que se acercaran con linterna en mano, dada la oscuridad dentro de la sala y condujeran a la butaca que correspondía al desorientado espectador, según el número de fila y orden inserto en la entrada comprada en la taquilla. Era usual entregar al solícito acomodador la correspondiente propina. Otra de sus funciones era buscarte un asiento, entre las butacas que habían quedado sin ocupar. Entre proyección y proyección, se encendían las luces para el necesario descanso. Entonces aparecían los vendedores de ¡Oranges y gaseosas! ¡Chocolatinas, almendras y “arvellanas”! También era muy frecuente el monocorde crick crack de las pipas de girasol, especialmente en las salas o terrazas abiertas para el cine de verano. Muy cómicos y molestos eran los fuertes ronquidos de ese señor de la fila trasera a quien no le gustaba la película o estaba dormitando la ingesta de una copiosa cena, posiblemente bien regada con bebidas alcohólicas. En las escenas silenciosas, se potenciaba la acústica de las aspas de los ventiladores, que giraban para “refrescar” un poco la tórrida e insana temperatura. En realidad, estos aparatos sólo movían la atmósfera viciada de las salas cubiertas, durante la estación estival.

Mención aparte merecen las voces de los dobladores de  actores y actrices extranjeros. Algunos profesionales “doblaban” a más de un intérprete, lo cual producía cierta confusión entre los espectadores, pues estaban habituados a que determinado artista tuviera siempre el mismo tono de voz y “no entendían” que esa tonalidad pudiera estar en la boca de otro intérprete.

Se escuchaban también otros sonidos “inesperados”, como los gritos de alguna señora o jovencita, cuyo compañero de butaca se había “propasado”, provocando la acústica y potente indignación de la espectadora, que reclamaba la urgente intervención del acomodador de sala. Y también se sufrían otras muy peculiares acústicas, que el buen gusto aconseja no explicitarlas por escrito.   

Ya vemos que además de la película, por supuesto sonora, a los oídos de los asistentes a las salas cinematográficas llegaban otras acústicas, cuyo contenido se identificaba o traducía con unas claves interpretativas, simples o diáfanas, para la necesaria comprensión. Todos los sonidos que se ha comentado en este artículo, junto a otros muchos recuerdos, nos puede trasladar a ese mundo maravilloso, imaginativo, onírico, ficticio o real, que la magia del cine por fortuna atesora y mantiene. Sonidos que, hermanados con las imágenes, nos invitan a ese anhelado paraíso, inserto en el celuloide de los 35 mm o en las gigas actuales de la universal digitalización. De una u otra forma, el cine nos permite, con esa sutil generosidad que le caracteriza, multiplicar la privacidad de nuestras experiencias, con otras múltiples vivencias que tienen lugar en el “milagro” de la gran pantalla de “las sábanas blancas”. –

 

José L. Casado Toro

Marzo 2023

 

Psicosis

https://www.youtube.com/watch?v=RnYpF758Os0

https://www.youtube.com/watch?v=Q1ZTBmqvu8k

https://www.youtube.com/watch?v=4FdQjKYdEeU

 

Solo ante el peligro

https://www.youtube.com/watch?v=VXgm753pMAU

 

Desayuno con diamantes

https://www.youtube.com/watch?v=79mR95yetAA

 

Los paraguas de Cherburgo

https://www.youtube.com/watch?v=bvNKYCZWIcM

15 marzo 2023

SÍNDROME DE PIERNAS INQUIETAS, UN PROBLEMA TAN COMÚN COMO POCO DIAGNOSTICADO

 

Artículo de Raúl Quevedo Blasco, Doctor en Psicología. Laboratorio del Sueño y Promoción de la Salud (Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento-CIMCYC), Universidad de Granada. Publicado en la revista digital The Conversation.

 

 Quizá lo esté sufriendo y no sea consciente de ello. Aproximadamente, uno de cada diez adultos europeos y norteamericanos padece el síndrome de piernas inquietas, pero está muy infradiagnosticado.

En países como España, por ejemplo, hasta el 90 % de los pacientes ignoran que lo tienen. Y en la mayoría de los casos, los diagnósticos son muy tardíos.

Un agravante es que resulta aún más difícil detectar en los niños, ya que puede asociarse al déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Como demuestran múltiples estudios, hay una estrecha relación entre el TDAH y los trastornos del sueño en general.

Sensación de quemazón, burbuja o cosquilleo

Atentos, pues, a los síntomas. Tal y como describen algunas investigaciones, los afectados experimentan sensaciones descritas como “reptantes”, “burbujas gaseosas en las venas” o “quemazón” que les fuerzan a mover las piernas para aliviar temporalmente la angustia o la ansiedad que les produce.

En los casos más graves, la persona afectada se tiene que levantar e, incluso, ponerse a caminar: es la única forma de aliviar su intranquilidad, que vuelve a aparecer en cuanto se acuesta.

También llamado enfermedad de Willis-Ekbom o trastorno de movimientos periódicos de las extremidades, ese movimiento anómalo y redundante se vincula especialmente al sueño: más de un 80 % de los episodios ocurren por la noche. Tanto la Clasificación Internacional de Trastornos del Sueño (ISCD-3), como la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), lo incluye dentro de los “trastornos del movimiento relacionados con el sueño”.

Los síntomas (o sensaciones) propician que se tarde más en conciliar el sueño. Además, los movimientos provocan un mayor número de despertares y dificultan el acceso al sueño profundo (fases 3 y 4). Durante estas etapas, principalmente, se produce la restauración corporal y neurológica.

¿Por qué se produce?

En cuanto a las causas, son múltiples. Desde hace años se atribuye a un déficit de hierro, anemia (llegada deficiente de oxígeno a los tejidos) y alteraciones en los niveles del neurotransmisor dopamina. Todos estos factores están relacionados con la regulación del movimiento.

Aproximadamente el 50 % de los casos tendría un origen genético, sin enfermedades asociadas. No obstante, el síndrome puede aparecer como consecuencia secundaria de otras patologías, como la diabetes, el párkinson o la esclerosis múltiple. Algún estudio también indica que es frecuente en pacientes con traumatismo craneoencefálico.

¿Qué consecuencias puede acarrear para la salud?

El síndrome de piernas inquietas va unido a otros problemas relacionados con el sueño, como el insomnio y el excesivo cansancio o somnolencia diurna. Esto puede comprometer el rendimiento escolar de los menores (problemas de atención, memoria, concentración, orientación y aprendizaje), causar accidentes de diversa índole e incluso deteriorar las relaciones sociales y el desempeño de las actividades cotidianas.

Por añadidura, a veces acarrea serias consecuencias psicológicas, vinculadas sobre todo a la depresión y la ansiedad.

Prevención y tratamiento

La práctica de hábitos saludables contribuye a la prevención de múltiples patologías, y los casos leves de este trastorno no son una excepción. Como cualquier tipo de alteración vinculada al sueño, requiere mejorar los hábitos de nuestro descanso nocturno, incluyendo masajes, estiramientos o terapias específicas de relajación muscular.

Además, es recomendable toda actividad que favorezca dicha relajación muscular e induzca al sueño, como darse un baño tibio o caliente antes de dormir. Incluso se ha analizado la eficacia de centrarse en una tarea cognitiva de manera sostenida como estrategia para disminuir los síntomas. Es decir, llevar a cabo actividades mentales que inicien un comportamiento distinto al de mover las piernas.

También resulta muy aconsejable realizar ejercicio físico durante el día y reducir o suprimir el consumo de sustancias excitantes, como el tabaco, la cafeína o la teína.

Por último, cuando el síndrome de piernas inquietas tiene un origen neurológico, se emplean fármacos de diversa índole. Entre ellos, los que aportan hierro al organismo y regulan los niveles de dopamina. Tampoco se puede obviar que algunos medicamentos, como los antipsicóticos, pueden empeorar este síndrome.

13 marzo 2023

RELATOS BREVES (III)

 

                         RELATOS BREVES

 

Te trataré como a una reina. Te querré siempre. Haré de ti la mujer más feliz del mundo… afirmaba él entonces.

Ahora la ambulancia avanzaba a gran velocidad, sorteando vehículos, sin respetar semáforos. La sirena, insistente, lastimaba los oídos de los viandantes. Y ella notando cómo la sangre brotaba, caliente, de las heridas no pudo recordar siquiera el número ni la intensidad de las puñaladas. Tan solo sentía frío, mucho frío…

        _________________________________________

 

        La vio sentada en el suelo sobre una manta. El cartel a su lado rezaba: “Necesito ayuda. Tengo ambre”.

         Dudó solo unos momentos. De la mochila que cargaba en su espalda extrajo el envoltorio de papel en el que llevaba su almuerzo y lo depositó junto al cartón mal escrito.

        Al regreso del largo día de trabajo, cansada y hambrienta pasó junto a la esquina en la que había socorrido a aquella mujer. En el suelo vio el bocadillo abierto, las galletas rotas y el plátano a medio comer. Un perro famélico husmeaba entre los restos.

        MAYTE TUDEA.


11 marzo 2023

UN POEMA PARA EL SÁBADO: PAUL VERLAINE

 

LA LUNA BLANCA

 

La luna blanca

luce en los bosques;

de cada rama

parte una voz

bajo el ramaje...

 

Oh, bien amada.

 

El estanque refleja,

profundo espejo,

la silueta

del sauce negro

donde el viento llora.

 

¡Soñemos, es la hora!

 

Un vasto y tierno

sosiego

parece descender

del firmamento

que el astro irisa.

 

Es la hora exquisita.

 

 

 

Paul Verlaine (Metz, 1844 - París, 1896) Fue uno de los poetas más influyentes de la literatura francesa del siglo XIX y uno de los máximos exponentes del movimiento simbolista. Entre sus obras destacan:  “Poèmes saturniens” (Poemas saturnianos),  “Fêtes galantes” (Fiestas galantes) y “Romances sans paroles” (Romances sin palabras). En ellos utiliza una gran variedad de técnicas literarias, como el verso libre y la repetición de palabras y frases, creando una sensación de ritmo y musicalidad en sus versos.

En 1870, Verlaine contrajo matrimonio con la adolescente Mathilde Mauté de Fleurville. Ese mismo año publicó su colección de poemas titulada “La Bonne Chanson”. En ellos describe con un enorme intimismo, cargado de emotividad, su encuentro con la amada, los paisajes en los que se desarrolla su amor y la unión con Mathilde.

El entusiasmo amoroso, la serena melancolía y el deseo de atrapar esos instantes que se presumen irrepetibles, dominan los versos de Verlaine. Uno de estos poemas, “La Lune Blanche” (La luna Blanca), es un buen ejemplo de ello. En sus breves estrofas el poeta refleja la apacible quietud y belleza de la naturaleza, como metáfora de los propios sentimientos que estaba viviendo, y define como “hora exquisita” ese momento de “vasto y tierno sosiego” en que se encontraba su alma.

Curiosamente, ese idílico bienestar descrito por Verlaine duraría poco tiempo. Exactamente hasta 1871, cuando conoció en París al joven poeta Arthur Rimbaud, con quien iniciaría una relación amorosa que culminaría en 1872, fecha en que abandonó a su esposa y a su hijo recién nacido y se fue a vivir con aquél.

Fueron numerosos los músicos que quedaron atrapados por la poesía de Verlaine y utilizaron sus versos para componer canciones, muchas de las cuales constituyen algunas de las piezas más emblemáticas de la música francesa de principios del siglo XX.

En concreto, el poema “La Lune Blanche” fue objeto de múltiples versiones.

 


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