A menudo pienso si, como especie, no hubiese sido
posible armar todo esto de otro modo. Que la estructura entera (trabajo,
horarios, vínculos postergados) fuese distinta. Me sabe a poco dedicar a los
míos el fin de semana. Dos días prestados, con el cuerpo presente y el cerebro
partido entre notificaciones y el intento honesto, pero fallido, de estar ahí.
Y entonces pasa un mes. Otro. Y, mientras tanto, vamos aflojando el vínculo con
quienes nos son más afines, mientras nos desgastamos en tolerar y complacer a
personas que nos importan muy poco. Se nos pudre la intimidad. Y aparece la
pregunta: ¿esto era vivir?
Claudia Cuevas Santiago.
Cartas a la directora
El País
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.