Artículo
de Álvaro Astasio Picado, Profesor
de Enfermería Médico-Quirúrgica. Doctor en Biomedicina Aplicada., Universidad
de Castilla-La Mancha. Publicado en la revista digital The Conversation
La donación de sangre es un acto altruista
que salva vidas, de eso no hay duda. Pero ¿qué impacto tiene en la salud del
propio donante?
Los
estudios realizados hasta la fecha sugerían que donar sangre de manera regular
podía ayudar a equilibrar los niveles de hierro en el cuerpo, reduce el riesgo
cardiovascular y contribuye al bienestar emocional. Ahora, una investigación
publicada hace unos días en la revista Blood, realizada por el Instituto Crick en colaboración con el
centro de investigación DKFZ de Heidelberg (Alemania) y el Centro de Donación
Sanguínea de la Cruz Roja alemana, da un paso más y arroja nueva luz sobre cómo
la donación frecuente de sangre influye en la regeneración de las células madre
hematopoyéticas (CMH) –capaces de diferenciarse en cualquier tipo de célula
sanguínea– y su evolución en el organismo.
Cada donación estimula a la médula ósea
para reponer los glóbulos rojos perdidos. Pues
bien, analizando muestras de más de 200 donantes frecuentes –personas que
habían donado sangre más de 120 veces a lo largo de su vida– y donantes
esporádicos de control, la reciente investigación aportó evidencias de que este
proceso de renovación ocurre de manera adaptativa.
Concretamente, descubrieron que, en estos
donantes, las células madre sanguíneas portadoras de ciertas variantes del gen
DNMT3A responden de manera beneficiosa a la estimulación con eritropoyetina
(EPO), una hormona que el cuerpo produce en respuesta a la pérdida de sangre.
De este modo se favorece la formación de nuevas células sanguíneas sin promover
mutaciones asociadas con leucemia.
Por otro lado, avances recientes han
permitido producir glóbulos rojos completamente maduros a partir de células
madre hematopoyéticas en condiciones de laboratorio, demostrando el enorme
potencial de estas células para diferenciarse en células sanguíneas funcionales
y reforzando la comprensión sobre la plasticidad del
sistema hematopoyético.
Niveles de hierro regulados y menos riesgo
cardiovascular
Parece indiscutible que donar sangre
favorece los mecanismos naturales de renovación sanguínea de manera segura y
beneficiosa. Pero no es la única ventaja. Uno de los beneficios más estudiados
de la donación es su impacto en los niveles de hierro.
El
hierro resulta esencial para la producción de hemoglobina, pero su exceso puede
generar estrés oxidativo y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Un estudio publicado en Transfusion encontró
que los donantes habituales presentan un menor riesgo de enfermedades cardíacas
debido a la reducción del estrés oxidativo en los vasos sanguíneos. Esto
sugiere que la flebotomía –extracción de sangre de venas– recurrente podría
tener un papel protector sobre la salud cardiovascular.
Por otro lado, el exceso de hierro en el
cuerpo también se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar cáncer,
especialmente de hígado y colon.
Un trabajo publicado en el Journal of the National
Cancer Institute sugería que la reducción controlada de
hierro a través de la donación de sangre podría disminuir el daño celular y la
probabilidad de mutaciones cancerígenas.
Monitoreo y detección temprana de
problemas de salud
Cada donación de sangre implica un chequeo
previo de la salud del donante, donde se miden parámetros como la presión
arterial y los niveles de hemoglobina. Además, la sangre extraída se analiza
para detectar infecciones como VIH, hepatitis B y C, y sífilis.
Estos controles pueden ser clave para la
detección temprana de afecciones como la anemia o la hipertensión. Según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), la donación regular ha permitido
identificar problemas de salud en personas que desconocían su condición,
facilitando el acceso a tratamientos oportunos.
Por otro lado, desde un punto de vista
psicológico, donar sangre genera una sensación de bienestar y propósito. Ciertos
estudios revelan que los actos altruistas, como la donación de
sangre, están asociados con niveles más bajos de estrés y una mejor salud
mental en los donantes habituales.
Con toda esta base científica, queda claro
que donar sangre es un acto en el que todos ganan: los pacientes que la
necesitan y los donantes que la ofrecen.
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