29 agosto 2022

RESETEAR LAS AMISTADES

Cuando algunas mujeres llegamos al estado jubiloso, muchas hemos guardado, durante demasiado tiempo, unas aficiones que nunca mencionamos en voz alta, ni siquiera a nuestras amigas de toda la vida. Sencillamente porque antes eran irrealizables debido a las responsabilidades familiares, el trabajo y por múltiples razones, siempre inoportunas, que aparecían como piedras en el camino. Esas viejas amistades fueron testigos de nuestras pérdidas humanas, amores, desamores y no pocas confidencias. Cuando el tiempo y la libertad nos permite ahondar en unos conocimientos más técnicos, por ejemplo, en Escritura Creativa, aun explicándoles tus profundas razones, te dicen que para qué quieres aprender eso a estas alturas de tu vida.

        Entonces eres consciente de esas amistades mantenidas por la inercia de la costumbre: un sábado de merienda y charla insustancial. Por supuesto, los libros no figuraban como su tema preferido. Ni siquiera una sesión de cine: imposible ponerse de acuerdo sobre la película. Un domingo en el que después de media hora de propuestas seguían las discrepancias para escoger el restaurante. Sus temas de conversación rondaban sobre las tertulias, novelas de la tele y peripecias familiares. O el inevitable reportaje fotográfico de sus adorables nietos que te pasaban móvil en mano.

Este es el retrato de algunas de las amigas de siempre, pero de un siempre que ya no es tu ahora y no serían la mejor compañía en el trayecto de la vejez. Por suerte quedan una o dos incondicionales que te animan, pero el destino geográfico las ha alejado y la distancia marca los tiempos.

         Ante tus primeros pinitos como escritora aficionada, con la ilusión entre las manos, les enseñas uno de los relatos que te han publicado en una revista. Lo leen sin demasiado entusiasmo y una de ellas pregunta torciendo el morro: ¿de dónde has sacado tú esto? Y le respondes que de tu imaginación. Hay otros intentos de hacerlas partícipes de esa inquietud nueva y vieja a la vez, aletargada en tu interior a la espera de ver la luz. Como respuesta no demuestran el más mínimo interés y te preguntas por qué sigues viéndolas: Te aburren, no te enriquecen como personas, te conoces de memoria sus cuitas y estás deseando llegar a casa para perderlas de vista. ¡Ya está bien de pagar un precio tan alto por el pasado! Es necesario soltar lastre porque no es lo que quieres para tu presente ni para el poco o mucho futuro que te quede.

         Debes tomar una decisión unánime entre tu Pepito Grillo y tú: resetear las amistades. No se trata de olvidarlas por completo. Solo de limitar los contactos a felicitaciones del Santoral y Navidades. Nada de cumpleaños, la edad sigue siendo para ellas un secreto de estado. Ponte cómoda para escuchar el rosario de nuevos achaques en cada llamada telefónica, aunque también escucharán los tuyos. Y no esperes que ninguna te pregunte acerca de tus escritos.   

        Yo he tenido la gran suerte de encontrar buenas y nuevas amigas con las que comparto mis inquietudes literarias y lectoras, así como la complicidad sobre las vivencias pasadas y presentes. Una simbiosis difícil de hallar en este tramo de la vida, pero os aseguro que es posible. Por muy tarde que nos parezca, hay que acometer los cambios que creemos nos harán felices porque Tempus Fugit.

 

         Esperanza Liñán Gálvez           


4 comentarios:

  1. Esperanza, que razón tienes en lo que dices. ¡¡¡¡qué bien te expresas!!!

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    1. Es un sentir muy común que no manifestamos, sólo le he dado voz con mis palabras. Muchísimas gracias por tu comentario.

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  2. Bien Esperanza, mi vi reflejada en cada frase que has escrito.

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    1. Muchas gracias y me alegro te haya gustado.

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