17 mayo 2020

HISTORIA DE LAS MUJERES


Sabido es que la historia la escriben los vencedores, los ganadores, aunque muchas veces no haya habido guerra de por medio, como es en este caso. 

Ha bastado mantener la tradición multisecular sobre el rol de la mujer en todas las sociedades (y todavía hoy en una gran parte de la geografía) 

Marx lo había resumido en una sentencia: Kinder, küche, Kirche. Las 3 Ks, eslogan, en alemán, traducido como “niños”, “cocina” “iglesia” y que, si ahora tiene una connotación mayoritariamente despectiva, describe muy bien lo que se consideraba el modelo femenino a seguir y que, gracias a muchas personas reivindicativas ha sido superado en la sociedad occidental contemporánea 

Parir “niños”, criarlos y alimentarlos en la “cocina” y educarlos en los valores tradicionales y llevándolos a la “iglesia” para que el cura le enseñe valores religiosos. 

He escrito, en varios lugares, sobre la mujer (su mundo, su rol social, su comportamiento,…

He escrito sobre la mujer en el Cristianismo o en el Islam, en Grecia y en Roma,…

He escrito sobre la mujer en la cama, en la casa, en la vida pública…

He escrito sobre la mujer como madre, como monja, como puta, como cosa,..

He escrito sobre algunas mujeres (Hypatia, por ejemplo) 

Pero escribir una Historia de la Mujer en Occidente (que es lo que mejor conocemos) es/debe ser muy difícil, aunque componen la mitad numérica  de la Humanidad y la mitad ontológica del ser humano, pero que han permanecido, secularmente, en el silencio y la penumbra, recluidas en el hogar, en el convento o expuestas en la vía pública ofreciendo su cuerpo para poder llenar su estómago y los de sus hijos, generalmente “de padre desconocido y de madre demasiado conocida” 

La han definido los filósofos, los teólogos, los moralistas, los pedagogos,…y son ellos los que le han asignado su puesto en la sociedad y sus deberes como mujer. 

Ellas no han hablado, casi nunca, porque no sabían hablar o no las habían dejado hablar, pero siempre, eso sí, lejos y fuera de la escena  pública en la que se forjaba la historia, esa historia que la hacen y la escriben los varones.

Y de lo que nada se sabe (ya lo sabemos), casi como que no existe. 

Pero ellas han sido y son, al menos, la mitad de los hombres (varones y mujeres, mujeres y varones). 

Una historia desconocida, pero que también ellas la han forjado, pero que como no la han escrito… 

Nada descubrimos si decimos que durante gran parte de la historia la mujer ha sido la que ha dado legitimidad a los hijos, pero eran éstos lo fundamental del matrimonio, la descendencia. 

El amor varón-mujer, mujer-varón es de ayer mismo, antes sólo fue la conveniencia del varón el vínculo que lo unía con ella.

Él elegía, ella ni era consultada, obedecía al matrimonio concertado por el padre y, a veces, sin conocer al que iba a ser su esposo. 

La monogamia no tuvo otro objetivo que certificar que si ella vivía con él y quedaba embarazada lo que había dentro de su vientre era el fruto 100% del varón, por lo tanto era un “hijo legítimo”, no como el hijo de la mujer de la calle, cuyo fruto era un “hijo natural” y era un “bastardo” si el padre biológico lo reconocía como hijo, pero fuera del matrimonio. 

Cuando acudo a una boda y observo la liturgia de las “arras” hasta yo mismo me avergüenzo de ello. 

13 Monedas (una por cada mes del año) y una para “dársela a los pobres”.

 Arras que no eran sino la firma del trato que el padre del novio entregaba al padre de la novia, por la venta (porque no era otra cosa) de su hija.

 O madre o monja o puta o solterona, para “vestir santos”. 

Después de haber leído y escrito bastante sobre María Magdalena me da pena cómo se ha denigrado a esta mujer, más inteligente que los 12 apóstoles juntos, que amaba a Jesús, que seguramente formaron un matrimonio, que….pero es una “pecadora” (¿cuál era su pecado y con quién y cómo había pecado?...) 

En fin, mujeres, ¿qué sería de nosotros, los varones, sin vosotras cuando habéis demostrado y hemos comprobado que si no sois más que nosotros, tampoco sois menos? 

Vamos a dejarlo como “IGUALES” (no desiguales) aunque, luego, seamos “DISTINTOS” (no idénticos).

       Tomás Morales Cañedo


1 comentario:

  1. Muy acertado tu artículo, me identifico con la reflexion ....iguales y distintos.....añadiria...complementariis.. Un saludo

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