25 abril 2020

EL PARACAIDAS


Una historia casi verídica en 3 actos 

Pedro J. Tíscar Marín

Hace bastantes años, oí contar una historia que, por curiosa, sorprendente y enrevesada, me atrevo a desarrollar.

Acto 1º. GIBRALTAR.  En la madrugada del lunes 23 de marzo de 1942, el teniente de la RAF, Aaron Ramsey, preparaba su equipo de piloto en el “aeropuerto” de Gibraltar. En realidad se trataba de una base de emergencia, adaptada para ser utilizada por pequeños aviones británicos de vigilancia y reconocimiento de la zona del Estrecho, por donde pasaban naves de uno y otro bando en la Segunda Guerra Mundial.

El Primer Lord del Almirantazgo, A.V. Alexander,  había dado órdenes estrictas para controlar e informar del posible paso de barcos alemanes. El teniente Ramsey haría labores de vigilancia, en su pequeño avión de un solo motor,  en un espacio del Atlántico,  que  iba desde la Roca hasta el cabo Trafalgar, cerca de Bárbate. Recibido de su superior el parte de vuelo y las órdenes respectivas,  comprobó que todo su  equipamiento estaba correctamente colocado, y después que todo en el avión estaba en orden: combustible, radio, presiones de neumáticos, pequeño cuadro de mandos e instrumentos de control…, se instaló en la aeronave.

Partió al amanecer hacia poniente, algo alejado de la costa española. Con los primeros rayos de sol de espaldas, vio Tarifa, Punta Paloma, la playa de Bolonia, Zahara de los Atunes, Bárbate, el Cabo de Trafalgar. Cuando divisaba a lo lejos la desembocadura del Guadalquivir, giró para recorrer el camino inverso; lo debería repetir varias veces, como hacía a diario. Sabía de memoria el recorrido, y lo realizaba sin incidencias: pura rutina.

No divisó barcos alemanes y enfiló la nave de vuelta hacia El Peñón. A la altura de Tarifa, un ruido extraño le llamó la atención. De repente el manómetro de presión de aceite del único motor se fue a cero. El ruido fue aumentando, y  notó un extraño olor a quemado,  a la vez que empezaba a salir un negro humo cerca de la única hélice del aparato. Esta dejó de girar, y el teniente Ramsey entendió que su vida estaba en peligro.

Comunicó la situación por radio a su base mientras el avión rápidamente perdía altura. No podría llegar a Gibraltar, así que desenganchó el arnés que lo fijaba al asiento,  se lanzó al vacío e inmediatamente pulsó el sistema de apertura del paracaídas principal. Temiendo caer en el mar, maniobró el paracaídas para caer en tierra; lo hizo en una solitaria ensenada de arena, a pocos kilómetros de la ciudad de Algeciras. Mientras se desprendía del enorme paracaídas de seda, avisó a su base de la que rápidamente salió una lancha rápida de la Royal Navy, que, al poco lo recogió y, sin demora,  lo llevó hacia Gibraltar.

Acto 2º. GETARES. Getares  es una pequeña ensenada situada al Sur de la   ciudad de Algeciras, y a poca distancia de ella: apenas 4 km las separan. En ella se encuentra una pequeña playa arenosa, y otra parte de rocas y acantilados. A esta zona solían acudir chiquillos en busca de lapas, cangrejos, pulpos y pequeños peces que llevaban a casa para ayudar a matar el hambre que las numerosas proles de las humildes familias  demandaban. Dos de estos  jovenzuelos eran Curro y Bernardo, de 12 y 11 años;  eran los mayores de una prole de 7 hermanos que habían tenido el matrimonio de Francisco (Curro) Guzmán y Bernarda Relinque, 4 varones y 3 hembras; la menor, Justa, de 2 años. La familia vivía en una humilde chabola en la barriada de El Cobre, a las afueras de la ciudad. El padre se dedicaba al trapicheo y Bernarda cosía para la gente pudiente; no sacaba mucho, pero era hábil con la costura y aprovechaba los pocos restos que quedaban de las telas para hacer ropa para la familia. Así mal vestía a la prole. Le ayudaba en la costura Micaela, la mayor de las hembras, que apenas contaba 10 años.

Aquel lunes 23 de marzo del 42, Curro y Bernardo decidieron ir a Getares para ver que se encontraban. A mitad de camino, oyeron un ronco sonido de motor, que al poco, cesó. Al mirar hacia arriba, vieron caer un avión que terminó estrellándose en el mar a pocos km de la costa. Alguien en paracaídas descendía sobre la playa. Desde levante, se acercaba a toda velocidad una lancha que parecía dirigirse hacia la playa. Corrieron los 2 km que les faltaba para llegar, y vieron como alguien  subía a la lancha que, rápidamente ponía rumbo a levante. Cuando los 2 muchachos llegaron a la playa, no había nadie. La recorrieron y, ante su sorpresa, ven a escasa distancia, en la arena, algo muy grande de un suave tejido como de seda en color crema. Piensan que hacer, y deciden recogerlo, liarlo y llevarlo a casa.

Acto 3. DOMINGO DE RAMOS. No es que fueran muy religiosos, pero en las misas de los domingos “pasaban lista” así es que Curro, Bernarda y su familia acudían a la misa de 12 en la Parroquia de Nuestra Señora de la Palma, en la Plaza Alta de Algeciras. Humildemente vestidos, se colocaban en un lateral  al final de la iglesia.

El 29 de Marzo, Domingo de Ramos, Don Severo, el párroco, había preparado la iglesia con lo mejor que tenía y que algunos caritativos parroquianos le habían proporcionado: ramos y macetas de flores, velas nuevas, ramos de palma y olivo,  etc.… El Ayuntamiento en pleno asistiría a la misa y después a la Procesión con la imagen de Jesús a lomos de un borrico que, milagrosamente, un particular había puesto a salvo cuando los tristes sucesos del 31. Dos coadjutores más, don Sérbulo y don Victoriano, le acompañarían.

Poco antes de la hora de la misa, los feligreses fueron acudiendo a la iglesia. Al ser el Domingo de Ramos, la mayoría, siguiendo la tradición,  lucían  sus vestidos de estreno, y  portaban trabajadas palmas los pudientes, y ramas de olivo los demás.

Al empezar la Misa, los más curiosos miraban a su alrededor observando el abrigo nuevo que estrenaba Fulanita, los zapatos de don Zetanito, la rebeca de la hija del alcalde y la camisa negra de la señora del capitán de la Guardia Civil. Pero donde terminaron centrándose todas las miradas fue en las preciosas camisas beige de seda que aquella mañana lucieron todos los miembros de la familia Guzmán Relinque.

 

Pedro J. Tíscar Marín

2º mes de Confinamiento

Málaga, Abril de 2020


1 comentario:

  1. Pedro, tus historias casi verídicas son muy interesantes. El confinamiento no te obnubila el cerebro, ¡qué bien!

    ResponderEliminar

Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.

Buscar