08 marzo 2012

LABERINTO DE COLORES

Yo hablo mucho con María -María es mi vecina-, y algunas tardes me acerco a su casa y nos sentamos en su sofá estampado para saborear una taza de leche bien caliente con una cucharadita de café soluble descafeinado, edulcorado con sacarina y dos galletas integrales; ¡ah! Y una cápsula de Omeprazol para la protección del estómago, que por cierto, desde que han cambiado la normativa y los medicamentos tienen que ser genéricos, no doy pie con bola con el colorido de los mismos.
Las pastillas rojas, ahora son blancas, las amarillas, azules, las verdes… en fin, esto se ha convertido como en una tarde borrascosa donde el arco iris me quisiera jugar una mala pasada invirtiendo sus bellos colores; menos mal que al final, el cielo se despeja y ya veo con más claridad.
Este cambio me hace titubear, cuando por las mañanas aún somnolienta acudo a mi pastillero y dubitativa elijo mi “menú” , pero ahora con un nuevo aderezo.
María tiene un loro y también le está cambiando el color de su plumaje… ¡pobre loro! Los años no perdonan ni siquiera a los loros. Esta ingenua reflexión, nos la hacemos mi vecina y yo cuando hablamos en su sofá estampado y oímos el tono bronco y desagradable del loro “Paco”; éste ya es viejo y al igual que nosotras, que no somos viejas sino de la “tercera edad”, se va marchitando. Esto no quiere decir que yo me considere marchitada; pero es verdad que esta nueva definición de la “tercera edad” no me suena demasiado bien, porque –yo me pregunto- ¿cuánto me queda de vida?, ¿un cuarto, mitad de cuarto…?
Al margen de este galimatías de años y de colores, tengo que agradecerle a la vida lo hermoso de ver cómo del árbol brotan hermosas ramas que son mis hijas y éstas a su vez prolongan sus ramajes dándoles vida a mis adorados y queridos nietos… y sobre todo tener la mente lúcida para expresar pensamientos y sentimientos y creer que soy menos mayor cuando con toda mi ilusión y ansias por aprender cojo mi cartera, libreta y apuntes, y feliz me dirijo a la Universidad para Mayores donde he encontrado un mundo maravilloso y desconocido hasta en “la tercera edad”- que es la mía-, y como dice la canción: “gracias a la vida que me ha dado tanto…”



Maruchi
Diciembre 2011

1 comentario:

  1. Maruchi muy bonito, tierno, entretenido. Nos refleja a todas las que estamos entrando en la edad de: LA MADUREZ PLENA, esa en la que podemos hacer "más o menos" lo que nos gusta, ya que algunas veces hay que hacer de todo un poco.
    Un beso.
    Mª Eugenia

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