25 febrero 2012

ALTA FIDELIDAD

Quizás influenciada por la marea de corazones, flechas y lazos rojos que estos días nos invaden, me han venido a la memoria varias frases o máximas, de esas que nos regalan algunos ilustres escritores o personajes famosos. Recuerdo una firmada por Pitigrilli, seudónimo de un escritor italiano, que dice así: “Amor: un beso, dos besos, tres besos, cuatro besos, tres besos, dos besos, un beso, ningún beso”.
¿Por qué dar como buena ésa y muchas otras frases a modo de sentencias? ¿Solo porque la ha escrito alguien importante?
Pensemos en un hombre y una mujer que, a pesar de la convivencia, la rutina, los bancos, el trabajo, los hijos y la constante amenaza de sus personalidades, sucumbiendo a la del más fuerte; han conseguido salvaguardar, casi intactos, durante veinte o veinticinco años su apetito afectivo, sexual e intelectual.
Algunos creen, y no sin razón, que son una especie en extinción y quizás se merecen una medalla.
Todos deseamos eternizar el amor y que permanezca como aquel reloj de nuestro abuelo que acariciamos en busca de una hora que ya no nos dará. Se paró hace tiempo y en su momento más sublime.
Porque amar es, además de muchas cosas, sentir esas mariposas aleteando por todo tu cuerpo cada vez que se acerca tu enamorado. El deseo de sorprender y ser sorprendida con caricias inventadas para ti. No dejar que el tedio se aloje como un inquilino indeseable del que no puedes prescindir.
En alas de ese amor con mayúsculas, hipotecamos la vivienda mejor amueblada que tenemos, que somos nosotros mismos; con promesas tácitas o escritas, espejadas a la luz de la luna y respirando su aroma por todos los poros de la piel.
Ese amor que practica el equilibrio sobre un alambre como un funambulista, amagando con caer al vacío en cualquier momento.
Tendremos que esforzarnos, porque es frágil y temporal. No nos empeñemos en mantenerlo a costa de convencionalismos sociales, por desidia, o por no herir nuestro maltrecho amor propio.
Haríamos bien en huir de esa fidelidad de cartón piedra, de verdades a medias, o mentiras enteras, de aniversarios felices y días establecidos para amar, porque lo marca el calendario.
Solo siendo fieles a nosotros mismos, podremos practicar la alta fidelidad, cualidad muy valiosa, por lo que escasea. Entonces esa frase única y personal se escribirá por sí sola en nuestro camino hacia el amor que merezca escucharla, cualquiera o todos los días del año.



Esperanza Liñán Gálvez
14 Febrero


1 comentario:

  1. Siento verdadera predileccio´n por las hadas, los elfos y demas seres maravillosos que, sin apenas darnos cuenta, se interponen en nuestro caminar cotidiano. Nos ayudan a ser fieles, fragiles, a besar a amar y en definitiva a ser honesto con lo amado. Gracias por tu reflexi´on sensible y bien cosntrida.
    Nono

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