27 julio 2011

RELATO A CONCURSO Nº 001 - CASO RESUELTO


Después de muchos años, el departamento de investigación policial está a punto de dar por cerrado el caso de Virginia, una mujer que desapareció de su domicilio sin dejar pista alguna.
Todo dio comienzo cuando en la comisaría de policía el comisario Sr. Romero irrumpió en su departamento hecho un basilisco, no podía contenerse. Virginia, su mujer, había desaparecido el día anterior sin dejar rastro alguno.
Puso en marcha todos los dispositivos policiales que tenía a su alcance para encontrar a su esposa, fue una búsqueda desenfrenada, pero, sin ningún resultado positivo, de la mujer no había noticias, no se la llegó a encontrar viva ni muerta.
El tiempo pasaba y el Sr. Romero no podía dejar de lado el caso, sentía verdadera obsesión por encontrar a su esposa, yo era el más consultado en toda la oficina, continuamente venía a buscarme para que le diera todas las noticias que tuviera, ya que a mí era a quien le llegaba de primera mano toda la información de las investigaciones.
¡Toda la información del caso la tenía yo!
¡Es mi mujer! —Me decía— Nos amábamos y éramos muy felices ¿Qué le puede haber pasado? ¿Un secuestro? no puede ser, nadie ha pedido rescate alguno ¿Ha huido? imposible, nunca me hubiera dejado.
Algo terrible tenía que haber ocurrido, por su propia voluntad era increíble que ella hubiera desaparecido, estaban viviendo un momento de ilusión perfecta en su vida, se estaban planteando tener un hijo, ya hacia tres años que habían contraído matrimonio y la pareja estaba totalmente consolidada.
Hasta el Sr. Romero ha llegado la información de que un inventor está terminando un aparato muy interesante, es un detector de cadáveres que, puede encontrar restos humanos aunque hayan pasado muchos años después de ser enterrados.
Movido por la necesidad de hallar a su esposa, a pesar del tiempo que ha transcurrido desde su desaparición, se pone en contacto con esa persona y ambos deciden iniciar la búsqueda, aunque sin muchas esperanzas de éxito, ya que el aparato en cuestión, aún no ha sido experimentado con anterioridad y son muchos los años que han pasado.
La hipótesis que tienen es que, ya que nadie pudo aportar información sobre ella, nadie vio nada raro, no escucharon nada, ni se encontró ningún rastro, lo que le hubiera podido ocurrir tendría que haber sido cerca de su domicilio.
La vivienda se encuentra en una urbanización bastante elegante en las afueras de la ciudad, es un lugar muy tranquilo cerca de un lago rodeado de un gran parque con hermosas flores y grandes árboles, hay numerosas casas con jardines, todas muy parecidas entre sí.
La búsqueda se inicia por la orilla del lago y se va extendiendo por las inmediaciones, el cerco se sigue abriendo pero no hay resultados, penetran en el amplio parque y rastrean hasta el último rincón, siguen sin hallar indicios positivos, poco a poco se van acercando a las viviendas, la del Sr. Romero es de las más cercanas al parque.
Al llegar a ella, la varita que sostiene el detector empieza a oscilar muy despacio, parece que quiere indicar algo, hay inquietud en las personas que intervienen en la búsqueda, los cuerpos se tensan y las miradas se cruzan. Traspasan el jardín y, ahora con más energía, la varita va guiando los pasos hasta llegar a un hermosísimo sauce llorón. Ahí la vara se detiene señalando a las raíces.
Nadie sale de su asombro ¿Qué puede haber ahí? El comisario está impasible, ni una mueca marca su rostro, nadie puede articular palabra alguna. Un inspector que va en el grupo toma la iniciativa y da la orden de escavar donde marca la varita.
Los ojos de los que se encuentran presentes no se pueden creer lo que están viendo.
El cadáver de una mujer se encuentra bajo el sauce.
Una sarcástica voz rompe el silencio, es la del Sr. Romero que dice: ¡Al fin la habéis encontrado! Os felicito, ha costado mucho tiempo y trabajo, pero al fin lo habéis logrado, grotescamente suelta una gran carcajada.
El inspector, toma el mando del caso y, conduce al comisario al departamento de homicidios para tomarle declaración.
Se recopilan todos los datos relacionados con el caso, hay que estudiar todo lo ocurrido desde el momento de los hechos hasta el día de hoy, hay que averiguar donde ha estado el error para no descubrir al asesino. El momento cumbre llega cuando el Sr. Romero es llamado para que declare.
Ahora da comienzo un duro trabajo, hay que recoger y guardar palabra por palabra todo lo que el comisario diga. Esta ha sido su declaración:
—Era una noche estrellada, lo recuerdo bien, después de hacer el amor apasionadamente algo se cruzó en mi mente, veía a Virginia en brazos de otro hombre, sentí unos celos irrefrenables y, mi paranoia me llevo a estrangular a la mujer que más he amado en mi vida, después me dirigí al jardín, allí, bajo el sauce, cavé un gran hoyo, subí a la alcoba y con sumo cuidado tome el cuerpo de mi esposa y lo deposité en él cubriéndolo de tierra, el verde sauce lloraría por ella toda la vida. El resto ya lo conocéis.
Según me consta, el Sr. Romero fue traslado de inmediato a un hospital psiquiátrico para que los médicos estudiaran su enfermedad. Mientras, los abogados preparan el juicio.
Esta es toda la información que hasta mí ha llegado de momento.
Ahora me encuentro descansando. Estoy acalorado y cansado, tengo los ojos cerrados, el despacho está oscuro y vacío. Una guapa secretaria que se ocupa de la informática se sienta ante mí. La luz azul me ilumina y me saca del letargo, me pide todos los datos que guardo del caso de Virginia, la mujer desaparecida.
Yo, computadora obediente le paso los informes que me pide y, ella con gran destreza, después de comprobar la información escribe, CASO RESUELTO, dando así por terminado el sumario.


Mª Eugenia Pereiro Barbero

Mayo 2011


1 comentario:

  1. Me ha gustado porque creo que mantiene la intriga hasta el final no solo del asesinato,sino de ese narrador infidente que es la computadora.
    Te felicito.

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