Un wasap y llega la mala noticia que me
encoge el ánimo. Ángel ha muerto. Y en ese momento todos los recuerdos
acumulados durante nuestros años de conocimiento y de amistad se hacen
presentes otra vez y tienes la triste certeza de que ya no vas a verle más ni a
charlar con él, ni a compartir ninguno de los vínculos que aún nos unían.
Ángel Pulla.
Secretario y colaborador en Amaduma durante varios años. Y aún más importante:
un buen compañero y un gran amigo. Un hombre recto, de personalidad acusada, que
llamaba a las cosas por su nombre y que tras su imagen de seriedad que a veces
imponía un poco, —solo a quien no le conociera— se encerraba una persona noble,
tierna, y de fuertes principios de los que no abdicó jamás. Si tuviera que
resumir sus cualidades más representativas, al menos para mí, serían la rectitud
y la lealtad.
Se nos van
aquellos con los que hemos vivido circunstancias y experiencias que
permanecerán en nuestra memoria. Y sentimos una cierta orfandad ante su marcha.
Amigo, siempre
te recordaré con cariño. Descansa en paz.
Mayte
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