18 octubre 2023

EL AIRE DE NUESTRAS VIDAS

 

Una de las manifestaciones más frecuentes y emblemáticas de la naturaleza es el VIENTO. Son muchas las personas que lo tildan de “molesto”, con el subsiguiente rechazo a este elemento tan natural en nuestra diaria existencia., Antes de salir de casa para realizar cualquier actividad o el simple paseo que tanto conforta, solemos repetir mucho una frase: ¿hace viento? Cuando la respuesta es afirmativa, tomamos la decisión de renunciar al paseo o hacerlo bien abrigados, por las consecuencias lesivas que puede tener para nuestro organismo ese “incómodo” estado del tiempo. Desde luego parece que es una palabra o realidad física que padece “mala prensa”.

En principio hay que manifestar, para el que aún dude sobre su naturaleza, que el viento es simplemente el aire que se mueve. Obvia evidencia. Se desplaza a baja velocidad, cuando lo llamamos brisa. O haciéndolo a gran velocidad y le damos otros nombres más “impetuosos” como ventisca, tornado o tempestad eólica. ¿Y por qué se mueve el aire? Porque la atmósfera y su contenido químico tiende a equilibrar el peso del aire o presión. Ese movimiento del aire se realiza lentamente cuando la diferencia de presión en dos o más zonas es pequeña o lo hace a más velocidad cuando esa diferencia de presión es mayor. También influye la distancia entre una zona de alta presión (anticiclón) y otro espacio con menor presión atmosférica (borrasca o ciclón).

¿Es tan desafortunada la existencia del viento? En absoluto. Puede ser molesta, pero nunca esencialmente “mala”. Salvo cuando esa velocidad del aire se convierte en temporal, produciendo destrozos y daños de toda naturaleza. Por el contrario, el viento es sumamente útil para la vida. Repasemos algunos simples ejemplos.

·        El viento posibilita el desplazamiento de los barcos en el mar, utilizando el VELAMEN DE LOS NAVÍOS. Con ello se suplía, en otras épocas, el uso de diversas energías, humanas o de origen fósil (carbón, petróleo, gas natural) que son perniciosas y costosas (no renovables). También arbóreas, como la madera.

·        El desplazamiento del aire puede producir energía eólica, la imprescindible electricidad, mediante los AEROGENERADORES, cuyas grandes aspas al moverse hacen girar el engranaje de una gran “dinamo”, que convierte ese movimiento en electricidad. Es una energía “limpia”, barata e inagotable (o renovable).

·        Este mismo sistema estaba en la base de los MOLINOS DE VIENTO, para moler el trigo u otro cereal o para extraer el aceite de las olivas prensadas. Este simple e ingenioso artilugio facilitaba el movimiento de grandes piedras (molares) que presionaban sobre los serones de esparto con aceitunas “molidas” o sobre los granos de trigo para convertirlos en harina.

·        Siempre se ha utilizado la fuerza del viento para SECAR LA ROPA que previamente se ha lavado. El paso del aire seca con mayor rapidez la ropa mojada sobre los “tendederos”, sin gastar electricidad, como exigen las modernas secadoras.

·        Ese viento tan beneficioso, junto al comportamiento de las aves de la naturaleza, permite que las SEMILLAS DE LAS PLANTAS SE DIFUNDAN o extiendan por los espacios de cultivo, permitiendo la generación de nuevas plantas de frutos comestibles.

·        No se olvide otro servicio inmediato: en los días de intenso calor el paso de la brisa permite REFRESCAR el medio ambiente, ayudando a secar el sudor de nuestros cuerpos. Esa muy grata evaporación alivia de inmediato el calor de nuestras sufridas epidermis.

·        El viento permite “curar” o DESECAR DETERMINADOS ALIMENTOS, como son las sabrosas, tal vez indigestas, chacinas (chorizos, jamones, morcillas, lomos). También uvas pasas y, junto a la sal, el versátil y saludable bacalao.

·        A los ALBAÑILES y PINTORES de tabiques y fachadas también les viene muy bien que el aire se “mueva”, pues facilita la construcción y el secado de miles de edificios.

·        Añadamos algo más poético, sensorial y espiritual. ¿Valoramos los hermosos y BELLOS SONIDOS con que la naturaleza obsequia nuestros órganos auditivos? Esa muy bella acústica, tañida por la acción del viento sobre las ramas y las hojas de los árboles al moverse es como una sublime y bien organizada orquesta natural. Escuchamos sugerentes melodías, tocadas por instrumentos de “viento o percusión” llenas o plenas de encanto, exquisito alimento espiritual para nuestra sensibilidad. 

 


Como hemos podido comprobar (o recordar) no todo en el viento es incomodidad, sino que por el contrario muchas de sus manifestaciones son aprovechables y beneficiosas para la vida. En todo caso, para los cuerpos más sensibles a la intensidad eólica (de EOLO, el dios mitológico de los vientos) está la fácil solución de echar mano de un buen abrigo para protegernos.

Para finalizar esta “ventosa” reflexión, recordemos que también el mundo del cine es deudor de esta realidad que sustenta la naturaleza. Son numerosos los títulos cinematográficos que utilizan esa palabra, tantas veces escrita en estas líneas. Recordemos, al menos, cinco obras cinematográficas, imperecederas y míticas, por las historias narradas y protagonizadas en la gran pantalla. Lo que el viento se llevó (1939), Escrito sobre el viento (1956), Cuando el viento silba (1961), El viento y el león (1975) El niño que dominó el viento (2019).

 

José L. Casado Toro

Octubre 2023.

  



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