Fueron muchos
los niños españoles que, en aquellas lejanas y míticas décadas de 1950 y 1960, gozaron
con la gran suerte de tener o sentir dos familias en sus jóvenes vidas. La
primera, y de naturaleza propiamente genética, era aquella en la que se había
nacido. La segunda, divertida y entrañablemente ficcional, era la de don Ulises,
que nos “invitaba” a compartirla cada semana en un tebeo, titulado en su
cabecera con esas tres maravillosas letras: TBO.
Se trataba de
una muy bien cuidada publicación, dirigida a un público infantil (aunque
también era gozosamente leída por las personas adultas) que nació en 1917 y estuvo
editándose hasta 1983, cuando el TBO “desapareció” de los puestos de venta de
periódicos y revistas. El TBO era, sin duda, el “tebeo” más popular y
solicitado entre los lectores infantiles.
Entre sus imaginativas
historietas bien ilustradas y diestramente dibujadas de cada semana, en esa
económica publicación, a partir de 1945
aparecieron una o dos páginas de una admirada y divertida historieta,
protagonizada por LA FAMILIA ULISES. Este modélico
grupo familiar, de clase media en la posguerra, residía en la región catalana,
concretamente en la ciudad de Barcelona. Lo formaban 7 miembros muy bien
definidos y dibujados, en los relatos gráficos que podíamos leer (y releer)
cada siete días.
El padre, don ULISES HIGUERUELO, era un emprendedor o
dinámico hombre de patente bondad, obeso y calvo, casi siempre usando sombrero,
que trabajaba en una oficina. A pesar de su generosa voluntad, veía como casi
todo lo que intentaba acababa en un cómico o ridículo “chasco” para su persona,
lo que no le desanimaba para que en la siguiente historieta volviera a aplicar su
ejemplar intencionalidad. Su señora era doña
SINFOROSA. También con notable peso o humanidad corporal, mujer que
siempre pretendía o suspiraba por avanzar en la jerárquica escala social. La
abuela, madre de Sinforosa, doña FILOMENA,
sufría calvicie, por lo que se cubría su cabeza con una peluca, que a veces
perdía, abrigándose con una modesta toquilla negra. Era una mujer de campo, que
pronunciaba de forma muy peculiar determinadas palabras, para divertimento de
quienes la escuchaban. También era experta en insólitas soluciones medicinales aplicando
las hierbas recogidas de la naturaleza. El matrimonio tenía tres hijos. LOLÍN, era la mayor. Veinteañera, a la que se le
trataba con ilusionado esfuerzo de buscarle un buen pretendiente, con repetidos
y patentes fracasos. De vez en cuando aparecía la estable opción de don Paco,
un señor bien situado, pero bastante mayor para ella. POLICARPITO
y MERCEDITAS, eran los otros dos hijos,
niños bien educados, nada traviesos, pero con la sana espontaneidad de la
infancia. Poseían una mascota, un perrito blanco, llamado TRESKY que también era protagonista de algunas viñetas.
Las historietas
protagonizadas por esta muy popular familia se enmarcaban en la Barcelona de la posguerra, en donde la presencia
de estraperlistas de baja estofa aparece con frecuencia. Fernandino, un
“caradura, trilero” amigo de don Ulises también tiene un cierto protagonismo en
divertidos episodios. Como gran valor de la familia Ulises destacaba su fraternal
unión, pues siempre iban juntos a cualquier parte o acción. Eran buenos
domingueros, pues gustaban pasar el fin de semana en el ambiente saludable del campo.
Veraneaban en una casita que poseían en un pueblo cercano, llamado San Agapito de Rabanal, en donde también se sitúa
el desarrollo de algunos cómicos episodios.
Las aventuras
de esta simpática familia eran narradas en páginas semanales de 12-18 viñetas,
con sus densas “nubes o globos” de fáciles diálogos. Representan un interesante
y valioso documento socio histórico de una parte del territorio peninsular, en
las décadas posteriores a la finalización de la Guerra Civil, del 1936-39. La
aparición de “trileros”, timadores y vendedores ambulantes, se mezclaba con las
andanzas de la gente bien, muy encopetada y con muchos humos o ínfulas en lo
social. En los domicilios de aquella época sonaba la radio, pues la televisión
no llegaría a los hogares españoles sino a partir de los años sesenta.
¿Y quién
dibujaba, de forma tan magistral, a estos entrañables personajes? Un genial artista
de los lápices y los colores, nacido en la isla de Menorca, cuya familia se
trasladó a Barcelona cuando él tenía siete años, llamado MARINO BENEJAM FERRER (1890-1975). Además de la
familia Ulises, que comienza a dibujar en 1945, tenía otras historias, con
significados personajes, como Melitón Pérez, las aventuras de Eustaquio
Morcillón y Babali, y una curiosa página divulgativa e imaginativa, titulada
Los grandes inventos del TBO. Los guiones de la familia Ulises los escribía JOAQUÍN BUIGAS GARRIGA (1886-1963) quien era
precisamente el director y propietario de la revista TBO, desde su fundación en
1917.
Benejam estuvo
dibujando hasta 1969, pues una enfermedad ocular le impidió continuar su genial
trabajo gráfico, pasando las plumillas y los lápices a otros dibujantes. La
Familia Ulises siguió llegando a las manos de los niños y adultos españoles
hasta 1979, generando sonrisas, sueños y empatías, año en el que esta popular
familia ya no volvió a compartir nuestros ratos de ocio con sus alegres
aventuras, “Desapareció” de nuestras vidas, aunque no de nuestros afectivos
recuerdos. Cuatro años más tarde, el propio TBO dejó de editarse.
En el mundo de
los tebeos, había surgido ya para entonces otro gran maestro de los dibujos y
de las historietas más diversas y divertidas. Era el genial FRANCISCO IBAÑEZ TALAVERA, Barcelona (1936 - )
vinculado durante muchos años a la editorial Bruguera. Un excepcional y
laborioso dibujante, también guionista de importantes personajes, tales como
MORTADELO Y FILEMÓN, ROMPETECHOS, la FAMILIA TRAPISONDA, 13 RUE DEL PERCEBE o
el BOTONES SACARINO.
La FAMILIA ULISES es
un importante referente de esos años 50 – 60, tiempos difíciles y complicados
para la masa humilde de un país, con numerosas carencias y limitaciones. Sin
embargo, la lectura de estas amenas y divertidas historietas nos provocan numerosas
sonrisas amables, comprensivas y empáticas, ante la sencillez de una familia
que se esforzaba en alcanzar un mayor protagonismo en la escala social, siempre
sin suerte. Además de distraer, esas páginas nos ofrecen elementos documentales
muy útiles para entender mejor nuestro pasado histórico. Realmente era la 2ª
familia ficcional de muchos niños y lectores adultos españoles, quienes cada
semana esperaban, con nervioso y maravilloso interés, la llegada del TBO a los
puestos de venta. Una valiosa y amena revista infantil, muy apreciada por sus
afortunados lectores en el anclaje nostálgico de los buenos recuerdos. –
José L. Casado Toro
Abril 2023.
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