Artículo de Raúl
Rivas González, catedrático de Microbiología, Universidad de Salamanca y
publicado en la revista digital The Conversation.
Los desodorantes y los antitranspirantes son productos que muchas
personas emplean a diario y que, con frecuencia, son usados indistintamente.
Sin embargo, los dos términos no son intercambiables, porque emplean sustancias
activas y mecanismos de acción completamente diferentes para reducir el sudor y
el olor corporal.
Las diferencias
entre desodorantes y antitranspirantes
La principal diferencia entre los desodorantes y los
antitranspirantes es la forma en que reducen el olor corporal. En gran parte,
el olor corporal que emitimos es consecuencia de la actividad metabólica de las
bacterias que habitan en nuestra piel, y que, según la ocasión, producen una
combinación maloliente de compuestos orgánicos volátiles, con los ácidos grasos volátiles y los tioalcoholes como los
principales ingredientes.
Para afrontar el problema, los desodorantes contienen compuestos
antibacterianos, como el triclosán y la clorhexidina, que combaten el olor
atacando directamente a las bacterias. En Europa, la concentración máxima
permitida de triclosán en desodorantes, polvos faciales y otros cosméticos
es del 0,3 %, pero tan solo del 0,2% en enjuagues bucales.
En cuanto a los antitranspirantes, no actúan sobre las bacterias
que producen los compuestos malolientes que acompañan al sudor. Los
antitranspirantes contienen ingredientes químicos cuyo objetivo es evitar o
limitar la producción de sudor, y por tanto eliminar la materia prima utilizada
por las bacterias para que apestemos.
Estos compuestos son siempre a base de aluminio o circonio.
Concretamente, el clorhidrato de aluminio es
uno de los más utilizados. Actúan formando un tapón polimérico, que impide, por
bloqueo físico e inhibición química, que la transpiración salga de las glándulas
sudoríparas. El efecto de los antitranspirantes no es permanente, porque con el
tiempo el tapón se rompe y el sudor emerge liberado.
Sin alcohol y nada
pegajosos
A pesar de todo, desodorantes y antitranspirantes comparten
algunas características. En ambos casos usan una base de ciclometiconas, unas moléculas cíclicas que se
evaporan con rapidez y facilidad. Esta particularidad les permite transportar
los ingredientes del desodorante o antitranspirante a la superficie corporal, y
acto seguido evaporarse con celeridad, evitando que la piel quede pegajosa.
El ciclopentasiloxano es un solvente
habitual en los productos de la compañía Unilever, como los populares
desodorantes-antitranspirantes en barra de la marca Axe.
Por lo general, antes de la llegada de las ciclometiconas, era
común, y todavía lo es en muchos productos, usar los alcoholes como solventes,
pero tardan más tiempo en secarse y también pueden irritar la piel con mayor
facilidad.
Un poco de historia: de MUM a Rexona
La primera marca de desodorante comercial,
desarrollada por un inventor desconocido de Filadelfia (EE. UU.), se llamó
MUM y fue registrada en 1888. Consistía en una crema cerosa que contenía óxido
de zinc como ingrediente activo para eliminar las bacterias productoras de
olores. En 1952, MUM volvió a innovar al presentar el primer desodorante roll-on.
Hoy en día, el roll-on es una de las formas de aplicación más
importantes en la industria de los desodorantes, y la marca MUM continúa activa en el mercado.
En cuanto al primer antitranspirante comercial de la
historia, recibió el nombre de Everdry y era aplicado con un hisopo de algodón.
Se lanzó al mercado en 1903. Algunos años más tarde llegó Odor-o-no (Olor,
¡oh, no!), una loción de tocador para evitar la transpiración excesiva
desarrollada y registrada como marca comercial en 1909 por Abraham D. Murphey.
Tanto Everdry como Odor-o-no utilizaban cloruro de aluminio como ingrediente
activo.
La
popularidad de Odor-o-no comenzó a crecer a partir del verano de 1912, tras ser
promocionado en una exposición de Atlantic City. En 1914, Odor-o-no se
convirtió en Odo-ro-no por primera vez. Y en los años siguientes la línea de
productos se diversificó. El potencial y la aceptación popular de la marca hizo
que pasara por las manos de diferentes compañías a lo largo del siglo XX. Hasta
que en 1986 fue comprada por Unilever N.V., que abandonó la marca Odo-ro-no en
favor de Rexona. Aunque hoy en día es la marca de desodorantes y
antitranspirantes que la compañía vende en la mayoría de los países en los que
opera, en algunos productos sigue apareciendo la palabra odorono.
El desodorante que no te abandona
En
la actualidad, Rexona se ha convertido en la marca de desodorantes más vendida
en el mundo y la artífice de una de las mejores frases publicitarias de la
historia: el famoso eslogan “Rexona no te abandona”. La sentencia cobró especial
sentido cuando la marca incorporó la tecnología Motionsense a sus productos.
Según
Unilever, el sistema Motionsense emplea exclusivas microcápsulas que se activan
con la fricción generada en las axilas al movernos, haciendo que las cápsulas
estallen y liberen frescura. Eso permite que el efecto del desodorante perdure
durante más tiempo. ¿Cómo es posible?
Pues
muy sencillo, entre los ingredientes de este tipo de desodorantes hay unos
especialmente interesantes, utilizados como aditivos, que reciben el nombre de
maltodextrinas. Al igual que otras ciclodextrinas, son oligosacáridos cíclicos
(azúcares circulares) obtenidos a partir del almidón de diferentes cereales,
entre ellos el maíz. Algunas bacterias poseen enzimas específicas (ciclodextrina glicosiltransferasas) que
catalizan la conversión de almidón en ciclodextrinas.
Las
maltodextrinas poseen una cavidad hidrofóbica capaz de acomodar
moléculas hidrofóbicas,
es decir que son repelidas por el agua. Eso les permite atrapar y encapsular
moléculas aromáticas como el linalool, el geraniol, el citronelol y
otras que suelen estar presentes en los desodorantes. Cuando aplicamos
desodorante, la pareja maltodextrina y sustancia aromática se deposita sobre
nuestra piel, adhiriéndose a la zona pulverizada. El movimiento y la fricción
rompen las microcápsulas que, poco a poco, liberan las agradables fragancias, y
de esta forma, el desodorante no te abandona, porque el aroma es liberado
progresivamente y así consigue perdurar durante un tiempo prolongado.
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