Artículo de Raúl Quevedo Blasco, Doctor en
Psicología. Laboratorio del Sueño y Promoción de la Salud (Centro de Investigación
Mente, Cerebro y Comportamiento-CIMCYC), Universidad de Granada. Publicado en
la revista digital The Conversation.
Quizá lo esté sufriendo y no sea consciente de
ello. Aproximadamente, uno de cada diez adultos europeos y
norteamericanos padece
el síndrome de piernas inquietas, pero está muy infradiagnosticado.
En
países como España, por ejemplo, hasta el 90 % de los pacientes ignoran que lo
tienen. Y
en la mayoría de los casos, los diagnósticos son muy tardíos.
Un
agravante es que resulta aún más difícil detectar en los
niños,
ya que puede asociarse al déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Como
demuestran múltiples estudios, hay una estrecha relación entre el TDAH
y los trastornos del sueño en general.
Sensación de quemazón, burbuja o cosquilleo
Atentos,
pues, a los síntomas. Tal y como describen algunas investigaciones, los afectados experimentan sensaciones
descritas como “reptantes”, “burbujas gaseosas en las venas” o “quemazón” que
les fuerzan a mover las piernas para aliviar temporalmente la angustia o la
ansiedad que les produce.
En los casos más graves, la persona afectada se tiene
que levantar e, incluso, ponerse a caminar: es la única forma de aliviar
su intranquilidad, que vuelve a aparecer en cuanto se acuesta.
También
llamado enfermedad de Willis-Ekbom o trastorno de movimientos periódicos de
las extremidades,
ese movimiento anómalo y redundante se vincula especialmente al sueño: más de un 80 % de los episodios
ocurren por la noche.
Tanto la Clasificación Internacional de Trastornos del Sueño (ISCD-3), como la Clasificación Internacional de Enfermedades
(CIE-11), lo incluye dentro de los “trastornos
del movimiento relacionados con el sueño”.
Los
síntomas (o sensaciones) propician que se tarde más en conciliar el sueño.
Además, los movimientos provocan un mayor número de despertares y dificultan el acceso al sueño
profundo (fases 3 y 4). Durante estas etapas, principalmente, se produce la
restauración corporal y neurológica.
¿Por qué se
produce?
En cuanto a las causas, son múltiples. Desde hace años se atribuye
a un déficit de hierro, anemia (llegada deficiente de oxígeno a los tejidos) y
alteraciones en los niveles del neurotransmisor dopamina. Todos estos factores
están relacionados con la regulación del movimiento.
Aproximadamente el 50 % de los casos tendría un origen genético, sin
enfermedades asociadas. No obstante, el síndrome puede aparecer como
consecuencia secundaria de otras patologías, como la diabetes, el párkinson o
la esclerosis múltiple.
Algún estudio también
indica que es frecuente en pacientes con traumatismo craneoencefálico.
¿Qué consecuencias
puede acarrear para la salud?
El síndrome de piernas inquietas va unido a otros problemas
relacionados con el sueño, como el
insomnio y el excesivo cansancio o somnolencia diurna. Esto puede comprometer el rendimiento escolar de los
menores (problemas de atención, memoria, concentración, orientación y
aprendizaje), causar accidentes de diversa índole e incluso deteriorar las
relaciones sociales y el desempeño de las actividades cotidianas.
Por añadidura, a veces acarrea serias consecuencias psicológicas,
vinculadas sobre todo a la depresión y la ansiedad.
Prevención y
tratamiento
La práctica de hábitos saludables contribuye a la prevención de
múltiples patologías, y los casos leves de este trastorno no son una excepción.
Como cualquier tipo de alteración vinculada al sueño, requiere mejorar los
hábitos de nuestro descanso nocturno, incluyendo masajes, estiramientos o
terapias específicas de relajación muscular.
Además, es recomendable toda actividad que favorezca dicha
relajación muscular e induzca al sueño, como darse un baño tibio o caliente
antes de dormir. Incluso se ha analizado la eficacia de centrarse en una tarea
cognitiva de manera sostenida como
estrategia para disminuir los síntomas. Es
decir, llevar a cabo actividades mentales que inicien un comportamiento
distinto al de mover las piernas.
También resulta muy aconsejable realizar ejercicio físico durante
el día y reducir o suprimir el consumo de sustancias excitantes, como el
tabaco, la cafeína o la teína.
Por último, cuando el síndrome de piernas inquietas tiene un
origen neurológico, se emplean fármacos de diversa índole. Entre ellos, los
que aportan hierro al organismo y regulan los niveles de dopamina. Tampoco se puede
obviar que algunos medicamentos, como los antipsicóticos, pueden empeorar este síndrome.
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