RELATOS BREVES
Te
trataré como a una reina. Te querré siempre. Haré de ti la mujer más
feliz del mundo… afirmaba él entonces.
Ahora la ambulancia avanzaba a gran velocidad,
sorteando vehículos, sin respetar semáforos. La sirena, insistente, lastimaba
los oídos de los viandantes. Y ella notando cómo la sangre brotaba, caliente,
de las heridas no pudo recordar siquiera el número ni la intensidad de las puñaladas.
Tan solo sentía frío, mucho frío…
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La vio sentada en el suelo
sobre una manta. El cartel a su lado rezaba: “Necesito ayuda. Tengo ambre”.
Dudó solo unos momentos. De la mochila que
cargaba en su espalda extrajo el envoltorio de papel en el que llevaba su
almuerzo y lo depositó junto al cartón mal escrito.
Al regreso del largo día de
trabajo, cansada y hambrienta pasó junto a la esquina en la que había socorrido
a aquella mujer. En el suelo vio el bocadillo abierto, las galletas rotas y el
plátano a medio comer. Un perro famélico husmeaba entre los restos.
MAYTE TUDEA.
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