10 marzo 2023

EL CULTURAL.- Décima entrega: Spielberg

 

     Hace unos 46 años, en un gran cine abarrotado de público me estremecí con las imágenes de Tiburón y supe que había descubierto a un gran cineasta. Ayer, con solo otras tres personas en una pequeña sala, disfruté con Los Fabelman y supe que allí estaba, de nuevo, el chico de oro que reinventó Hollywood.

     Así lo llama el número que El Cultural dedica al creador de tantos iconos de la cultura popular, desde aquel escualo asesino   al  extraterrestre que quería volver a su casa (ET), desde un arqueólogo con látigo (Indiana Jones) a una isla poblada de dinosaurios (Parque Jurásico); el que mostró el horror de la guerra en las playas de Normandía (Salvar al soldado Ryan) o en los campos de Francia donde sufrían los caballos a la par que los hombres (Caballo de batalla). Y el que retrató con su precisión de siempre el horror del holocausto (La lista de Schindler) o el ambiente de la guerra fría (El puente de los espías).

      Spielberg nació en 1946 en Cincinnati, y formó, en los años 70, con George Lucas, Martin Scorsese, Brian de Palma y Francis Coppola, la punta de lanza de una generación que por empuje y creatividad se convertiría en dueña de las pantallas. La guerra de las galaxias, Taxi driver, Carrie, y El padrino, ahí los tienen.

     Un análisis sobre el cine de SS afirma que “ha sido calificado de anti-intelectual y optimista”; pero lo que define de forma nítida su filmografía es la búsqueda de la emoción, el acercamiento a unos determinados personajes cuyas vivencias son capaces de provocar la adhesión de los espectadores. No encontramos en éstos un esquematismo empobrecedor de tal modo que entendemos a un ciudadano mediocre que trabaja como agente para la Unión Soviética (El puente de los espías) o lo seguimos cuando nos presenta mundos radicalmente diferentes del suyo como en la melodramática El color púrpura (donde descubrimos a una joven y brillante Whoopy Goldberg) o en las históricas El imperio del sol y Munich donde pasa de la invasión japonesa en Shangai a la masacre de once olímpicos israelíes en el año 72.

     A lo largo de una dilatada carrera profesional, con dos productoras propias, Amblin y Dream Works, y una nómina de colaboradores frecuentes en los roles de directores de producción y guionistas, más su músico estrella, John Williams quien, a los 91 años y 5 oscars en sus vitrinas, sigue firmando bandas sonoras como la de Los Fabelman.

     Y voy a terminar por donde empecé. Si aprecian el cine de Spelberg o si aprecian el cine sin más, no dejen de ver esta autobiografía en la que el autor desnuda su infancia y juventud, rinde recuerdo cariñoso a sus padres, y nos presenta alguna secuencia inolvidable como aquella de casi cinco minutos en la que, mecidos por un concierto de Bach, vemos las imágenes que  el joven ha grabado de un picnic familiar y descubre un secreto que se muestra, a la vez, a los espectadores. Cine puro, lección magistral de montaje, grande Spielberg.

José Ramón Torres Gil

 


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