Artículo de Alejandro Cano Villagrasa, Profesor en el
Grado de Logopedia y Psicología, Universidad Internacional de Valencia y Beatriz Valles-González, Directora del
Grado en Logopedia, Universidad Internacional de Valencia. Publicado en la
revista digital The Conversation.
El aprendizaje se
puede interpretar como el proceso en el cual se modifica nuestro sistema
nervioso central para interiorizar y adherir el conocimiento. Este proceso se
adquiere y se realiza desde etapas muy tempranas del desarrollo hasta
que el individuo fallece. Es decir, desde el desarrollo
embrionario hasta el fallecimiento, el ser humano no deja de aprender.
Desde la perspectiva
de la psicología del desarrollo, las etapas del aprendizaje son muy variadas y
heterogéneas, con múltiples diferencias que las hacen únicas y particulares en
función de las características de cada individuo. Por ello es imposible
determinar que una persona aprende igual que otra o, incluso, en el mismo
momento y de la misma forma.
De
más capacidad a más complejidad
Durante el desarrollo
infantil, se producen cambios neurofisiológicos que permiten la adquisición de
conocimientos cada vez más complejos, pero, de igual manera, se limita la
amplia capacidad que presentan los niños y las niñas de obtener más
aprendizajes.
Una vez alcanzada la
madurez neurobiológica, los cambios son más de tipo funcional que estructural,
hasta llegar a la adolescencia o a la edad adulta.
En este momento lo
que acontece es un proceso de optimización del funcionamiento de las
estructuras construidas, lo que permite que el aprendizaje se haga más complejo
y se puedan desarrollar ideas y pensamientos mucho más profundos y deliberados
que en la etapa infantil.
La
importancia de los contextos
Todo este desarrollo
se perfila en el entorno familiar y en el centro educativo, contextos clave
para que la persona comience con su aprendizaje, adquiera las competencias
necesarias para el desarrollo de las actividades básicas de la vida diaria, así
como para que vaya mejorando sus cualidades y destrezas con el fin de ganar una
mayor autonomía y funcionalidad, con lo que mejorará significativamente su
calidad de vida.
Los padres y los
profesores se convertirán en los principales agentes educativos. En ellos recae
la misión y el objetivo de educar al menor para que
se desarrolle de forma correcta, incidiendo en su aprendizaje cognitivo,
afectivo y social.
Edad
adulta: pensamiento científico y ética
En la etapa adulta,
la persona es capaz de dominar varias dimensiones del conocimiento, como los
aspectos científicos, artísticos, técnicos, morales o los conflictos sociales.
Estas construcciones, desde un punto de vista del desarrollo, podrían ser
consideradas como una evolución de los pensamientos más simples o básicos que
se comienzan a desarrollar en la infancia y se van perfilando en la
adolescencia.
Autores como Piaget destacan
que la vida del adulto tiene dos aspectos clave relacionados con el
aprendizaje: el primero se relaciona con el pensamiento científico y el segundo
con la ética, dos constructos que no se desarrollan completamente hasta la edad
adulta.
Durante esta etapa,
la persona lleva a cabo el proceso de individuación: se convierte en un ser
complejo, desarrollando todas sus potencialidades, y llega al culmen de su
proceso de aprendizaje.
Ralentización
y vejez
Por último, en la
vejez, el ser humano experimenta una ralentización de los procesos de aprendizaje.
Aunque sigue adquiriendo conocimiento, este proceso se limita si se compara con
las etapas anteriores del desarrollo.
La persona anciana se
ve vulnerable ante el deterioro de sus procesos cognitivos, que van a
restringir las capacidades necesarias para la absorción de conocimiento. Poco a
poco, la
red neuronal se verá mermada dificultando la asimilación de nuevos aprendizajes,
por lo que, en esta etapa, se reduce significativamente la función de
adquisición del conocimiento.
¿Cuándo se aprende
mejor?
Teniendo en cuenta
estos datos, es conveniente destacar que el periodo idóneo para el aprendizaje
se localiza en los primeros años de vida de una persona, es decir, en la etapa
de la infancia y la adolescencia.
En estos estadios se
dispone de una plasticidad cerebral única que permite adquirir con mayor
solvencia los conocimientos fundamentales para, poco a poco, madurarlos durante
etapas posteriores hasta llegar a la adultez; es en este periodo en donde la
capacidad de aprendizaje es máxima y el
individuo puede adquirir cualquier conocimiento que desee.
¿Cuándo
aprender qué?
No obstante, es
preciso destacar que no todos los conocimientos se adquieren de la misma
manera. Existen habilidades o competencias que se deben desarrollar en ciertas
etapas del desarrollo: esto se debe a la maduración de las estructuras
neurológicas relacionadas con el aprendizaje.
Por ejemplo, no es lo
mismo aprender a montar en bicicleta que resolver un problema matemático
complejo. En edades tempranas, ciertas estructuras no son lo
suficientemente maduras para poder llevar a cabo
procesamientos más complejos o abstractos, por lo que existen limitaciones o
edades idóneas para la adquisición de ciertos conocimientos. Por ello, es
importante determinar la edad y el conocimiento que se desea aprender.
Durante las primeras
etapas del desarrollo, los niños y las niñas adquieren mucho más rápido la
lengua en comparación con edades más avanzadas. Al llegar a la adolescencia, se
establece la identidad y la búsqueda de nuevas experiencias y vivencias,
desarrollando las habilidades sociales, afectivas y comunicativas. Por último,
en la adultez se comienzan a desarrollar pensamientos lógicos y críticos que
permiten la adquisición de conceptos abstractos y complejos en relación al
mundo que nos rodea.
El aprendizaje es un
constructo complejo y, aunque existan periodos críticos en donde se deban
adquirir ciertos conocimientos, el ser humano nunca deja de aprender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.