Artículo
de Elena Vecino Cordero Catedrática de Biología Celular (UPV/EHU), IdEX Prof.
Univ. Bordeaux (Francia), Life Member Clare Hall Cambridge (UK). IP Grupo
Oftalmo-Biología Experimental (GOBE), Universidad del País Vasco / Euskal
Herriko Unibertsitatea,
publicado en la revista digital The Conversation.
Normalmente,
consideramos las lágrimas como un fluido que sirve para mantener húmedo el ojo
y transmitir sentimientos. Así, podemos llorar cuando hace mucho frío, cuando
se nos mete algo en el ojo o cuando estamos muy tristes o muy alegres. También
pueden faltar si padecemos el síndrome del ojo seco.
Estas
son algunas de las circunstancias en las que las lágrimas nos dan información
sin necesidad de analizarlas. Sin embargo, cuando las examinamos con detalle
utilizando todas las tecnologías que tenemos a nuestra disposición, como los
análisis de proteínas (proteómica) o de las grasas que tienen disueltas
(lipidómica), nos proporcionan importantísimos datos sobre el funcionamiento de
nuestro organismo. Incluso nos podrían ayudar a diagnosticar enfermedades de
forma precoz.
Nuestro grupo de investigación, que trabaja en el sistema visual, lleva investigando
las lágrimas desde hace más de 20 años. Ahora sabemos muchas cosas de ellas gracias a las
técnicas antes mencionadas.
Una valiosa fuente de información
Aunque
el componente fundamental de la lágrima es agua salada, contiene otras muchas
sustancias disueltas; fundamentalmente, una capa grasa secretada en la base de
las pestañas por las llamadas glándulas de Meibomio, que están en el interior del párpado y desembocan en
la superficie ocular. Este componente se mezcla con el acuoso, excretado por
las glándulas lacrimales y, al parpadear, se organiza de tal forma que la grasa
queda en la zona superficial. Eso impide la evaporación de la parte líquida.
Asimismo,
la lágrima está en contacto con la superficie ocular gracias a unas moléculas
denominadas mucinas, que anclan la lágrima a la córnea (la parte transparente
del ojo). Precisamente, la córnea es la parte más inervada del organismo –es
decir, a donde llegan más terminaciones nerviosas–, por lo que las lágrimas
tienen un contacto casi directo con el sistema nervioso.
Y,
por último, la conjuntiva (parte blanca del ojo) está muy vascularizada, tiene
abundancia de vasos sanguíneos. Por eso, si se liberan sustancias del sistema
vascular, las podemos detectar también en las lágrimas, que bañan esta parte
del órgano visual.
En
resumen, podríamos decir que la lágrima está en contacto con los sistemas
vascular, nervioso y glandular. Una gran fuente de información, pero en un
volumen muy reducido.
¿Qué es y para qué sirve un biomarcador?
Los
biomarcadores son moléculas biológicas que se encuentran en la sangre u otros
líquidos o tejidos del cuerpo, y su presencia avisa de si el organismo funciona
normalmente o no. Por tanto, se utilizan para predecir enfermedades. Cuanto
antes tengamos información sobre la alteración de algún marcador, antes
podremos corregir o curar lo que la causa.
Todos
entendemos que unos niveles altos en sangre de glucosa pueden ser indicativos
de diabetes; los de colesterol, de enfermedades cardiovasculares; y los de PSA,
de problemas prostáticos. Esta medición, hoy muy común, podrá realizarse en el
futuro mediante métodos menos invasivos que la extracción de la sangre, como el
análisis de las lágrimas.
En
la actualidad, uno de los objetivos de la investigación biomédica es
descubrir nuevos biomarcadores y encontrar la manera de detectarlos de forma
rápida y fiable. Debemos tener en cuenta que pronosticar una enfermedad no
depende de la presencia o ausencia de esos indicios biológicos, sino de la
cantidad en la que se encuentren, como sucede con los niveles de glucosa,
colesterol, PSA, etc. Por ello, los dispositivos capaces de detectarlos,
deberán, además, discriminar de forma fiable la cantidad en la que se
presentan.
¿Podremos detectar enfermedades a través de las
lágrimas?
La
respuesta es sí. Cada vez se identifican en ellas más biomarcadores
predictivos, con capacidad de determinar la cantidad de esa molécula presente
en el organismo. En estos momentos, el análisis de la lágrima está en
desarrollo para disponer de lo que se denomina point of
care (diagnóstico inmediato), dispositivos que permiten
analizar de forma sencilla y rápida alguno de esos marcadores.
Todos
hemos visto el desarrollo rapidísimo de los test de covid.
En realidad, ese tipo de tecnología ya estaba disponible; lo que se hizo
durante la pandemia fue adaptarla al marcador específico de la cubierta del
virus que se quería detectar.
En
el caso de las lágrimas, probablemente sea necesario analizar más de un
marcador simultáneamente y cuantificar su presencia para asegurarse de que nos
hallamos ante verdaderos indicadores de una dolencia. También habrá que tener
mucho cuidado con la forma en que se recoge la lágrima y se traspasa al
dispositivo de análisis.
Indicios de párkinson, enfermedad coronaria y cáncer
de mama
Recientemente
se han publicado varios artículos sobre la posibilidad de predicción o
diagnóstico precoz de enfermedades analizando el fluido que segregan los ojos.
Así, nuestro grupo de investigación acaba de publicar un artículo donde hemos
detectado varias moléculas candidatas a ser biomarcadores de párkinson. La esperanza es explorar otras que nos permitan
identificar precozmente más dolencias neurodegenerativas, como el alzhéimer.
Además,
la identificación de un factor de crecimiento (G-CSF), procedente de la sangre, podría ayudar
a pronosticar la enfermedad coronaria arterial, junto con otros marcadores típicos de los trastornos
cardiovasculares y la combinación de parámetros como la edad, el sexo o el
grosor de la conjuntiva.
Y
en el apartado oncológico, varias publicaciones recientes indican la posibilidad
de analizar las lágrimas para diagnosticar el cáncer de mama.
Un
paso importante en este campo ha sido el diseño de un tipo de lentillas que se colocarían sobre el iris (la parte
coloreada del ojo) de la persona. Disponen de unos pocillos microscópicos donde
se deposita el líquido y que permiten hacer el test diagnóstico directamente en
el ojo.
Tras
ponerse a prueba en el laboratorio con lágrimas de pacientes, los
investigadores han identificado marcadores relacionados con el cáncer de mama,
aunque no han sido testadas directamente en personas.
El
diagnóstico precoz de enfermedades a través de biomarcadores podría marcar el
futuro de la biomedicina, y las lágrimas nos pueden dar las claves para poder
predecir dolencias de forma no invasiva, pero aún necesitamos más
investigación.
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