Artículo publicado en la revista digital The
Conversation, elaborado por Ana Belén Ropero Lara, Fernando Borrás Rocher y
Marta Beltrá García-Calvo, del departamento de Nutrición de la Universidad
Miguel Hernández.
Quien
más quien menos se ha contenido alguna vez a la hora de consumir bebidas
azucaradas, y es de todos sabido lo dañina que resulta una mala alimentación.
Sin embargo, con la sal común solemos tener manga ancha.
De
hecho, se calcula que en el mundo consumimos casi el doble de la cantidad de
sal considerada “saludable”. Un abuso que nos sale caro, tanto como 4 millones
de fallecidos cada año en todo el mundo. La sal, está claro, es el gran riesgo
ignorado en nuestras mesas.
Paradójicamente,
la Organización Mundial de la Salud (OMS) se centra en su reducción como
principal consejo nutricional para disminuir el impacto de las enfermedades más
importantes en los países occidentales.
Tiene
datos que avalan este consejo. Se ha demostrado que un consumo elevado de sal
es un factor de riesgo importante para las Enfermedades No Transmisibles (ENT). Nada menos que 4.1 millones de muertes
anuales se deben a una ingesta excesiva de sal.
El
sodio es el responsable de los efectos dañinos de la sal sobre nuestra salud.
Un consumo excesivo de sodio está relacionado con hipertensión arterial, enfermedad coronaria, infarto y cáncer de estómago. Además, afecta negativamente a los riñones, la piel, el cerebro y los huesos.
Como
consecuencia de sus efectos sobre la salud, la OMS establece una ingesta
recomendada máxima de 5g de sal al día (2 g de sodio). De hecho, considera que reducir
el consumo de sal es una de las mejores inversiones para reducir las ENT en el mundo. Además,
supondría un buen ahorro económico al sistema de salud.
Según
los datos del proyecto Carga Global de Enfermedad (GDB, por sus siglas en
inglés), la ingesta mundial de sodio está muy por encima de las recomendaciones en
181 de los 187 países estudiados (media de 3.95g sodio/día). Toda Europa
(España), Estados Unidos e Iberoamérica entre ellos.
El 75% de la sal que consumimos viene de los
procesados
La
cantidad de sodio en los alimentos naturales es baja, aunque los mariscos
tienen mayor contenido. Por lo demás, alrededor del 75% de la sal de
nuestra dieta proviene de los alimentos procesados (suelen llevarla añadida).
En
los últimos cinco años se han publicado varios estudios de diversos países en
los que se analiza el contenido de sodio en los alimentos. El más reciente es
el realizado por nuestro grupo de investigación, BADALI, en España. Los resultados son similares a los encontrados en Estados Unidos, Argentina, Costa Rica, Reino Unido
y Latinoamérica, entre otros.
En
general, la carne procesada (embutidos y charcutería incluidos), las salsas y
los aperitivos son los alimentos con mayor contenido de sal. Algunos tan
consumidos como el pan o los quesos también contienen gran cantidad. La sal
está incluso en alimentos dulces, como las galletas o los cereales de desayuno.
Por
poner un ejemplo, un bocadillo de jamón con queso, tan popular en nuestra
cultura hispana, ya aporta el 70% del sodio máximo recomendado. Una tarde de
frutos secos salados y snacks también aportan mucha sal, además de calorías.
¿Cómo saber si un alimento es rico en sodio?
La
Organización Panamericana de la Salud (PAHO), junto con la Oficina regional de
La OMS en las Américas (OMS-América), publicaron en 2015 el documento “Modelo de Perfil de Nutrientes”. En él establecieron niveles máximos de algunos
nutrientes para considerar alimentos como recomendables.
Para
la sal el máximo es de 1 mg de sodio por cada kcal que aporta el alimento.
Aplicando este criterio, alrededor de la mitad de los alimentos analizados
en España y en Honduras son
altos en sodio. De haberse aplicado a otros países, los resultados habrían sido
similares.
Por
el contrario, el Codex
Alimentarius y La Comisión Europea han establecido unas definiciones que pueden
ayudar al consumidor a elegir los alimentos más saludables por su contenido de
sal (ver tabla). Los alimentos frescos o procesados sin sal añadida son, en
general, los más bajos en sodio.
Tabla.- Criterios para clasificar los alimentos según su contenido de sodio.
¿Qué se está haciendo para reducir el consumo de sal?
Algunos
países como Chile, Argentina, Brasil, Italia, Canadá, España o Reino Unido
tienen en marcha programas para disminuir la ingesta de sal entre la población.
Recientemente, la OMS ha publicado umbrales de referencia de sal para diferentes categorías de alimentos. Los
quesos, los platos preparados, las conservas, las salsas o la carne procesada
son algunos de ellos.
A
pesar de estas medidas, los resultados de los análisis comparativos en los
últimos diez años son decepcionantes. Solo un estudio en Estados
Unidos encontró una reducción
generalizada en cerca de 3000 productos.
En
nuestro estudio en España no hemos obtenido disminución alguna, mientras
que en otros países, como Costa Rica, Nueva
Zelanda, Canadá o India,
solo se da en algunos tipos de alimentos.
Es
cierto que en los últimos años podemos encontrar en el mercado algunas opciones
de productos con menos sal. Concretamente, alguna conserva de pescado, queso o
fiambre. Sin embargo, estamos aún lejos de un compromiso real para la
disminución del contenido de sal de los alimentos.
Los
consumidores debemos dirigir este cambio exigiendo y consumiendo alimentos
bajos en sodio o, al menos, con menos sodio. No es necesaria una batalla contra
nuestro paladar, podemos hacer un cambio progresivo siguiendo estos consejos:
·
Aumentar el consumo de alimentos frescos.
·
Disminuir el consumo de alimentos procesados con sal añadida.
·
Lavar las conservas vegetales y legumbres antes de consumirlas.
·
Reducir el consumo de salsas.
·
Utilizar la versión sin sal de algunos alimentos. Esto puede funcionar muy bien
cuando se combina con otros productos como, por ejemplo, utilizar pan sin sal
para los bocadillos.
·
Reducir la “pizca de sal” al cocinar.
·
Sustituir la sal por especias.
·
Hacer desaparecer el salero de nuestra mesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.