Los Glaciares pirenaicos han resistido otros cambios climáticos, pero desaparecerán con este.
Artículo elaborado por Belén
Oliva Urcia, Universidad Autónoma de Madrid; Ana Moreno Caballud,
Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC); Jerónimo López Martínez,
Universidad Autónoma de Madrid; Miguel Bartolomé, Museo Nacional de
Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), publicado en “The Conversation”.
El
hielo de los glaciares de montaña está disminuyendo considerablemente, tanto en
los Pirineos como en otras cadenas montañosas del mundo como los Alpes, el
Himalaya o los Andes. Se aprecia visualmente cuando se comparan fotografías de
estos glaciares realizadas a principios del siglo XX con las de la actualidad.
Se
ha detectado que 33
de lo 52 glaciares que había en el Pirineo en 1850 (al final de la Pequeña Edad
del Hielo) han desaparecido, y 20 de ellos lo han hecho a partir de 1984.
El
retroceso de los glaciares. Sabemos que el retroceso del hielo se está viendo
acelerado por el calentamiento global y, además, se puede cuantificar. Gracias
a los estudios con tecnología láser, se han podido valorar las pérdidas de
hielo glaciar en los últimos años.
Para
el glaciar de Monte Perdido en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido
(Huesca), dicha pérdida se ha calculado en alrededor de 1 metro al
año en el periodo de 2011 a 2017. El espesor de hielo, detectado a partir
de perfiles de georradar, es
menor de 30 m, lo que indica que en pocas décadas probablemente habrá
desaparecido. Un final semejante espera al resto de los glaciares del Pirineo.
El
retroceso o la desaparición de los glaciares no es, sin embargo, un hecho
aislado de nuestros días. A lo largo de la historia de la Tierra se han
registrado muchas otras etapas de calentamiento y de enfriamiento, sin que
estas hayan tenido un origen antrópico. También condujeron a la formación o
fusión de glaciares en el marco de los ciclos glaciares e interglaciares del
Cuaternario.
La
larga vida de un glaciar. Para contextualizar el calentamiento actual y poder
valorar su intensidad y rapidez necesitamos no solo conocer la evolución
reciente del volumen de hielo, sino también saber su edad y su desarrollo a lo
largo del tiempo.
En
un reciente proyecto de investigación, EXPLORA PaleoICE, hemos
indagado sobre la evolución del glaciar de Monte Perdido en los últimos 2000
años y nos hemos preguntado si persistió en otros periodos de calentamiento
anteriores. De ser así, podríamos establecer la excepcionalidad del calentamiento
de nuestros días en un contexto temporal más amplio del que nos permiten los
registros instrumentales meteorológicos.
Datar
el hielo de un glaciar no es fácil porque se acumulan escasos restos orgánicos
en esos ambientes con limitada actividad biológica. Pero cuando se consigue,
los resultados nos permiten conocer la evolución de esa masa de hielo a lo
largo del tiempo.
En
el glaciar de Monte Perdido hemos analizado hielo de los últimos 2000 años.
Esto nos indica que, al menos desde la época romana, un glaciar coronaba las
cimas del actual Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
A
lo largo de los últimos dos milenios se han sucedido diversos periodos con
variaciones de temperatura significativas, siglos más cálidos como durante la
Anomalía Climática Medieval (entre los años 900 y 1300 de nuestro calendario) y
otros más fríos, como en la Pequeña Edad del Hielo (entre los años 1400 y 1850)
que se asocian con variaciones en la radiación recibida del sol.
Grandes
pérdidas de hielo en el último siglo. Ahora sabemos que el glaciar de Monte
Perdido no desapareció durante el periodo cálido de la Anomalía Climática
Medieval, aunque sí experimentó un
importante periodo de fusión.
Por
otro lado, la datación del hielo refleja que el glaciar ha perdido en el último
siglo el hielo acumulado en los últimos 600 años. Es decir, prácticamente se ha
fundido en los últimos cien años todo el hielo correspondiente al periodo de la
Pequeña Edad del Hielo.
Además,
los análisis geoquímicos de elementos ligados a la actividad humana (como por
ejemplo el hollín, el mercurio o el plomo) han confirmado esta pérdida de hielo
reciente. Dichos indicadores, que aparecen en cantidades muy elevadas en la
atmósfera de nuestros días, se encuentran en valores muy inferiores a los
esperables en la parte superior de la secuencia de hielo.
Comparando
la situación actual del glaciar de Monte Perdido con la que tuvo en otros
periodos cálidos anteriores, como el Periodo Romano o la Anomalía Climática
Medieval, hemos podido concluir que ahora está mucho más reducido en extensión
y volumen.
Además,
la tasa de pérdida de hielo actual es definitivamente más rápida que la
ocurrida en los cuatro siglos de la anomalía climática medieval. Esto sugiere
que el calentamiento actual es más acelerado y más intenso que el registrado en
otros periodos de los últimos 2000 años.
Con
las condiciones climáticas actuales, es razonable esperar la desaparición de
este glaciar, así como la de otros glaciares pirenaicos y de otras montañas del
sur de Europa en las próximas décadas.
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