10 junio 2021

RINCÓN MUSICAL

  


      Giuseppe Verdi: “Va, pensiero” de “Nabucco”



Giuseppe Fortunino Francesco Verdi, nació en Le Roncole en 1813, una pequeña localidad en la provincia de Parma, entonces ducado francés, en el seno de una familia modesta. Tuvo la fortuna de contar desde fecha temprana con la protección de Antonio Barezzi, un comerciante de Busseto aficionado a la música que desde el primer momento creyó en sus dotes. Gracias a su ayuda, el joven Verdi pudo desplazarse a Milán con el propósito de estudiar en el Conservatorio, aunque no lo admitieron porque sobrepasaba la edad exigida para ingresar y por su poca académica educación musical, en gran parte autodidacta. Continuará su formación musical recibiendo clases particulares de reconocidos maestros.

El 17 de Noviembre de 1839 estrenó su primera ópera, “Oberto, Conte di San Bonifacio”, cuando acababa de cumplir 26 años, alcanzando cierto éxito.

En 1838 perdió a su hija, en 1839 a su hijo y en 1840 a su mujer, Marguerite Barezzi, a causa de una encefalitis, lo que lo llevó a una profunda depresión, llegando a plantearse dejar la música por completo.

La lectura del libreto de “Nabucco” le devolvió el entusiasmo por la composición. La partitura, estrenada en la Scala de Milán en 1842, recibió una acogida triunfal, no sólo por los innegables valores de la música, sino también por sus connotaciones políticas, ya que, en aquella Italia oprimida y dividida de la época, el público se sintió identificado con el conflicto recreado en el drama. Con este éxito, Verdi no sólo consiguió su consagración como compositor, sino que también se convirtió en un símbolo de la lucha patriótica por la unificación política del país. Verdi tenía tan sólo 29 años.

El papel de Abigaille lo interpretó Giuseppina Strepoponi, famosa soprano, que será la esposa de Verdi durante más de 50 años.

Después de su éxito llegaron los “años de galeras” como el mismo reconoce; tuvo muchos encargos y sus compromisos le obligaron a escribir una ópera tras otra.  Empezó a pasar largas temporadas en París conociendo los trabajos de otros compositores.

Los estrenos de “Rigoletto”, “Il Trovatore” y “La Traviata”, la llamada trilogía popular, tuvieron un éxito extraordinario lo que propició un cambio: a partir de entonces sólo compuso aquello que deseaba componer.

Las siguientes óperas “La Forza del Destino”, “Don Carlos” o “Aida”, la más espectacular de sus obras, estrenada en 1871 para la inauguración del Canal de Suez, se alejan ya del encorsetamiento del melodrama italiano.

En 1874 decidió retirarse, aunque su editor le convenció para que compusiese algo más. De este compromiso surgieron “Otello” y “Falstaff”, ambas basadas en obras de Shakespeare, llegando a un grado de perfección extraordinario y creando un nuevo lenguaje dramático que influiría enormemente en la música escénica posterior.

Se retiró definitivamente en 1893, con 80 años de edad, después de haber compuesto 28 óperas.

Falleció en Milán en 1901. Su entierro, al que asistió una gran multitud, causó una fuerte conmoción popular. Al paso del cortejo fúnebre el público entonó espontáneamente “Va, Pensiero”

 

“Va, pensiero” (vuela, pensamiento) es el tercer acto de la ópera “Nabucco”. Está inspirada en el Salmo 137, y es considerada como su obra cumbre. La canción, cuyo tema es el exilio y la nostalgia por la tierra natal del pueblo hebreo en Babilonia, se convertiría posteriormente en el himno oficioso de los patriotas italianos, quiénes, identificándose con el pueblo hebreo, buscaban la unidad nacional y la soberanía frente al dominio austríaco.

La frase ¡¡ Oh mia patria sì bella e perduta! (Oh patria mía tan bella y perdida) resonaba, y sigue resonando, en el corazón de muchos italianos.

 

 



Nuni Yáñez y José Ramón Vega


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