Escribe José Ángel
Mañas: Madrid está en el meollo del mejor Galdós. Lo que tanto Fortunata y Jacinta como Miau, La de Bringas, los Torquemada
o el arranque de Nazarín tienen en
común. Más allá de la trama, Galdós pierde bastante cuando saca a sus
personajes a pasear por Toledo, Cantabria, Barcelona, los andurriales
suburbanos o el caserón abstracto de Halma…
y gana todo cuando madrileñiza la historia.
Y es que ese Madrid bullanguero que
rellena cualquier resquicio de sus novelas haciendo que desborden vida, lo conoció Galdós de primera
mano, nada más llegar de su las Palmas natal. Fue un momento de liberación
personal, de descubrimiento. Y se nota. Su infancia canaria fue la de un niño
enfermizo crecido a la vera de una madre dominante (Doña Perfecta), no más. Llegó al Madrid convulso de 1860 y aquellos
aires revolucionarios le marcaron hasta el punto de que su primera novela
recrea la levantisca y liberal Fontana de
Oro. Y es que las virulentas corrientes de opinión que entonces
agitaban el país sacudieron su juventud y lo formaron. Uno es siempre de la
época en la que fue joven.
Pasó por las aulas de Derecho como un
mediocre estudiante que prefería perderse y curiosear por las callejuelas que rodean la
Plaza Mayor y los cafés de Sol, antes
que empollar los temarios. De un ambiente familiar claustrofóbico saltó a una
vida en libertad de la que se enamoró profundamente. Y enseguida entendió que
allí estaba el material que necesitaba para su escritura: de los tipos
pintorescos que escuchaba por la calle (“Galdós sabe hacer hablar al pueblo”
dixit Baroja), de los exaltados tertulianos que frecuentaba en los cafés, de
los burgueses y aristócratas que podía conocer en los salones del Ensanche, pero
sobre todo de los pequeños comerciantes
de los que siempre se sintió afín. De todos ellos extrajo la sustancia necesaria para
convertirse en el mejor novelista de toda la literatura en castellano, con el
permiso de Cervantes. O sin él.
Para entender el Madrid galdosiano leed
Fortunata. Para su visión de España,
leed los Episodios Nacionales. Para
comprender y completar su figura humana debemos recordar que un liberalote como
él mantuvo una amistad de por vida con un conservador tradicionalista como
el cántabro José María de Pereda. O que fue capaz de
mantener un encuentro amistoso con la depuesta reina Isabel ya en el exilio.
Por encima de las ideas, para Galdós estaban las personas. Gran lección que los
políticos actuales podrían aprender y poner en práctica.
José
Ángel Mañas es escritor. Nacido en 1971, tuvo una
aparición fulgurante en el mundo literario con Historias del Kronen que tuvo
una popular adaptación al cine (1994). En 2019 ha ganado
el premio Ateneo de Sevilla con La última
juerga. En el suplemento de El Mundo
de 27/2/2020, publicó un artículo titulado Una
ciudad que es todas las ciudades
del que he resumido las líneas anteriores.
JOSÉ RAMÓN TORRES GIL.
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