Artículo publicado en la revista digital NovaCiencia.
Una concentración
de menhires descubierta recientemente revela el papel jugado por los
monumentos megalíticos para marcar los caminos, señalar puntos de agua
y guiar a los viajeros a los dólmenes de Antequera, en Málaga, espacios de
especial significación en las sociedades prehistóricas.
Hoy día, el municipio malagueño de
Antequera funciona como cruce de caminos que conectan la costa con el interior
de Andalucía y que vertebran la región de Este a Oeste. Ese
papel de nudo de comunicaciones no es nada nuevo, arranca desde el Neolítico, o
incluso antes, tal y como muestran nuevos estudios en el entorno de los
dólmenes.
Una investigación realizada en este lugar
mágico para los pueblos prehistóricos ha revelado la existencia de un
conjunto de menhires, diez concretamente, que se unen a otros
conocidos como los de la Peña de los Enamorados o los reutilizados en los
dólmenes antequeranos; «piedras hincás» como las llaman los
lugareños, que marcan un camino concreto y sirven de señalética para indicar la
dirección hacia los dólmenes de Menga, de Viera, los tholos de El Romeral,
y los monumentos naturales de La Peña de los Enamorados y El Torcal.
Así lo ha describe la investigadora de la Universidad de Málaga,
Lidia Cabello, en un trabajo conjunto con los especialistas de la Universidad
de Alcalá de Henares, Primitiva Bueno y Rodrigo de Balbín. Esta investigación
abre una perspectiva nueva para acercarse a estas construcciones prehistóricas,
al incorporar
al trabajo científico testimonios orales de habitantes de la zona,
que han convivido durante décadas con los menhires y los han utilizado como
puntos de referencia y lugares de encuentro, sin saber que se trataba de
construcciones levantadas hace unos 5.000 años.
Menhires, la señalética de
las vías prehistóricas
El estudio revela que estas construcciones prehistóricas han
sido utilizadas tradicionalmente desde tiempos inmemoriales hasta prácticamente
la actualidad, para señalar caminos, puntos de agua o
zonas de buenos pastos para el ganado. Es más, algunos de estos
menhires, que se encuentran en un estado de conservación excelente y en el
lugar donde fueron dejadas por los pobladores prehistóricos, concuerdan
perfectamente con cañadas y veredas reales o recogen partes de antiguas vías
romanas.
A tenor de las informaciones recabadas
con esta investigación, Lidia Cabello afirma que estas piedras hincadas en el suelo
funcionaban como hoy día lo hacen las señales viales de las carreteras.
Casi con total seguridad sirvieron como elementos de orientación, en un terreno
que hoy día es un cruce de caminos, autovías y vías férreas, y que hace
5.000 años también era transitado por unos pobladores que tenían unas
costumbres de movilidad mucho mayores de lo que se pensaba hasta ahora.
Unen la costa con el interior
“Los menhires descubiertos en esta investigación marcan el
camino que une la costa malagueña con el interior”, explica Lidia Cabello. Esta teoría se asienta en la ya
conocida relación e intercambio cultural, y puede que también de productos, que
existió entre pobladores del litoral y de territorios de lo que hoy día es el
entorno de Antequera desde el Paleolítico, confirmada por la presencia de
productos marinos no solo como alimento, sino también como adorno personal, que
se siguieron viendo hasta la edad de los metales.
«Los menhires son unas referencias en un paisaje
antropizado, modificado por esos grupos prehistóricos que controlan el espacio
y los ciclos estacionales, vinculados
con los espacios dolménicos, que hemos localizado en el mismo sitio donde se
colocaron hace miles de años».
Un camino de peregrinación hacia los
dólmenes y lugares mágicos
De alguna manera, sostiene la
investigadora de la Universidad de Málaga, los menhires también
pudieron marcar una especie de camino de peregrinación, desde los diferentes
territorios que rodean a Antequera a los conjuntos de dólmenes construidos en este municipio malagueño, que en su día
funcionaron como lugares mágicos o de una significación especial, así como de
espacios de reunión.
La búsqueda de los menhires se ha
concentrado en un espacio de cinco kilómetros alrededor de los dólmenes de
Antequera. Los estudios realizados hasta la fecha demuestran que estos hitos
están hechos con rocas extraídas de canteras cercanas al lugar donde se
ubicaron, algo que se explica por la dificultad de mover esas moles de piedra
que llegan a pesar varios cientos de kilos.
Cómo son los menhires hallados en el entorno de Antequera
Los menhires presentan dos
formas, principalmente: una rectangular y otra troncocónica. Todavía no hay constancia de a qué se deben estas diferencias
y se baraja que posiblemente respondan a que cada una de estas tipologías
corresponda a una época diferente, algo que se comprobará
con los estudios que se realizarán próximamente y que permitirán datar con
precisión estas construcciones prehistóricas.
Las dataciones permitirán conocer si son contemporáneos a la
construcción de los dólmenes o pertenecen a fases posteriores. Esta información
será fundamental para interpretar el motivo de su ubicación, ya que si son
contemporáneos a los dólmenes podrían marcar el camino hacia ellos y si son
posteriores en el tiempo «nos hablaría de una pervivencia del uso de esos
caminos ancestrales», añade Lidia Cabello.
Asimismo, en dos de los menhires documentados se han detectado
una serie de líneas que podrían ser parte de algunos grabados, lo que añadiría
un elemento de significación extra a estas piedras.
Testimonios de pastores y
lugareños sobre las «piedras hincás»
Los testimonios orales recabados para esta investigación han
sido fundamentales para conocer la dimensión significativa e histórica de estas
formaciones de piedra. Antes del estudio solo se conocían algunos menhires que
conectaban los dólmenes con la Peña de los Enamorados. Sin embargo, algunos
pastores tenían constancia de la existencia de algunas piedras hincadas, que en
su día empleaban como punto de reunión, incluso también como señales para
orientarse en el territorio, pero nunca pensaron que se trataba
de monumentos puestos ahí deliberadamente hace miles de años.
Lidia Cabello y su equipo se pusieron a seguir la pista
facilitada por los lugareños y se toparon con las piedras que, como
sospechaban, reunían las características propias de unos menhires prehistóricos,
y ahora están completando el relato de una historia que continúa a día de hoy.
Las principales vías de comunicación que vertebran Andalucía pasan por
Antequera, como una herencia de caminos ancestrales que fueron marcados con
menhires por los pobladores que habitaron la zona desde el Neolítico.


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