19 septiembre 2025

PASEO POR EL MORRO O DIQUE DE LEVANTE

 

Una tarde, de este verano 2025, decidí dar un largo paseo por una zona marinera que no había visitado desde hacía bastante tiempo. Para este objetivo tomé el autobús número 14, que tiene un recorrido urbano desde la zona universitaria de Teatinos hasta el paseo de la Farola, en el barrio de la Malagueta. Efectivamente, la última parada en la que bajé del vehículo está situada a muy escasos metros de este gran monumento simbólico, para la postal emblemática de Málaga: una esbelta, blanca y señorial FAROLA, inaugurada el 30 de mayo de 1817, cuando reinaba en España Fernando VII, construida durante cuatro años bajo la dirección del ingeniero coruñés Joaquín Mª Pery y Guzmán. Su misión era ayudar a orientarse a los pescadores que trabajaban y se acercaban con sus jábegas a la bahía malacitana. La altura sobre el nivel del mar, con su linterna focal, es de 38 metros.


Desde este punto, en el que confluyen el puerto, al sur, junto a la concurrida playa de la Malagueta al este, comienza un gran espigón o el morro de levante, que se adentra con osada fortaleza en el mar. A la derecha del espigón hay un amplio y largo paseo, para viandantes y vehículos, cuya longitud mide aproximadamente un kilómetro. A la izquierda de este camino ganado al mar vemos una fila de enormes bloques protectores de hormigón, de conformación geométrica cuadrangular, que están frenando el oleaje o batida continua de las aguas mediterráneas, en una imagen de singular y emocional belleza. Este largo paseo concluye en una gran construcción de servicio dedicada a la ESTACIÓN MARITIMA del puerto malagueño, en donde recalan la mayoría de los grandes cruceros que llegan a nuestra ciudad, aprovechando la mayor profundidad de las aguas marinas en ese lugar.


El caminar por el pétreo camino del Espigón de levante tiene varios incentivos. Podemos contemplar la longitud de la arenosa playa de la Malagueta y el paseo marítimo Pablo Ruiz Picasso, con todas las edificaciones que miran al mar, en la Málaga este, consiguiéndose una visión casi frontal. Es como si estuviésemos “navegando” en las aguas de la costa playera en la bahía malacitana. No estamos montados en ninguna embarcación, pero la visión o sensación es como si lo estuviéramos. El ejercicio físico, la grata brisa marina, la percusión del oleaje, la atmósfera ambiental salina, son elementos que enriquecen esa saludable caminata desde la gran Farola.

Cuando los cruceros anclan junto a la Estación Marítima, los viajeros turistas aprovechan para visitar y admirar gozosamente la ciudad. Unos utilizan el servicio privado de grandes autocares, que los trasladan a distintos puntos de la capital o incluso localidades cercanas. Otros realizan ese paseo a pie, descubriendo el Paseo Marítimo Ciudad de Melilla, la propia Farola, el paseo del Parque, hasta adentrarse en la mágica riqueza monumental de la ciudad. La línea 14 de la EMT puede ayudarles en el desplazamiento hacia el centro urbano de Málaga.


 

El gran camino entre la Estación Marítima y la Farola también permite observar como algunas personas, especialmente jóvenes, desafían la dificultad adentrándose hacia los grandes bloques de hormigón, que están como “amontonados” en distintas posiciones, en el lateral del paseo junto al mar. Desde esas abruptas y “peligrosas” atalayas desafían el fuerte o plácido oleaje, compartiendo el tiempo con sus parejas y amigos. Unos meriendan e incluso otros, de más edad, se ejercitan en la paciencia con la hermosa aventura de la pesca con caña, hilado y anzuelo.

Cuando al fin llegamos a la Estación Marítima, tomamos conciencia de una grave carencia que hemos sufrido en todo el recorrido, especialmente para las personas de mayor edad. No hay asiento alguno en donde tomar un descanso. Tampoco hay bancos de madera o hierro, en los alrededores de la gran Estación Marítima. Lógicamente, tenemos que realizar ese otro km. de vuelta, sin poder sentarnos. La única posibilidad es el gran muro, paralelo a los bloques de hormigón, pero su altura sólo hace factible el descanso para los viandantes más jóvenes y muy ágiles.


En las instalaciones de la Estación Marítima está prohibida la entrada, a menos que seas crucerista y muestres la tarjeta identificativa correspondiente. El operario vigilante me explicó que son órdenes que han de cumplir por razones de estricta seguridad. De hecho, tuve que dialogar con él, sin superar la línea del marco de entrada. No hubo posibilidad de conocer el interior de una instalación instalada en el suelo de Málaga. Por fortuna, esa mañana (había hecho el mismo paseo por la tarde, unos días antes) la puerta de un servicio urinario, con lavabos, estaba abierta, para poder utilizarse.

Resulta decepcionante que este espacio, al final del morro de levante, esté reservado exclusivamente para los cruceristas. Los malagueños no tenemos donde sentarnos a descansar, ni donde para poder comprar un botellín de agua u otra chuchería. Había algunas papeleras en el camino, aunque la realidad del polvo y el descuido en la limpieza exterior del edificio era evidente. Posiblemente, el interior de las instalaciones de la gran Estación estará mejor cuidado.

El caminar, por esta opción marítima del gran Morro, Espigón, Dique de Levante (todos estos nombres son válidos) es sugestiva y fascinante. Para la salud, la distracción, el estado anímico y el enriquecimiento visual.  Pero, habría que pensar un poco más en los naturales o residentes de la ciudad.


Y a partir de la Estación Marítima observamos que el gran dique de levante continúa, aunque el paso está vetado por una serie de rejas a los paseantes o visitantes. Se percibe la realización de unas grandes obras de infraestructura, pues allí está proyectado, en medio de una gran polémica, política, económica y social, la construcción de la GRAN TORRE DEL PUERTO: un hotel de gran lujo, cinco estrellas, con 144 metros de altura y casi 400 habitaciones. La altura de la torre acabada de la Catedral (renacentista y barroca) de Málaga alcanza los 87 m. La visión de Málaga, desde el mar, también el horizonte marítimo desde la ciudad puede verse, sin duda, afectado. Y el ecosistema de la fauna marina en la zona, si llegara el caso, ¿estaría condicionado por esa enorme, gigantesca, masa de cemento, acero y cristal, propiciada por intereses económicos, abiertos a toda la imaginación?





José L. Casado Toro

Septiembre 2025.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.

Buscar