14 julio 2025

EL VERANO ¿TIEMPO DE REFLEXIÓN?


Dudo si es la época más adecuada para meditar. El calor lo ralentiza todo, incluso el pensamiento. Por otra parte ahora es el tiempo, precisamente, del que dispongo con mayor abundancia, y se me ofrece para que lo utilice en aquello que me interesa, me apetece o decida perderlo si eso es lo que quiero.

Ya han pasado los días de las comidas finales con los grupos, los compañeros, los amigos llegando a la conclusión que todo termina por cansar. Es muy agradable comer fuera de casa, pero cuando se repite a intervalos cortos se añora la comida sencilla casera y el agradable descanso posterior, con siesta o sin ella.

       Ahora, también, es el momento de los baños en un mar tranquilo,   este Mediterráneo nuestro, al que le ha empezado a fallar el termostato.  Málaga siempre se ha distinguido por la frialdad de sus aguas que se iban templando al avanzar el mes de Agosto. Este año, a finales de Junio, ya habían alcanzado esa temperatura. Los entendidos aseguran que esto es otro fleco del cambio climático. Como sigamos así nos vamos a quedar sin alfombra.

       Y otro quehacer veraniego importante ¿mejor le llamamos disfrute? es la dedicación a la lectura. Contamos con tiempo ¡qué maravilla! para sumergirse en las páginas de un libro que en un principio te lo ofrece todo: la incógnita que se va desvelando a medida que una avanza en el libro y llega hasta el final en el que se resuelve la historia. Si todo está bien medido, bien escrito y mantiene el interés hasta las últimas líneas, es el mejor regalo que nos pueden ofrecer. Y además, aquí sí, aquí se abre la vía para la reflexión. Se agilizan las neuronas mientras leemos, vivimos de forma vicaria otras vidas ajenas a la nuestra y conocemos otros lugares y otras situaciones que nos ayudan a entender mejor lo que ocurre a nuestro alrededor.

       Producto de ello es mi reflexión de hoy y se refiere a las lealtades o más bien a los empecinamientos. Algunos seres humanos ¿muchos, pocos? a lo largo de su vida traicionan a sus amigos, engañan a sus parejas, mudan de criterio u opinión según convenga, cambian incluso de sexo, pero creo que una gran mayoría (no puedo asegurar que sean todos) se mantiene fiel al equipo de fútbol que eligió en su infancia y al partido político que ha adoptado como suyo. Y da igual que el equipo vaya mal (viva el Betis manque pierda) y que el partido no responda en absoluto a los postulados con los que se creó. Acordes con nuestro temperamento, como los viejos hidalgos, y antes de rectificar preferimos sostenella y no enmedalla. Y así nos va.

MAYTE TUDEA.

       

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