Acerca de mi madre
Acerca de mi madre no sabría decir
nada,
cómo repetía vas a lamentarlo
cuando ya no esté, y yo no creía
ni en ya ni en no esté,
cómo me gustaba mirarla leyendo una novela de moda,
yendo directamente al último capítulo,
cómo en la cocina, donde pensaba que no era un lugar
adecuado para mí, preparaba el café del domingo,
o, lo que era aún peor, un filete de bacalao,
cómo esperaba a que llegaran los invitados y se miraba
al espejo, haciendo aquella cara que la protegía tan bien
de mirarse cómo era realmente (por lo que parece, eso
lo cogí de ella, igual que otras debilidades),
cómo hablaba con soltura de las cosas
que no eran su fuerte, y cómo tontamente
la hacía rabiar, como aquel día que se comparó
con Beethoven, al perder el oído,
y yo le dije, cruel, pero sabes, él
tenía talento, y cómo me lo perdonaba todo
y cómo lo recuerdo todo, y cómo volé de Houston
a su entierro y pusieron una comedia
en el avión y cómo yo lloraba de risa
y de desconsuelo, y cómo no supe decir nada,
y sigo sin saberlo.
Adam
Zagajewski (Lwów, 21 de junio de 1945-Cracovia, 21 de marzo
de 2021). Poeta, novelista y ensayista polaco, miembro
de la generación del 68 de su país y uno de sus más famosos poetas.
Zagajewski es un poeta de una gran profundidad y de una
gran sabiduría, y sus poemas están empapados de claridad y de imágenes
sensuales que pueden atraer a todos. Creía en la memoria que reconcilia a los
vivos con los muertos, y en la música que sabe rescatarnos de la materialidad
de la vida.
Se convirtió en
algo así como una celebridad, cuando una semana después de los atentados del
11-S en Nueva York, la revista The New Yorker publicó uno de sus
poemas, “Intenta celebrar el mundo mutilado”.
Zagajewski es un poeta que ha sabido crear una poesía
meditativa que se inspira en los temas y en las imágenes más comunes de la vida
de los seres humanos. En su poesía abundan las vías del tren, las calles
empedradas, las avenidas de tilos, la hierba del otoño, los castaños en flor,
las pequeñas iglesias vacías, los aeropuertos, los gatos callejeros o las
ciudades al amanecer, cuando no pertenecen a nadie ni tienen aún un nombre por
el que puedan ser llamadas. Y sus temas son los temas de siempre, los
temas sobre los que escribía Safo hace 2500 años y sobre los que escribirán los
poetas del siglo XXIII.
Cuando empezó a escribir, en los años 60, Zagajewski
creía que la poesía debía ser una muestra de rebeldía que luchara contra la
tiranía. Poco a poco aprendió a cambiar de opinión, y cuando se exilió de
Polonia en los años 80 y se fue a vivir a París y a Estados Unidos –donde se
ganó la vida dando clases en la universidad empezó a pensar que la poesía debía
ser celebración y agradecimiento mucho más que protesta y rebeldía.
Le fue concedido el Premio Princesa de Asturias de las
Letras en 2017.
Algunas de sus obras que se han traducido al castellano
son: “En la belleza ajena”, “Tierra de fuego”, “En defensa del fervor”, “Poemas
escogidos, (antología)”, “Deseo”, “Dos
ciudades”, “Antenas”, “Solidaridad y
soledad”, “Mano invisible” y “Asimetría”.
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