28 junio 2025

UN POEMA PARA EL SÁBADO: ADAM ZAGAJEWSKI

 

Acerca de mi madre

Acerca de mi madre no sabría decir nada,
cómo repetía vas a lamentarlo
cuando ya no esté, y yo no creía
ni en ya ni en no esté,
cómo me gustaba mirarla leyendo una novela de moda,
yendo directamente al último capítulo,
cómo en la cocina, donde pensaba que no era un lugar
adecuado para mí, preparaba el café del domingo,
o, lo que era aún peor, un filete de bacalao,
cómo esperaba a que llegaran los invitados y se miraba
al espejo, haciendo aquella cara que la protegía tan bien
de mirarse cómo era realmente (por lo que parece, eso
lo cogí de ella, igual que otras debilidades),
cómo hablaba con soltura de las cosas
que no eran su fuerte, y cómo tontamente
la hacía rabiar, como aquel día que se comparó
con Beethoven, al perder el oído,
y yo le dije, cruel, pero sabes, él
tenía talento, y cómo me lo perdonaba todo
y cómo lo recuerdo todo, y cómo volé de Houston
a su entierro y pusieron una comedia
en el avión y cómo yo lloraba de risa
y de desconsuelo, y cómo no supe decir nada,
y sigo sin saberlo.

 

Adam Zagajewski (Lwów, 21 de junio de 1945-Cracovia, 21 de marzo de 2021). Poeta, novelista y ensayista polaco, miembro de la generación del 68 de su país y uno de sus más famosos poetas.

Zagajewski es un poeta de una gran profundidad y de una gran sabiduría, y sus poemas están empapados de claridad y de imágenes sensuales que pueden atraer a todos. Creía en la memoria que reconcilia a los vivos con los muertos, y en la música que sabe rescatarnos de la materialidad de la vida.

 Se convirtió en algo así como una celebridad, cuando una semana después de los atentados del 11-S en Nueva York, la revista The New Yorker publicó uno de sus poemas, “Intenta celebrar el mundo mutilado”.

Zagajewski es un poeta que ha sabido crear una poesía meditativa que se inspira en los temas y en las imágenes más comunes de la vida de los seres humanos. En su poesía abundan las vías del tren, las calles empedradas, las avenidas de tilos, la hierba del otoño, los castaños en flor, las pequeñas iglesias vacías, los aeropuertos, los gatos callejeros o las ciudades al amanecer, cuando no pertenecen a nadie ni tienen aún un nombre por el que puedan ser llamadas. Y sus temas son los temas de siempre, los temas sobre los que escribía Safo hace 2500 años y sobre los que escribirán los poetas del siglo XXIII. 

Cuando empezó a escribir, en los años 60, Zagajewski creía que la poesía debía ser una muestra de rebeldía que luchara contra la tiranía. Poco a poco aprendió a cambiar de opinión, y cuando se exilió de Polonia en los años 80 y se fue a vivir a París y a Estados Unidos –donde se ganó la vida dando clases en la universidad empezó a pensar que la poesía debía ser celebración y agradecimiento mucho más que protesta y rebeldía.

Le fue concedido el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2017.

Algunas de sus obras que se han traducido al castellano son: “En la belleza ajena”, “Tierra de fuego”, “En defensa del fervor”, “Poemas escogidos, (antología)”,  “Deseo”, “Dos ciudades”,  “Antenas”, “Solidaridad y soledad”, “Mano invisible” y “Asimetría”.


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