A nadie, en su sano juicio, le puede
gustar que le engañen. En principio, el común de
las personas rechaza sentirse engañado. Sin embargo, vivimos de continuo
rodeados de “mentiras”, medias verdades y manipulaciones, tan falazmente
elaboradas, que nos las creemos o aceptamos sin argumentar o “rechistar”.
En nuestra vida diaria tienen
protagonismo la ficción y la realidad, la verdad y la falsedad. Quien es
engañado, quien integra en su vida esas grandes o medias mentiras, de una u
otra forma, parece aceptar, con general sumisión, esta decepcionante irrealidad.
Podemos decir sin temor a equivocarnos que la naturaleza humana se halla
sustentada en ese elemento convivencial tan usual como es la falacia, con mejor o más modesta vestimenta,
por utilizar un amable vocablo.
Sin embargo, hay
engaños que cómodamente son aceptados, nos hemos habituados a ellos y
nos parecen perfectamente “naturales. Veamos algunos muy conocidos ejemplos.
El PLAYBACK. Sistema muy utilizado, especialmente
en televisión y en actuaciones en directo. Con un sonido previamente grabado,
el cantante simula que está cantando, mueve oportunamente los labios, pero
quien “canta” es la canción previamente grabada. Ese movimiento de los labios
ha de hacerlo con la mejor pericia. Con ello se persigue y consigue que la
calidad del sonido vocal y acústico sea perfecta, en la letra y en la música.
Algunas televisiones y radios indica si lo que se escucha, el programa que se
está emitiendo, es en directo o es una grabación que se emite en diferido. Hoy
en día, con las perfectas técnicas de grabación digital, es muy difícil darse
cuenta si la emisión es en directo o ha sido previamente grabada.
EL
“DOBLE” EN
LA CINEMATOGRAFÍA.
Para las escenas peligrosas o con riesgo, los actores de cine consagrados o con
más edad son ayudados por esos “dobles”, actores o personas especializadas, con
una contextura parecida al actor protagonista. Bien disfrazados, interpretan
aquellas escenas más complicadas, con los movimientos físicos de riesgo o para los
comportamienmtos violentos en pantalla. Estos muy bien preparados especialistas
tienen un “caché” elevado en sus emolumentos, aunque sus nombres no aparecen en
los títulos de crédito que vemos al final de las proyecciones.
EL GEMELO. Hay personas a las que el destino y la genética le han dado un hermano/ a físicamente idéntico o muy parecido. Estos hermanos gemelos pueden sustituir perfectamente al “titular” intercambiando sus figuras (aunque siempre suele haber detalles para que la identidad física no sea absolutamente perfecta. En ocasiones se ha comentado que importantes figuras políticas han utilizado a ese hermano, que casi nadie conoce, para ser representados en determinados actos sociales.
LOS “NEGROS”
ESCRITORES. También es una
común práctica en el mundo literario. Personas famosas, pero sin el preciado
don del bien escribir, toman la decisión o el capricho de publicar un libro.
Las páginas de ese volumen (normalmente autobiografías) son firmadas en la
portada del volumen por esa persona que ha pagado a otra para que lo escriba.
El verdadero escritor, autor de los textos, cuyo nombre no aparece por parte
alguna del libro, cobra sus emolumentos, a cambio de permanecer en el anonimato.
También es cierto que podemos ver algunos libros en los que, junto al falso
autor, aparece la frase “escrito en colaboración con …”
LA I.A. EN LA CREACIÓN DE
PERSONAJES IRREALES.
Los modernos programas de la Inteligencia
Artificial, entre sus versátiles aplicaciones o utilidades pueden crear
o “clonar” a importantes actores que ya han fallecido, para que actúen en una
película, aprovechando el cuerpo de otras personas o actores. Incluso
introducir en una película del cine clásico a un personaje que en la versión
original no aparecía y que por supuesto ya no está ya en esta vida. Igual que
se traen a actores “desde el más allá” para que sigan actuando, se pueden
cambiar decoraciones, paisajes o efectos especiales con la creatividad digital.
LOS SINTETIZADORES
MUSICALES. Otra de las
variantes de la I.A. Se compone una canción, interpretada por un cantante que
ya no existe. Se crea digitalmente esa pieza musical que el intérprete nunca
cantó. Se ha recreado una voz perfecta, mediante el uso y fusión de
sintetizadores digitales. Es un “milagro” escuchar hoy a los Beatles, por
ejemplo, cantando nuevas canciones en su vuelta mágica a los escenarios de los
grandes conciertos.
EL DOBLAJE DE LA
VOZ. Esta práctica del sonido
cinematográfico se ha hecho desde los tiempos más remotos del “séptimo arte”. Al
actor que carecía de una buena voz se le “doblaba”. Otra vez hablaba por él. Lo
mismo ocurre cuando una película rodada en inglés, se la “traduce” doblada al
castellano, con técnicos especialistas en doblaje. Tras muchos años de visionar
películas dobladas, muchos se habían habituado a escuchar a John Wayne
(1907-1979) Sean Connery (1930-2020) o Elizabeth Taylor (1932-2011) hablando en
idioma español. Se daba el caso de que al venir a España y ser entrevistados, utilizaban
lógicamente su propia voz, hablando en English. La desilusión que muchos
experimentaban al escuchar la verdadera voz de Jack Nicholson (1937) Gary
Cooper (1901–1961) o Cary Grant (1904-1986) era manifiesta. De ahí el auge que
poco a poco fue alcanzando las películas proyectadas en V.O.S. versión original
subtituladas.
¿Y quiénes
son “los engañados” en la creatividad artística? El lector de los libros
y otras publicaciones periódicas. El espectador de películas. El aficionado a
la música. El radioyente, junto a su receptor. Los seguidores de las cadenas
televisivas. En definitiva, el común de la ciudadanía, al creerse la falacia de
lo que le están ofreciendo.
Efectivamente, todos o casi todos, aceptamos el juego de la oferta cultural que nos llega.
Especialmente los trucos de la cinematografía. Nos creemos, como niños, las
batallas navales, que han sido grabadas en una bañera. La voz perfecta de James
Stewart (1908–1997) o la mítica actriz Bette Davis (1908–1989) hablando en un
correcto castellano. En la literatura, esas “memorias” que no han sido escritas
por el autor de quien las firma. En el teatro, esas ventanas y puertas que no
tienen detrás habitación o espacio alguno. Es algo parecido a la empatía del
espectador que, viendo una película, se siente detective, vaquero, policía, o
capitán de navío. Los engaños, reales o psicológicos, están a la orden del día.
Nuestra imaginación y necesidad nos induce a crear y creer en otros mundos, en
otras vidas, que multipliquen y mejoren las realidades de nuestra existencia, a
veces gratas, a veces infaustas. El poder de la imaginación es infinito. –
José L. Casado Toro
Junio 2025
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