26 abril 2025

UN POEMA PARA EL SÁBADO: ADAM ZAGAJEWSKI

 

Viento

Seguimos olvidando qué es la poesía
(o tal vez solo me pasa a mí).
La poesía es un viento que sopla de
los dioses,
dice Cioran citando a los aztecas.
Y, no obstante, hay tantos días
callados sin viento.
Entonces es cuando los dioses están
dormitando
o están haciendo la declaración fiscal
para unos dioses superiores.
Ojalá vuelva ese viento.
Que venga el viento que sopla
de los dioses, que se despierte
ese viento.

En Verdadera vida

 

Adam Zagajewski (Lwów, 21 de junio de 1945-Cracovia, 21 de marzo de 2021). Poeta, novelista y ensayista polaco, miembro de la generación del 68 de su país y uno de sus más famosos poetas.

Zagajewski es un poeta de una gran profundidad y de una gran sabiduría, y sus poemas están empapados de claridad y de imágenes sensuales que pueden atraer a todos. Creía en la memoria que reconcilia a los vivos con los muertos, y en la música que sabe rescatarnos de la materialidad de la vida.

 Se convirtió en algo así como una celebridad, cuando una semana después de los atentados del 11-S en Nueva York, la revista The New Yorker publicó uno de sus poemas, “Intenta celebrar el mundo mutilado”.

Zagajewski es un poeta que ha sabido crear una poesía meditativa que se inspira en los temas y en las imágenes más comunes de la vida de los seres humanos. En su poesía abundan las vías del tren, las calles empedradas, las avenidas de tilos, la hierba del otoño, los castaños en flor, las pequeñas iglesias vacías, los aeropuertos, los gatos callejeros o las ciudades al amanecer, cuando no pertenecen a nadie ni tienen aún un nombre por el que puedan ser llamadas. Y sus temas son los temas de siempre, los temas sobre los que escribía Safo hace 2500 años y sobre los que escribirán los poetas del siglo XXIII. 

Cuando empezó a escribir, en los años 60, Zagajewski creía que la poesía debía ser una muestra de rebeldía que luchara contra la tiranía. Poco a poco aprendió a cambiar de opinión, y cuando se exilió de Polonia en los años 80 y se fue a vivir a París y a Estados Unidos –donde se ganó la vida dando clases en la universidad empezó a pensar que la poesía debía ser celebración y agradecimiento mucho más que protesta y rebeldía.

Le fue concedido el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2017.

Algunas de sus obras que se han traducido al castellano son: “En la belleza ajena”, “Tierra de fuego”, “En defensa del fervor”, “Poemas escogidos, (antología)”,  “Deseo”, “Dos ciudades”,  “Antenas”, “Solidaridad y soledad”, “Mano invisible” y “Asimetría”.

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