La lectora
Ana,
siempre
Te
has vuelto a acurrucar en el rincón
donde leías por un instante, eterna.
Como
aquella foto vieja
que guardé entre las páginas de un libro
que no sabría localizar ahora. Levantabas
la vista ─como un pájaro el pico─ para verme
y sonreías a la vida, me entregabas
ese lujo sencillo del silencio, esa belleza
humilde de la tarde y el corazón
de la música
casi al alcance de la mano.
Yo también te miraba con idéntica
alegría.
Cuando
volví a buscarte, después
de un parpadeo, en el sillón no había nadie,
sólo el hueco de un cuerpo,
sólo un pañuelo de lunares
latiendo en el respaldo
y el abismo.
La belleza sin trucos del abismo.
Alfredo
Buxán (Galicia, 1950). Es un poeta prácticamente desconocido,
del que apenas hay información. (Se piensa que su nombre puede ser un seudónimo).
Autor de una obra de un alto nivel de calidad y llena
de intensidad emotiva. Es un poeta raro y exigente, ajeno a los círculos
literarios, al mundo de los cócteles, de la farándula y de las presentaciones,
un poeta preocupado por mantener su intimidad y, sobre todo, por el rigor
en la escritura fuera de corrientes y tendencias.
Entre sus libros publicados tenemos “Acumulada, numerosa herrumbre” (1979), “El telar de la nostalgia” (1982), “Legado de ternura” (1989), “Cantar de ciego” (1991) y “Liturgia de la heredad” (1991), “Las palabras perdidas” (2009) todos
ellos volúmenes de poesía, y las novelas “El lugar de las apariciones” (2001) y “Enroque” (2007).
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