17 febrero 2025

FRASES POPULARES VIII

 

Tirar de la manta; hoy en día decir que se va a tirar de la manta es como descubrirle un secreto a alguien o algo deshonesto a un opositor político. Como yo tire de la manta, se va enterar ese. Y ese también tirará de la otra manta y pasará como en una jauría de lobos, que todos enseñan los dientes y ninguno se muerde. El dicho viene del siglo XV cuando los judíos fueron expulsados de Navarra, salvo los que se convirtieron al cristianismo. Para distinguir a las familias conversas de los demás fieles se colgaban en las iglesias unos lienzos llamados mantas con los nombres de sus miembros para así buscar en ellos el origen converso de cualquier persona.

 Poner en un brete; solo hay que consultar el Diccionario para saber que el brete es un cepo que se le ponía a los presos en los pies para que no pudiesen huir; desgraciadamente, hay lugares en el mundo en los que aún se practica esa tortura a las personas. Por extensión se le llamó al calabozo o cárcel y claro poner a alguien en un brete es colocarlo en una situación comprometida y apurada. Dicen que en la época del Arcipreste de Hita, el brete era un reclamo de caza.

Dormirse en los laureles; con respecto a este dicho el laurel era un árbol consagrado a Apolo, dios de la luz, a los poetas y a todos los emperadores y generales victoriosos. En el medievo, los doctores, los artistas y poetas recibían una corona adornada con las bayas de este árbol como símbolo de su rango y estudios. La corona fue conocida como baccae lauri que quiere decir bachillerato. También las laureadas a los héroes militares españoles junto con la imposición de la Cruz de San Fernando significando la gloria alcanzada en el campo de batalla debe provenir de ese vocablo. ¿Cuantos nombres de militares laureados son conocidos en nuestra ciudad?: muchísimos. Pero si después de conseguido el triunfo como el ser un buen doctor, un buen bachiller o un gran militar deja de trabajar y esforzarse se dice que se ha dormido en los laureles.

 Tirar la casa por la ventana; quién no ha pronunciado alguna vez esa frase cuando ha visto a alguna persona gastar más de lo que sus posibilidades le permitían. Esta expresión viene de la costumbre que existía en el siglo XIX cuando alguien, literalmente, tiraba sus enseres por la ventana de su casa cuando le tocaba la Lotería Nacional.

Como dato curioso la Lotería Nacional nació en España reinando Carlos III, quien la instauró por Real Orden el 30/9/1763; abriendo sus primeras oficinas en la plazuela de San Ildefonso, en Madrid. Yo pienso que algo tendrá que ver que los niños del colegio de San Ildefonso canten la lotería cada año en Navidad. La estructura actual en décimos y sorteos periódicos se instauró en 1812 por las Cortes de Cádiz (la famosa Pepa).

Cambiar de chaqueta; yo sé que muchos de ustedes estarán pensando en algún que otro político conocido que se ha cambiado de signo al votar un partido que no era el suyo, rompiendo así su disciplina y traicionando a los electores que confiaron sus votos con toda su buena fe. Créanme que eso nunca lo he podido comprender, será que soy algo torpe en política. Más o menos es así pero el dicho proviene de una versión que sitúa la conducta del versátil y voluble Duque de Saboya. Carlos Manuel I (1562-1630). Este tan pronto se aliaba con Francia como con España. Y cada vez que abandonaba la causa de uno de los países se ponía su jubón, blanco de un lado y rojo del otro.

Tratar a baquetazos; hace años leí que a dos soldados de guardia en el penal de Melilla le habían corrido a baquetazos por ser homosexuales. Entonces era indigno hablar de ello sin repugnancia y por eso le aplicaban el delito de nefando, como si fuesen traidores a la Patria. Hay que ver lo injustas que llegaban a ser algunas leyes en aquéllos tiempos. Curioso que es uno me puse a indagar y resulta que era un cruel castigo militar que fue abolido en 1821. El castigo consistía en obligar al soldado que había cometido la falta a que corriese una o más veces, desnudo de cintura para abajo, entre dos filas de soldados que, al pasar, le golpeaban con baquetas. Además de golpear al soldado inculpado con este objeto, estaba permitido hacerlo con el portafusil y las correas de la grupa. Las baquetas no eran otra cosa que las varillas de acero con un casquillo de metal o cuero que servía para cargar los fusiles. En la actualidad estas baquetas se emplean para limpiar las ánimas de las armas de fuego. Las que sirven para tocar el tambor suelen ser de madera, excepto las pequeñas escobillas que a veces suelen utilizar los que tocan la caja en la batería para que el sonido parezca siseante y no seco.

Juan J. Aranda


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