26 julio 2024

INICIATIVA Y DINAMIZACIÓN


Cada persona tiene su peculiar forma de ser. Naturalmente, con sus cualidades, limitaciones y defectos. La racionalidad aconseja poner en práctica e incrementar la bondad de las primeras, al tiempo de que trata de evitarse o al menos disimular la influencia negativa que proporcionan las segundas. También es cierto que para lo que algunos consideran cualidades, otros lo interpretan como defectos. Desde luego, la buena voluntad es innegociable como valor en cualquier circunstancia.

Cuando se practica la enriquecedora coexistencia grupal de la amistad, cada uno de sus integrantes suele destacar por “algo” que lo identifica y diferencia con respecto a los demás. Por decirlo de una forma más explícita, en los grupos de amigos destacan, según los momentos y las oportunidades, aquellos miembros que son, por ejemplo, graciosos o divertidos, los locuaces en sus explicaciones, los “pesados” en su comportamiento, los engreídos en su ego, los silenciosos en su prudencia, los “chismosos” en su nivel comunicativo, los que “pasan” de casi todo, los fanáticos en sus ideas, los intensamente aficionados al cine, al deporte, al baile, a las “copas”, a la lectura, los tímidos en su inseguridad, los religiosos en sus respetables y santas creencias, los racionalistas para con todo, los “payasos” en sus cómicas actuaciones, los “trileros” en sus engaños, los cínicos y falsos en su “cara dura”, los generosos en su bondad, los “teatreros” en su necesidad escénica y así un largo etc. Esta natural y cromática variedad es coherente con la propia diversidad del género humano.

Si nos preguntáramos ¿cuál es el carácter personal que nunca debe faltar en esa agrupación para la amistad y al que tanta gratitud hay que depararle? las respuestas serían, lógicamente, muy contrastadas. Lo que para unos sería un valor, tal vez otros lo considerarían poco menos que como un lastre. Pero hay una “primorosa” forma de ser y actuar que vitaliza, “alimenta”, dinamiza y que mantiene anímica y fructíferamente el funcionamiento orgánico grupal. Tal es así, que si ese carácter, forma de ser o cualidad faltase, el grupo languidecería y cada vez tendría menos razón para su funcionamiento. Nos estamos refiriendo específicamente a la muy útil e “imprescindible” ACTITUD EMPRENDEDORA. ¿Y cómo podemos definir o dibujar a la persona que detenta este valor? Obviamente, se utiliza el masculino genérico en este artículo.

Suele ser un compañero amigo de todos, activamente imaginativo y que dispone de tiempo y paciencia para desarrollar su inestimable labor. Posee la capacidad y generosidad de proponer en cada momento una nueva o repetida acción, a fin de que los integrantes del grupo se ilusionen, se distraigan y sepan colaborar para desarrollar esas ideas que acertadamente, en principio, han sido propuestas, por este valioso miembro del colectivo. Veamos algunos ejemplos de sus muchas y posibles propuestas.

Este amigo y compañero sugiere la realización de excursiones a la naturaleza, a fin de gozar de un buen senderismo, una posible acampada, una suculenta y artesanal comida, disfrutando el aroma, los sonidos y la visión de espléndidos paisajes.

Propone la asistencia a salas de exhibición cinematográfica o teatral, en donde se proyectan o ponen en escena determinadas películas o representaciones teatrales, que gozan de una buena consideración por parte de la crítica especializada. También propone visitar instituciones culturales, como museos, exposiciones, monumentos y ámbitos de conferencias.

Se presta a organizar algunas fraternales celebraciones, como los cumpleaños, los santos u onomásticas, con la fiesta y la entrega del regalo subsiguiente.

Plantea y motiva la realización de ese viaje por Navidad, Semana Santa u otro período vacacional, a interesantes lugares que ha ido descubriendo en sus horas de Internet o experiencia, destinos que pueden ser sugerentes para que la mayoría disfruten de la muy interesante experiencia.

Es el que cuando una gran mayoría de integrantes está soportando el aburrimiento, vaciando las botellas y las copas, en los letargos vespertinos, comienza con sus chistes, anécdotas o juegos, para entrar en esa fase necesaria de diversión y de pasarlo bien: hay que “salvar” la tarde.

Sabe motivar solidariamente para la recogida de ropa y alimentos, que posteriormente serán entregados en familias que sufren temporales o permanentes estados carenciales de naturaleza material.

Es aquél que también sugiere la visita a esos otros grupos de “enfermos en la carencia de afecto” ánimo y con la muy ingrata soledad y dolor, ubicados en residencias especializadas, hospitales y centros de acogida.

Aquél que también sabe improvisar un baile o divertimento, en una tarde de sábado, en la que unos y otros no saben qué hacer o como de llenar de contenido las horas del fin de semana.

El que casi siempre “viene” con una noticia agradable, interesante, curiosa, atractiva, para informar, narrar, discutir o simplemente disfrutar.

Es ese compañero que en el whatsapp grupal escribe con frecuencia: “El sábado próximo toca ir a comer o merendar en un nuevo chiringuito o establecimiento, del que me han hablado bastante bien y donde preparan la mejor …”

Aquél que casi “siempre” conoce o se encarga de localizar ese establecimiento donde “reparan” a buen precio tal o cual utensilio de uso personal o también dónde encontrar esa fruta o alimento de buena calidad que a todos gusta comprar y consumir.

Y así se podría continuar esta larga relación de ejemplos, en los que este compañero y amigo suele hacer fácil lo difícil, cambiar el letargo por la ilusión, la tristeza por la alegría, el aburrimiento por el interés y la pasividad por la acción.

En determinados casos, algunos pueden incluso “criticar” o no apreciar con buenos ojos el protagonismo de este, sin duda, muy conocido compañero. Lo hacen, necia e injustamente, aludiendo a su constante hiperactividad, lúcida improvisación o a ese dinamismo que a algunos curiosamente parece que les abruma. Estas actitudes, poco edificantes, generan actitudes o comentarios en cuyo trasfondo no hay sino desazón y dudosa envidia, al ver que otros tienen lo que a ellos lamentablemente les falta.


 Lo que es indudable es que la circunstancial ausencia de este dinámico compañero perjudica notablemente al colectivo grupal, que ya no sería el mismo, marchitándose en sus perspectivas de letargo. Sin él ya nada sería igual. Entonces muchos caen en la cuenta del verdadero valor de esa persona que, con sus múltiples acciones, tiempo y esfuerzo, sostiene la fortaleza y la razón de ser del grupo al que todos pertenecen. Por esa razón es conveniente cuidar al compañero emprendedor y dinamizador, ya que como persona también necesita del estímulo, comprensión y ayuda de aquellos a los que siempre ha favorecido y ayudado con sus positivas y generosas propuestas. –

José L. Casado Toro

Julio 2024



 

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