08 marzo 2024

LA MANO IZQUIERDA


 

No siempre valoramos lo que tenemos, sino cuando nos falta. Esta sencilla, breve, pero sabia reflexión, sería necesaria tenerla siempre presente en nuestros actos cotidianos. Pensemos en un ilustrativo ejemplo para nuestras vidas, entre otros muchos que se podrían aportar. Sufrimos un leve accidente casero, o incluso de mayor gravedad, que nos afecta en nuestra mano derecha: puede ser una contusión, un severo corte o hasta una dolorosa fractura. El lesivo resultado es que no podemos usar esa mano diestra, durante un tiempo indeterminado, por prescripción facultativa. La movilidad y fuerza de ese elemento corporal pueden quedar muy limitados. No sólo los músculos de la mano, sino también el propio brazo, hasta su definitiva recuperación.

En esta incómoda, o más o menos grave, situación, tratamos de habituarnos a realizar los mismos movimientos y acciones con nuestra mano izquierda. Citemos algunos ejemplos habituales en nuestro comportamiento. Utilizar la cuchara, el tenedor y el cuchillo en las comidas, para tomar los alimentos. Usar la llave para abrir una puerta. Escribir unas simples o amplias anotaciones sobre el papel. Proceder al afeitado, en los hombres, de nuestra cara. Cortar una rebanada de pan u otro alimento. Poder conducir el volante de nuestro vehículo. Dificultad, también, para manejar el teclado o el “ratón” de nuestro ordenador. Abrir una lata de conservas, en nuestra cocina. Desatar los cordones de nuestros zapatos. Ejecutar pequeños trabajos de bricolaje caseros. Peinar nuestros cabellos. Cortar o pelar esa fruta que nos apetece. Y así, un largo etc.

En todos o en algunos de estos casos, nos lamentamos y echamos intensamente de menos la utilidad de la mano derecha, ahora lesionada. Intentamos, una y otra vez, probar a realizar los mismos movimientos con la mano izquierda. Casi siempre expresamos, con cierta desesperanza, el mismo comentario: ¡qué inútil es la mano izquierda! Es obvio que esta “queja” la plantean aquellas personas que son absolutamente “diestras” en sus movimientos manuales.

Por este motivo, puede resultar aconsejable usar más la mano izquierda, para cuando guisamos, encendemos o pulsamos el interruptor eléctrico, sintonizamos una emisora de televisión, con el mando correspondiente, pintamos una pared, usamos el tenedor en las comidas, tendemos la ropa para secar en el tendedero de nuestra terraza, tomamos un libro de la estantería o pasamos las páginas de este manual en nuestra lectura. También puede resultar útil habituarse a coger las monedas o billetes del monedero, con esa mano “siniestra”, etc. Es como si quisiéramos no “entontecer”, sino ejercitar, ese elemento corporal que menos usamos en los actos de nuestra vida.

Sin embargo, la mano izquierda no es tan inútil como parece. Pensemos lo necesaria que resulta para ayudar a la derecha, en la mayoría de nuestras acciones cotidianas (citemos el simple hecho de atarnos los cordones de los zapatos, de clavar un clavo o de pelar una patata, entre otros muchos ejemplos. Cierto es que su colaboración es complementaria, pero muy necesaria. Básica o técnicamente imprescindible.

Hay una expresión, cuyo contenido y sentido podemos aplicar en este contexto que narramos, acerca de la mano izquierda. Se refiere a ese consejo o reflexión de que, cuando tenemos que tratar un asunto complicado, delicado o difícil, en el ámbito relacional, es aconsejable “usar la mano izquierda” para conseguir una mejor resolución del problema. Dicho de otra forma, mejor actuar con prudencia, equilibrio, astucia, cautela, diplomacia, delicadeza, habilidad, lentitud, si queremos conseguir el fin que nos hemos propuesto. Correlativamente, en el mismo sentido, es mejor evitar las posturas o acciones “violentas”, aceleradas, imperativas, “viscerales, drásticas, ya que su aplicación dificultaría o impediría la resolución del conflicto o nuestro objetivo. En el ámbito diplomático, de las relaciones internacionales, esa “mano izquierda” o left hand, es inexcusablemente necesaria. También, en el mundo educativo, en el comportamiento de los padres, con los vecinos comunitarios, con los compañeros de trabajo y, de manera especial, con los niños y jóvenes “difíciles”.

Esa mano izquierda, en la actividad relacional, se equipara a ese necesario equilibrio o punto medio entre las dos extremidades, en favor de la prudencia y la generosidad. Hay en la cinemateca un interesante título que también utiliza tan oportuna mención: La mano izquierda de Dios (The left hand of God) 1955, dirigida por Edward Dmytryk, e interpretada por Humphrey Bogart y Gene Tierney. Por cierto, este artículo se ha escrito con la mano diestra, pero la izquierda ayudaba a evitar que las hojas de la libreta se levantaran, con la brisa marinera de la mañana. También su contenido está influenciado por esa “mano izquierda” aplicada en la narrativa desarrollada. –

Paras los lectores “zurdos” debe cambiarse la expresión de las manos, manteniendo el sentido del contenido.

 

José L. Casado Toro

Marzo 2024

 


1 comentario:

  1. Hola José Luis: enhorabuena, me ha encantado tu entrada. Útil, documentafa y muy completa.
    Un saludo.

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