Es
natural e inevitable que a lo largo de nuestras vidas tengamos que acudir, con
más o menos frecuencia, a las consultas médicas. Ya sean éstas en los centros
de salud y hospitales, como en los propios domicilios de los facultativos. Y en
esas salas de espera, hasta que te atiende el doctor, tenemos que permanecer un
largo tiempo. La entrevista con el médico casi nunca es puntual. Desde que
llegas a la consulta hasta que eres atendido, suelen transcurrir muchos
minutos. En ocasiones, hasta una hora e incluso más. En las salas de espera,
especialmente las domiciliarias, tienes que compartir el tiempo con otros
pacientes, que también aguardan su turno para ser atendidos.
Resulta
interesante analizar nuestro comportamiento en esos espacios para la atención
sanitaria. Analicemos las ACTITUDES
más frecuentes que solemos protagonizar, hasta que nos llega el turno de ser
recibidos por el especialista en medicina.
Muchos
pacientes se aferran a su móvil telefónico, navegando por Internet, consultando
y respondiendo mensajes o jugando con las aplicaciones correspondientes.
Otros
se entretienen pasando mecánicamente las hojas de las revistas, obviamente muy
manoseadas, que reposan en algún lugar de la sala. Normalmente, son revistas
semanales “del corazón”.
Suele
haber siempre alguien que, por todos los medios, trata de entablar
conversación, aplicando para ello cualquier excusa que les de pie para dialogar
de manera continua.
Los
más “peligrosos” son aquellos que narran, en voz alta para que todos los puedan
escuchar, todos los detalles de la enfermedad que soportan. No les importa
narrar, incluso aportar datos “desagradables”, acerca de la dolencia que les
afecta.
Los
hay quienes pasean de manera compulsiva (y siempre que haya espacio para ello)
marcando bien con los tacones de sus pisadas esas trayectorias pendulares o
repetitivas.
Están
los que consultan y leen, de manera visiblemente nerviosa, los hojas y
fotografías de las pruebas analíticas que llevan a los doctores.
Hay
algunos que, con mayor o menor disimulo, no te quitan “un ojo de encima”,
mirándote con fijeza, como si en su memoria les recordaras algo de sus vidas.
En
este sentido, llega el momento en que dan un paso más. Te dicen abiertamente
que creen reconocerte e incluso te preguntan por tu nombre. Cuando les
respondes que no te llamas así, viene el previsible comentario de “pues Vd. es
(o eres) igualito a …”.
Alguno
avanza en el uso de los medios electrónicos, sacando de su cartera el portátil
informático, comenzando a escribir de manera continua.
Otro
parece que dormita. Tiene los ojos entornados, pero lleva un control profundo
de todo lo que se mueve a su alrededor en la habitación.
También
se distingue el que pregunta, una y otra vez, ¿y por qué número va? Es que yo
tengo para las 11:40.
Aquél
se entretiene con un librito de pasatiempos, sean sudokus, crucigramas o sopa
de letras. Los hay quienes resuelven los pasatiempos de las revistas del
expositor, “pensando” que son suyas.
Algún
enojado se levanta con frecuencia de su asiento, inquiriendo a la enfermera
acerca de cuándo le va a tocar pasar a la consulta.
Y
está la señora del abanico, utilizándolo de manera nerviosamente compulsiva,
aunque precisamente no exista calor en la sala sino incluso algo de frío.
Tampoco
falta el que escribe algo en su libreta o bloc, con alguien vecino que no se
recata en intentar leer algo de lo que estás anotando o redactando. Etc.
Con
la experiencia de los años, podemos distinguir diferentes MODALIDADES DE SALAS DE ESPERA.
En
cuanto a la amplitud de las mismas, algunas resultan espaciosas. Son aquéllas
en que los pacientes no tienen que estar aglomerados. Pero en general,
predominan las que reducen ese espacio y resultan incómodas cuando se acumulan
muchos enfermos. En ocasiones, no hay asientos disponibles para todos ellos,
teniendo incluso que ocupar, de pie, algún pasillo adyacente.
En
ocasiones vemos que se ha dispuesto un monitor de televisión que encienden a la
llegada de los primeros pacientes y no lo apagan hasta el final del horario.
Aunque el volumen del televisor no suele ser elevado, conectan con cadenas
generalistas que en esas horas de la tarde emiten programas del corazón, con
debates y manifestaciones que resultan insufribles para los que están esperando
pasar con el médico y en modo alguno les interesan (por su estado) esos
livianos o populares contenidos.
Algunas
consultas tienen la feliz idea de acotar un pequeño espacio dedicado a los
niños. Allí estos menores pueden entretenerse con material disponible, como
rotuladores, hojas de papel, cuentos, libros para colorear, mientras sus padres
aguardan o realizan la visita médica ante el especialista.
Siempre
podemos tener la experiencia de disfrutar con alguna grata originalidad. Un profesional
de la psiquiatría había rellenado las paredes de su consulta, con pinturas al
óleo y con láminas artísticas debidamente enmarcadas. Tal era la profusión de
cuadros y láminas expuestas, que pedir cita para ser atendido por ese
especialista era como ir a un museo de pintura, siempre renovado con nuevas
aportaciones.
Un
especialista en oftalmología tenía su consulta médica ubicada en la última
planta de un elevado edificio ubicado en el área de la Málaga antigua. Las
vistas que desde el balcón se divisaban eran muy interesantes, lo que motivaba ir
siempre preparado con la cámara fotográfica a fin de realizar estupendas
panorámicas de la ciudad.
En
un ambulatorio del SAS habían instalado en las salas de espera pantallas de
televisión en donde emitían, de manera continua, la preparación de platos sanos
con comida mediterránea, muy bien explicados y desde luego apetecibles. La
espera se hacía entretenida y muy saludable.
Una
sala de espera en una consulta particular de odontología estaba decorada con
muebles del más avanzado diseño. El problema es que había asientos,
supuestamente ergonómicos, en los que una vez acomodado el paciente tenía
patentes dificultades para incorporarse. Especialmente las personas con exceso
de peso en su estructura corporal. Etc.
¿Cómo
debería ser LA MEJOR ORGANIZACION de una sala de espera, para el paciente que a
ella acude?
Espaciosa,
para evitar aglomeración.
Iluminación
natural o con luces indirectas.
Paredes
pintadas utilizando colores suaves y fríos.
Asientos
cómodos y funcionales, pero con adecuada altura para la mejor incorporación.
En
lo posible, abundantes elementos vegetales. Macetas de plantas que “limpien” la
atmósfera y aporten belleza a la estancia.
Un
espacio dedicado a los niños.
Revistas
en los expositores de un cierto interés (Muy interesante, Natura, Fotogramas…)
Evitar
la profusión agobiante de títulos y certificaciones de cursos, colgados en las
paredes, desarrollados por el doctor especialista.
Carteles
bien visibles en donde se reitere el silencio de los presentes o la
conveniencia de hablar en voz baja.
Carteles
visibles indicando la obligación de desconectar el sonido del móvil o utilizar
el “modo avión”.
Carteles
visibles indicando la prohibición de fumar y comer.
Carteles
indicando “No nos cuentes tu enfermedad. Sólo al doctor. Sé discreto”.
Hilo
musical de sonidos sin palabras, modulado en un bajo volumen.
Dosificadores
de agua, con vasos desechables.
Algunas
pinturas o láminas de la naturaleza que favorezcan el sosiego. Etc.
Es
obvio que la mayoría de estas sugerencias están vinculadas a un correcto
comportamiento en los espacios públicos, en los que deben aplicarse las normas
de una buena o cívica educación. En cuanto
al propio facultativo, teniendo en consideración el coste de una visita médica,
no debería tener problema para sufragar los elementos materiales que hagan más
grata la permanencia para el paciente en su sala de espera. -
José
L. Casado Toro
Junio
2022.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.