17 junio 2022

SALAS DE ESPERA, EN LAS CONSULTAS MÉDICAS

 

Es natural e inevitable que a lo largo de nuestras vidas tengamos que acudir, con más o menos frecuencia, a las consultas médicas. Ya sean éstas en los centros de salud y hospitales, como en los propios domicilios de los facultativos. Y en esas salas de espera, hasta que te atiende el doctor, tenemos que permanecer un largo tiempo. La entrevista con el médico casi nunca es puntual. Desde que llegas a la consulta hasta que eres atendido, suelen transcurrir muchos minutos. En ocasiones, hasta una hora e incluso más. En las salas de espera, especialmente las domiciliarias, tienes que compartir el tiempo con otros pacientes, que también aguardan su turno para ser atendidos.

Resulta interesante analizar nuestro comportamiento en esos espacios para la atención sanitaria. Analicemos las ACTITUDES más frecuentes que solemos protagonizar, hasta que nos llega el turno de ser recibidos por el especialista en medicina.

Muchos pacientes se aferran a su móvil telefónico, navegando por Internet, consultando y respondiendo mensajes o jugando con las aplicaciones correspondientes.

Otros se entretienen pasando mecánicamente las hojas de las revistas, obviamente muy manoseadas, que reposan en algún lugar de la sala. Normalmente, son revistas semanales “del corazón”.

Suele haber siempre alguien que, por todos los medios, trata de entablar conversación, aplicando para ello cualquier excusa que les de pie para dialogar de manera continua.

Los más “peligrosos” son aquellos que narran, en voz alta para que todos los puedan escuchar, todos los detalles de la enfermedad que soportan. No les importa narrar, incluso aportar datos “desagradables”, acerca de la dolencia que les afecta.

Los hay quienes pasean de manera compulsiva (y siempre que haya espacio para ello) marcando bien con los tacones de sus pisadas esas trayectorias pendulares o repetitivas.

Están los que consultan y leen, de manera visiblemente nerviosa, los hojas y fotografías de las pruebas analíticas que llevan a los doctores.

Hay algunos que, con mayor o menor disimulo, no te quitan “un ojo de encima”, mirándote con fijeza, como si en su memoria les recordaras algo de sus vidas.

En este sentido, llega el momento en que dan un paso más. Te dicen abiertamente que creen reconocerte e incluso te preguntan por tu nombre. Cuando les respondes que no te llamas así, viene el previsible comentario de “pues Vd. es (o eres) igualito a …”.

Alguno avanza en el uso de los medios electrónicos, sacando de su cartera el portátil informático, comenzando a escribir de manera continua.

Otro parece que dormita. Tiene los ojos entornados, pero lleva un control profundo de todo lo que se mueve a su alrededor en la habitación.

También se distingue el que pregunta, una y otra vez, ¿y por qué número va? Es que yo tengo para las 11:40.

Aquél se entretiene con un librito de pasatiempos, sean sudokus, crucigramas o sopa de letras. Los hay quienes resuelven los pasatiempos de las revistas del expositor, “pensando” que son suyas.

Algún enojado se levanta con frecuencia de su asiento, inquiriendo a la enfermera acerca de cuándo le va a tocar pasar a la consulta.

Y está la señora del abanico, utilizándolo de manera nerviosamente compulsiva, aunque precisamente no exista calor en la sala sino incluso algo de frío.

Tampoco falta el que escribe algo en su libreta o bloc, con alguien vecino que no se recata en intentar leer algo de lo que estás anotando o redactando. Etc.

Con la experiencia de los años, podemos distinguir diferentes MODALIDADES DE SALAS DE ESPERA.

En cuanto a la amplitud de las mismas, algunas resultan espaciosas. Son aquéllas en que los pacientes no tienen que estar aglomerados. Pero en general, predominan las que reducen ese espacio y resultan incómodas cuando se acumulan muchos enfermos. En ocasiones, no hay asientos disponibles para todos ellos, teniendo incluso que ocupar, de pie, algún pasillo adyacente.

En ocasiones vemos que se ha dispuesto un monitor de televisión que encienden a la llegada de los primeros pacientes y no lo apagan hasta el final del horario. Aunque el volumen del televisor no suele ser elevado, conectan con cadenas generalistas que en esas horas de la tarde emiten programas del corazón, con debates y manifestaciones que resultan insufribles para los que están esperando pasar con el médico y en modo alguno les interesan (por su estado) esos livianos o populares contenidos.

Algunas consultas tienen la feliz idea de acotar un pequeño espacio dedicado a los niños. Allí estos menores pueden entretenerse con material disponible, como rotuladores, hojas de papel, cuentos, libros para colorear, mientras sus padres aguardan o realizan la visita médica ante el especialista.

Siempre podemos tener la experiencia de disfrutar con alguna grata originalidad. Un profesional de la psiquiatría había rellenado las paredes de su consulta, con pinturas al óleo y con láminas artísticas debidamente enmarcadas. Tal era la profusión de cuadros y láminas expuestas, que pedir cita para ser atendido por ese especialista era como ir a un museo de pintura, siempre renovado con nuevas aportaciones.

Un especialista en oftalmología tenía su consulta médica ubicada en la última planta de un elevado edificio ubicado en el área de la Málaga antigua. Las vistas que desde el balcón se divisaban eran muy interesantes, lo que motivaba ir siempre preparado con la cámara fotográfica a fin de realizar estupendas panorámicas de la ciudad.

En un ambulatorio del SAS habían instalado en las salas de espera pantallas de televisión en donde emitían, de manera continua, la preparación de platos sanos con comida mediterránea, muy bien explicados y desde luego apetecibles. La espera se hacía entretenida y muy saludable.

Una sala de espera en una consulta particular de odontología estaba decorada con muebles del más avanzado diseño. El problema es que había asientos, supuestamente ergonómicos, en los que una vez acomodado el paciente tenía patentes dificultades para incorporarse. Especialmente las personas con exceso de peso en su estructura corporal. Etc.

¿Cómo debería ser LA MEJOR ORGANIZACION de una sala de espera, para el paciente que a ella acude?

Espaciosa, para evitar aglomeración.

Iluminación natural o con luces indirectas.

Paredes pintadas utilizando colores suaves y fríos.

Asientos cómodos y funcionales, pero con adecuada altura para la mejor incorporación.

En lo posible, abundantes elementos vegetales. Macetas de plantas que “limpien” la atmósfera y aporten belleza a la estancia.

Un espacio dedicado a los niños.

Revistas en los expositores de un cierto interés (Muy interesante, Natura, Fotogramas…)

Evitar la profusión agobiante de títulos y certificaciones de cursos, colgados en las paredes, desarrollados por el doctor especialista.

Carteles bien visibles en donde se reitere el silencio de los presentes o la conveniencia de hablar en voz baja.

Carteles visibles indicando la obligación de desconectar el sonido del móvil o utilizar el “modo avión”.

Carteles visibles indicando la prohibición de fumar y comer.

Carteles indicando “No nos cuentes tu enfermedad. Sólo al doctor. Sé discreto”.

Hilo musical de sonidos sin palabras, modulado en un bajo volumen.

Dosificadores de agua, con vasos desechables.

Algunas pinturas o láminas de la naturaleza que favorezcan el sosiego. Etc.

 

Es obvio que la mayoría de estas sugerencias están vinculadas a un correcto comportamiento en los espacios públicos, en los que deben aplicarse las normas de una buena o cívica educación. En cuanto al propio facultativo, teniendo en consideración el coste de una visita médica, no debería tener problema para sufragar los elementos materiales que hagan más grata la permanencia para el paciente en su sala de espera. -

 

José L. Casado Toro

Junio 2022.


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