Artículo elaborado por Ana Belén Ropero Lara,
profesora titular de Nutrición en la Universidad Miguel Hernández y publicado
en la revista digital The Conversation.
Que ayudan a ir al baño, adelgazan, tienen
efecto saciante o retrasan el envejecimiento son solo algunas de las
afirmaciones habituales sobre los alimentos integrales. ¿Pero qué son realmente
y qué beneficios tienen para nuestra salud?
La palabra integral se aplica a los
cereales, seudocereales (quinoa) y productos derivados. Significa que el grano
está al completo, a diferencia de los cereales refinados, en los que se
eliminan el salvado y el germen.
Desde el punto de vista legal, el uso de
la palabra integral en el etiquetado de
los alimentos en España solo está legislado para el pan. Tampoco la Comisión Europea establece las condiciones que debe cumplir un
alimento para poder decir que es integral.
Cuando se puede usar y
cuándo no el adjetivo integral.
En 2019, el Real Decreto 308/2019 definió el pan integral como “pan elaborado con
harina integral o de grano entero”. Por lo tanto, un pan integral debe estar
elaborado exclusivamente con harina de ese tipo (100 %). De lo contrario,
debe indicar el porcentaje de harina integral utilizada. De esta forma, un pan
integral 50 % es aquel en el que la mitad de la harina es refinada.
Otras variantes, como el pan con semillas,
el pan de centeno o el de espelta, no son necesariamente integrales. En estos
casos, hay que leer bien el etiquetado y asegurarse de que todas las harinas
que contienen son integrales. Hay que tener en cuenta que cuando no se indica
la palabra integral, suele tratarse de cereal refinado.
En el resto de productos derivados de
cereales, el uso de la palabra integral está sujeto a la discrecionalidad del
fabricante. En la actualidad lo que nos encontramos es una amplia variabilidad.
En productos con pocos ingredientes, como
copos o tortitas de cereales, es más habitual encontrar que todo el cereal que
contiene es integral.
En otros productos con formulaciones más
complejas, como las galletas, las barritas de cereales o muchos cereales de
desayuno, el porcentaje de cereales integrales es variable. Por esta razón
debemos insistir en leer el listado de ingredientes para saber cuántos cereales
integrales llevan.
¿Qué
contienen los alimentos integrales?
La fibra suele ser el nutriente más
conocido de los cereales integrales y por eso es el que se suele resaltar en el
etiquetado de los productos. Sin embargo, que un alimento lleve fibra, ya sea
natural o añadida, no lo convierte en integral.
Como ya hemos dicho, el cereal integral
conserva todas sus partes comestibles, incluidos el salvado y el germen. Por lo
tanto, mantiene todos los nutrientes que se pierden en el refinado, que son
parte de la fibra, las vitaminas y los minerales. Eso sí, la energía no cambia:
las mismas calorías.
Comparando la harina integral con la
harina blanca (refinada), encontramos que esta última tiene menos de la mitad
de fibra que la otra. El refinado provoca, además, una disminución en la
cantidad de vitaminas. Esta oscila entre un tercio en el caso del ácido fólico
hasta alcanzar un 90 % para la vitamina B3. En cuanto a los minerales, las
pérdidas son más de la mitad, llegando incluso al 80 % en el caso del
magnesio y el zinc.
Siendo así, el enriquecimiento de los
cereales refinados solo con fibra enmascara la importante pérdida de vitaminas
y minerales. Por lo tanto, está claro que los alimentos integrales aportan más
nutrientes que los refinados.
Ahora bien, esto no garantiza que sean
alimentos saludables. Si llevan azúcares añadidos o libres, grasas o sal seguirán
sin ser recomendables.
Por
qué los alimentos integrales son importantes para nuestra salud
Una dieta baja en cereales integrales es
el segundo factor de riesgo dietético de mortalidad en el mundo. Se estima que
más de 3 millones de muertes al año se deben a una dieta baja en cereales
integrales. De hecho, el riesgo de mortalidad disminuye un 25 % al aumentar la ingesta de
cereales de grano entero (integrales) hasta 100 g/día. Estos beneficios se
pierden con los cereales refinados.
Según la institución internacional de
referencia en materia de cáncer, el Fondo Mundial para la Investigación sobre
Cáncer, existen “fuertes evidencias” de que el consumo de cereales de grano
entero protege frente al cáncer colorrectal. Además, como son ricos en fibra, podemos afirmar que
el “consumo de alimentos con fibra dietética probablemente protege contra
la ganancia de peso, el sobrepeso y la obesidad”.
La Sociedad Española de Nutrición
Comunitaria recomienda que las raciones diarias de cereales sean “preferiblemente de grano entero y/o integrales”. Pasta, arroz, bulgur, cuscús y pan integrales son
alimentos de primera calidad nutricional que debemos potenciar para beneficio
de nuestra salud.
Galletas, snacks de
cereales, cereales de desayuno azucarados o barritas siguen sin ser recomendables,
aunque sean integrales. Debemos tener cuidado también con la sal de los
productos, incluido el pan integral.
A pesar de las importantes evidencias
recogidas en este artículo, no podemos declarar que los alimentos integrales
evitan el cáncer o adelgazan. Debemos insistir, como en otras ocasiones, en no
transformar las conclusiones de los estudios en afirmaciones categóricas.
Un menor riesgo de mortalidad, de cáncer
colorrectal, de sobrepeso y de obesidad son razones de mucho peso. Debemos
preguntarnos si necesitamos alguna más para motivarnos a realizar este pequeño
cambio en nuestra alimentación con tan grandes consecuencias.
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