Después de un par de días sin abrir el
correo electrónico, hoy lo he hecho, y en estos momentos estoy noqueada. Como
si me hubieran dado un gran puñetazo en el plexo solar. No puedo creer lo que
leo, se me hace muy difícil digerirlo.
Mi amigo y
compañero, Ángel Pulla, me comunica que Tomás Morales Cañedo, nuestro filósofo
de cabecera, nuestro referente, nuestro buen amigo, ha muerto, en Madrid, el
pasado día 4 de Enero.
Me cuesta
trabajo hilvanar cuanto quiero decir. Es un hecho tan imprevisto, tan alejado
de lo que entiendo por real, que se
me atropellan las ideas y solo pienso en la noticia que me descoloca: ha muerto Tomás, ha muerto Tomás. Lo
repito, y aún no sé como asimilarlo.
Quienes leen la
revista de Amaduma, le conocen sobradamente. No hay un solo ejemplar en el que
no se incluya un artículo suyo, siempre enjundioso, de los muchos, muchísimos
que escribía. Era un creador incansable, dedicaba horas y más horas a ejercer
su vocación, no del modo profesional como catedrático que fue de Filosofía,
sino aplicando sus conocimientos en esta materia y en su discurrir por la vida,
y reflexionando sobre las grandes, y también pequeñas cuestiones, que nos
afectan a los seres humanos.
Nunca se separó
de su piel de filósofo, pero su condición principal, su ser natural, era el de
un hombre bueno. Bueno, en el mejor
sentido del término, en el que el poeta Machado subrayaba.
Gracias, Tomás.
Por tus enseñanzas como profesor, por tu compañerismo, por tu generosidad, y,
sobre todo, por tu amistad.
Para Aurora, tu
fiel compañera inseparable, y para tus hijas y nietos de los que te mostrabas
tan orgulloso, un abrazo lleno de
afecto.
Ellos han contado con el privilegio de tenerte.
Siempre estarás
en nuestro recuerdo, amigo. Descansa en paz.
Mayte
Siempre le he dicho a mi amigo Tomás que no me gustaban los filósofos, porque siempre tienen salida para todo.
ResponderEliminarTu tienes un problema y buscas la solución y te machacas hasta que la encuentras, pero ellos no. Te dan una salida y si no te gusta o la rechazas, tienen otra.
Por eso yo creía que Tomás no se iría nunca, siempre encontraría una salida distinta.
Pero por lo visto le ha fallado la tesis. Amigo Tomás, tengo razón y siguen sin gustarme los filósofos, y menos ahora que ya no estás tú para defender la posición.
No te imaginas cómo lo siento, amigo.