01 mayo 2020

EL POSTIGO DE LOS ABADES, UNA PEQUEÑA HISTORIA.

 

Desde la antigüedad, los núcleos urbanos se protegían con un cinturón de murallas, ya que significaban un refugio seguro tanto para los vecinos de la urbe como para los de los pueblos cercanos, en caso de ataque enemigo.

En Málaga, tras la conquista cristiana de la ciudad, el perímetro amurallado musulmán empezó a ser un problema. Las autoridades locales comprobaron que los lienzos de la muralla estaban muy deteriorados a causa del asedio a que había estado sometida la ciudad, perdiendo de esta forma su valor estratégico y defensivo.

La concesión de permisos por parte del Concejo de la ciudad para construir viviendas adosadas a las murallas, debido al aumento de la población, incluso con materiales arrancados a las mismas, supuso la pérdida de la mayor parte de ellas. Con ésto se pudo conseguir un ensanche urbano mucho más rápido.

Los altos y gruesos muros que ceñían la medina malagueña se atravesaban por una serie de puertas y postigos, algunas de ellas fortificadas con torreones. Estas puertas tenían una importante función en el ámbito económico, ya que allí se controlaban todos los productos que entraban o salían de la medina, productos que debían pagar el almojarifazgo, un tipo de impuesto por las mercancías transportadas. Los guardas encargados de vigilarlas, cerrarlas por las noches y cobrar el impuesto, debían mantener estas entradas, con sus pesadas hojas de madera y revestidas de gruesas capas de hierro, en buenas condiciones.

Una de estas puertas estaba ubicada en la calle que hoy conocemos como Postigo de los Abades, de donde le viene el nombre. En los Repartimientos de la Ciudad de Málaga del siglo XV, aparece como la Puerta Aduana, aunque era la puerta de la Cava musulmana, muy cercana a ella, la que se utilizaba para tales fines arancelarios.

En alguna ocasión se hace referencia a ella como la Puerta de la Mar “Cerrada”, es decir que no se utilizaba, permaneciendo así hasta 1494. En esta fecha, ya regida la ciudad por cristianos, se mandó abrir a petición de los clérigos de la Iglesia Mayor.

Durante un tiempo aparece como Puerta de la Mar que se dice del Obispo, distinguiéndola de la otra Puerta del Mar junto a las Atarazanas. No sería hasta el año 1506, cuando en un Cabildo se le otorgaría el definitivo nombre de Puerta de los Abades. El cambio a Postigo vendría relacionado por su menor tamaño en contrapartida a otras puertas más ostentosas de la ciudad.

El Postigo o Postiguillo de los Abades era de dimensiones muy pequeñas, circunstancia que le hacía casi intransitable. Por la falta de uso se acumuló tal cantidad de tierra y piedras delante de él que, en el primer tercio del siglo XVI, quedó prácticamente cegado y sólo era utilizado por contrabandistas y gente de malvivir, razón por la cual el Concejo ordenó en 1533 que se abriese su vista al mar, quitando los escombros amontonados. Pasada la mitad de la centuria, cuando el municipio encargó hacer unas puertas de bronce para la famosa Puerta del Mar, mandó poner las que ésta tenía en Puerta Nueva, en tanto que las suyas pasaron a cerrar el Postigo de los Abades.

Los pequeños arreglos provisionales del postigo fueron sucediéndose en el siglo XVI, pero no fue hasta el XVII cuando se proyectó una obra definitiva que lo adecuó a las necesidades del momento. El cabildo municipal se planteó como principal problema la angostura del Postiguillo, por lo cual acordó en 1601, a petición del Obispo entre otros, darle el ensanche suficiente para el paso de las carretas que transportaban las piedras destinadas a la construcción de la Catedral.

 Sin embargo, tal decisión no se llevó a cabo hasta que, siendo gobernador de Málaga el marqués de Villafiel, mandó reedificar murallas para la artillería y defensa de la ciudad y se planteó construirla de nuevo. Se acondicionó para que los carros pudiesen traspasarla fácilmente, eliminando el obstáculo que suponía una escalera unida al postigo y a las murallas, por lo cual hubo de demolerse parte de sus paños. Fue necesario el uso de la pólvora ya que sólo con la piqueta fue imposible derribarlos, evidenciando la fuerte construcción del antiguo recinto murado por esta parte cercana al mar.

El año 1674 vio nacer en el lugar del humilde postigo, una monumental puerta, levantada ya hasta la altura de las murallas, a la cual se le dio una anchura de casi cuatro metros y una altura de seis, amplitud que permitía una fluida circulación de vehículos y que acabó definitivamente con el paso fraudulento de mercancías.

La obra resultó una de las más destacadas de las realizadas en el perímetro amurallado de la Málaga Moderna, no sólo por su construcción sino también por su ornato, como corresponde a una típica obra de su tiempo, el Barroco. La descripción que nos aporta en 1675 es ésta:

 la disposición de su fachada fue sobre muy fortificadas vasas, adornadas de frisos, cornisas, frontis, remates y capitel. Y en el remate de su coronación se puso de talla el Arcángel San Miguel, de estatura de dos varas, manifestación artística de la mentalidad religiosa imperante en la Edad Moderna”.

La escultura del Arcángel dio lugar a que, desde entonces, fuese conocida por el nombre de Puerta de San Miguel, si bien al haber sido reedificada bajo el reinado de Carlos II sería igualmente denominada Puerta del Rey. En un plano de la ciudad de 1791 realizado por Carrión de Mula, a esta puerta se le denomina del “Ángel”. A pesar de todo, el pueblo siguió refiriéndose a esta puerta como Postigo de los Abades.

En la fachada se colocó una placa de mármol blanco, en la que se podía leer:

 

“Reinando la católica majestad de D. Carlos II, reedificaron estas murallas desde el Torreón a la Puerta del Mar, y se hizo el parapeto y puertas de Espartería, siendo gobernador de la Ciudad D. Fernando Carrillo y Manuel, Comendador de Almendralejo, Orden de Santiago y Adelantado mayor de Andalucía, D. Pedro Muñiz de Godoy, gentil hombre de Cámara de S. M., Marqués de Villafiel, Conde de Alva del Tajo, del consejo de Guerra, año de 1674.”

 

A principios del siglo XIX, esta fastuosa puerta, fue demolida junto con los lienzos de la muralla de la Cortina del Muelle.


José Ramón Vega.


1 comentario:

  1. Un artículo muy interesante, me ha aclarado de donde le vienen algunos nombres a las zonas de Málaga. Genial.

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