Desde la antigüedad, los
núcleos urbanos se protegían con un cinturón de murallas, ya que significaban
un refugio seguro tanto para los vecinos de la urbe como para los de los
pueblos cercanos, en caso de ataque enemigo.
En Málaga, tras la
conquista cristiana de la ciudad, el perímetro amurallado musulmán empezó a ser
un problema. Las autoridades locales comprobaron que los lienzos de la muralla estaban
muy deteriorados a causa del asedio a que había estado sometida la ciudad, perdiendo
de esta forma su valor estratégico y defensivo.
La concesión de permisos
por parte del Concejo de la ciudad para construir viviendas adosadas a las
murallas, debido al aumento de la población, incluso con materiales arrancados
a las mismas, supuso la pérdida de la mayor parte de ellas. Con ésto se pudo conseguir un ensanche urbano
mucho más rápido.
Los altos y gruesos muros
que ceñían la medina malagueña se atravesaban por una serie de puertas y
postigos, algunas de ellas fortificadas con torreones. Estas puertas tenían una
importante función en el ámbito económico, ya que allí se controlaban todos los
productos que entraban o salían de la medina, productos que debían pagar el
almojarifazgo, un tipo de impuesto por las mercancías transportadas. Los
guardas encargados de vigilarlas, cerrarlas por las noches y cobrar el impuesto,
debían mantener estas entradas, con sus pesadas hojas de madera y revestidas de
gruesas capas de hierro, en buenas condiciones.
Una de estas puertas
estaba ubicada en la calle que hoy conocemos como Postigo de los Abades, de
donde le viene el nombre. En los Repartimientos de la Ciudad de Málaga del
siglo XV, aparece como la Puerta Aduana, aunque era la puerta de la Cava musulmana,
muy cercana a ella, la que se utilizaba para tales fines arancelarios.
En alguna ocasión se hace
referencia a ella como la Puerta de la Mar “Cerrada”, es decir que no se
utilizaba, permaneciendo así hasta 1494. En esta fecha, ya regida la ciudad por
cristianos, se mandó abrir a petición de los clérigos de la Iglesia Mayor.
Durante un tiempo aparece
como Puerta de la Mar que se dice del Obispo, distinguiéndola de la otra Puerta
del Mar junto a las Atarazanas. No sería hasta el año 1506, cuando en un Cabildo
se le otorgaría el definitivo nombre de Puerta de los Abades. El cambio a Postigo
vendría relacionado por su menor tamaño en contrapartida a otras puertas más
ostentosas de la ciudad.
El Postigo o Postiguillo
de los Abades era de dimensiones muy pequeñas, circunstancia que le hacía casi
intransitable. Por la falta de uso se acumuló tal cantidad de tierra y piedras
delante de él que, en el primer tercio del siglo XVI, quedó prácticamente
cegado y sólo era utilizado por contrabandistas y gente de malvivir, razón por
la cual el Concejo ordenó en 1533 que se abriese su vista al mar, quitando los
escombros amontonados. Pasada la mitad de la centuria, cuando el municipio
encargó hacer unas puertas de bronce para la famosa Puerta del Mar, mandó poner
las que ésta tenía en Puerta Nueva, en tanto que las suyas pasaron a cerrar el
Postigo de los Abades.
Los pequeños arreglos
provisionales del postigo fueron sucediéndose en el siglo XVI, pero no fue
hasta el XVII cuando se proyectó una obra definitiva que lo adecuó a las
necesidades del momento. El cabildo municipal se planteó como principal
problema la angostura del Postiguillo, por lo cual acordó en 1601, a petición del
Obispo entre otros, darle el ensanche suficiente para el paso de las carretas
que transportaban las piedras destinadas a la construcción de la Catedral.
Sin embargo, tal decisión no se llevó a cabo
hasta que, siendo gobernador de Málaga el marqués de Villafiel, mandó
reedificar murallas para la artillería y defensa de la ciudad y se planteó
construirla de nuevo. Se acondicionó para que los carros pudiesen traspasarla
fácilmente, eliminando el obstáculo que suponía una escalera unida al postigo y
a las murallas, por lo cual hubo de demolerse parte de sus paños. Fue necesario
el uso de la pólvora ya que sólo con la piqueta fue imposible derribarlos,
evidenciando la fuerte construcción del antiguo recinto murado por esta parte
cercana al mar.
El año 1674 vio nacer en
el lugar del humilde postigo, una monumental puerta, levantada ya hasta la
altura de las murallas, a la cual se le dio una anchura de casi cuatro metros y
una altura de seis, amplitud que permitía una fluida circulación de vehículos y
que acabó definitivamente con el paso fraudulento de mercancías.
La obra resultó una de
las más destacadas de las realizadas en el perímetro amurallado de la Málaga
Moderna, no sólo por su construcción sino también por su ornato, como
corresponde a una típica obra de su tiempo, el Barroco. La descripción que nos
aporta en 1675 es ésta:
“la disposición de su fachada fue sobre muy
fortificadas vasas, adornadas de frisos, cornisas, frontis, remates y capitel.
Y en el remate de su coronación se puso de talla el Arcángel San Miguel, de
estatura de dos varas, manifestación artística de la mentalidad religiosa
imperante en la Edad Moderna”.
La escultura del Arcángel
dio lugar a que, desde entonces, fuese conocida por el nombre de Puerta de San
Miguel, si bien al haber sido reedificada bajo el reinado de Carlos II sería
igualmente denominada Puerta del Rey. En un plano de la ciudad de 1791
realizado por Carrión de Mula, a esta puerta se le denomina del “Ángel”. A
pesar de todo, el pueblo siguió refiriéndose a esta puerta como Postigo de los
Abades.
En la fachada se colocó
una placa de mármol blanco, en la que se podía leer:
“Reinando la católica
majestad de D. Carlos II, reedificaron estas murallas desde el Torreón a la
Puerta del Mar, y se hizo el parapeto y puertas de Espartería, siendo
gobernador de la Ciudad D. Fernando Carrillo y Manuel, Comendador de
Almendralejo, Orden de Santiago y Adelantado mayor de Andalucía, D. Pedro Muñiz
de Godoy, gentil hombre de Cámara de S. M., Marqués de Villafiel, Conde de Alva
del Tajo, del consejo de Guerra, año de 1674.”
A principios del siglo
XIX, esta fastuosa puerta, fue demolida junto con los lienzos de la muralla de
la Cortina del Muelle.
José Ramón Vega.
Un artículo muy interesante, me ha aclarado de donde le vienen algunos nombres a las zonas de Málaga. Genial.
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