09 febrero 2015

JESUCRISTO Y PABLO IGLESIAS

Yo no sé si Pablo Iglesias es religioso o no (supongo que no) pero, igual que en mis clases en el Instituto, y cuando tocaba, hacía un paralelismo entre Sócrates y Jesús de Nazaret, sí veo un paralelismo entre Jesús de Nazaret y Pablo Iglesias.

(Así que, ahí va, a “vuelapluma” y expuesto al linchamiento)

El mensaje de Pablo Iglesias y de Podemos contiene permanentes alusiones cristianas.

Da la impresión de que lo que venden, Pablo y Podemos, en el fondo, es el mensaje, aunque de otra manera, de Jesús de Nazaret.

Jesús de Nazaret, un judío sincero, se indignó cuando llegó al templo y contempló el espectáculo de los vendedores de animales para el sacrificio,  a los mercaderes y a los cambistas, ya que el impuesto a pagar al templo debía hacerse en la moneda judía.
La Virgen María, debido a la estrechez económica, sólo tuvo que comprar y ofrecer “dos tórtolas”, pero los económicamente pudientes debían comprar y ofrecer sacrificios superiores.

Ello suponía “joderle” el negocio al Sanedrín, cerrándole la principal fuente de ingresos.

Jesús de Nazaret, en palabras del evangelio,   Sn. Jn. II, 13-22:

 “Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén, y halló en el templo vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y cambistas sentados. Hizo un azote de cuerdas, y los echó a todos del Templo con las ovejas y los bueyes, tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas. Y dijo a los vendedores de palomas: “Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado”.  
Sus discípulos se acordaron que está escrito: “El celo de tu casa me devora”.

Entonces los judíos le dijeron: “¿Qué señal nos das para obrar así?” Jesús les respondió: “Destruid éste templo y en tres días lo levantaré”.  Los judíos le replicaron: Se edificó el templo en cuarenta y seis años, ¿Y tú lo levantarás en tres días?”

Pongamos: “Se acercaban las elecciones…y Pablo Iglesias halló, en la sociedad española….corrupción en los partidos gobernantes…y en los poderes económicos….en los Bancos (los “cambistas” de Jesús)….con su oratoria (su látigo de cuerdas)…..contra los poderes fácticos…”quitad esto de aquí” acabemos con la casta….la democracia no es un mercado para los ricos,…la cueva de ladrones….destruir esta democracia y yo levantaré otra…

 En los evangelios, a los malvados Jesús de Nazaret los llamaba fariseos (palabra que ya se nos ha quedado como equivalente a “hipócrita”) aunque Él se apuntó a comer en casa de alguno de ellos cuando lo invitaban.

En la narrativa de Podemos los llama “casta” (no de “castidad”, sino de “clase privilegiada especial y separada de los demás”).
Es un mensaje que apela más a los sentimientos que al raciocinio, a nociones atávicas de la lucha del bien contra el mal. 

Pablo Iglesias y Podemos, haciendo suya la situación generalizada de indignación ante el desfile de la corrupción, instalada en las estructuras de los partidos políticos clásicos (las “tramas”) y la ya poca o nula credibilidad de los mismos, que son los únicos que hasta ahora, han regido los destinos de España, enarbola la bandera de la “pureza o limpieza” de las instituciones, queriendo “asaltar” el poder del Estado, porque desde arriba es más fácil lavar la suciedad, desinfectar las instituciones, de ahí lo de “casta” (los fariseos de Jesús), los culpables de la crisis político-económica, en un caso y religiosa en otro.
 
El mismo Pablo Iglesias proclama que “Jesús de Nazaret (no lo llama “Cristo”, porque (yo siempre lo he dicho también) éste es un concepto religioso) habría estado, hoy, en Podemos”.

De ahí que muchos vean a Pablo Iglesias como el nuevo Mesías laico que viene a regenerar la política, al echar peste de todos estos “fariseos” que cargan sobre los hombros de los ciudadanos toda la carga de los recortes y tributos mientras muchos de ellos, a nivel individual, tienen la espalda cubierta con depósitos en paraísos fiscales y los partidos tienen instalada la corrupción en su misma estructura, financiándose ilegalmente, por el método sempiterno de “yo te doy-tú me concedes” o el viejo refrán de “el que regala, bien vende, si el que lo acepta lo entiende”.
Y los partidos clásicos sí que lo han entendido, hasta ahora, mientras están/estaban en el poder (Gürtel, Púnica, Bankia, Valencia, Andalucía, Cataluña,…y lo que “te rondaré morena” que no se sabe pero que se sospecha)

Pablo Iglesias, como lo hacía Jesús de Nazaret, se presentan ante los suyos como “redentores”, “salvadores” de la situación actual, uno “abarrotando la Puerta del Sol” y el otro en su “entrada triunfante en Jerusalén” (aunque fuera montado en un simple y rústico burro).

Ambos prometen el cielo, el paraíso, la felicidad. Uno la de este mundo, una vez desplazados del poder los corruptos y viviendo todos digna y honradamente, el otro la felicidad eterna, en la otra vida.

A Jesús de Nazaret lo condenó a muerte el Sanedrín, el máximo poder religioso, porque ponía en peligro su dominio sobre los creyentes, al tiempo que le taponaba el grifo económico de los impuestos (aunque, luego, lo crucificara el poder civil, que tampoco era totalmente ajeno al fenómeno, porque si se consideraba “rey”, el poder político no podía consentirlo, al ser Israel una provincia romana)

A Pablo Iglesias lo están condenando los poderes económicos, profetizando la catástrofe que caerá sobre España si llegara al poder, con la huida de capital, la dificultad de financiarse en los Mercados, la no venida de empresas que quieran instalarse aquí, al tiempo que muchas de las que hay se deslocalizarían, y todo ello junto con los partidos políticos que podían sentirse desplazados de la escena de protagonistas.

Pablo Iglesias y Podemos, en contra de lo que se dice, no son “anti-sistema”, sino partidarios y defensores de “otro sistema”, libre de corrupción y en el que las desigualdades desaparezcan o, al menos, se aminoren.

Los privilegios de muchos desaparecerían si se nacionalizan las empresas estratégicas (agua, luz, gas, petróleo…) pero repercutiría, para bien, en todos los económicamente débiles.

Le llegan palos por todos los lados, lo condenan como quimérico, más que utópico aunque, todavía, NO LO HAN CRUCIFICADO, como al OTRO.

Tomás Morales Cañedo (Filósofo)



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