16 marzo 2012

“POZÍ”

Bastarían unos minutos para repasar en Internet la Wikipedia y comprobar los personajes de la vida pública que durante 2011 abandonaron este valle de lágrimas. Actores, premios Nobel o políticos de altos vuelos de los que nadie se ha hecho eco como si se tratase de unos absolutos desconocidos.

Sin embargo no ha ocurrido lo mismo con Manuel Reyes ― así constaba en su carnet de identidad ― más conocido como el jorobado de Notre Barbate o “Pozí” que murió hace unos días en la indigencia y el olvido. Su legado ha consistido en un puñado de videos que se mueven entre el descaro y el humor rancio, la desvergüenza y el delirio. Aupado por el programa de Javier Sardá, Crónicas Marcianas, “Pozí” salió disfrazado de mujer de época, niña adolescente e incluso “bailaora”. Eran los años en los que Sardá entretenía y escandalizaba a la sociedad española con personajes extravagantes y escenas de dudoso gusto. A su programa podían concurrir desde el Padre Apeles hasta un joven Boris Izaguirre enseñando el culo, muy lejos de los más hermosos del universo que residen ― dicho sea de paso ― en Brasil.

Manolito Reyes, como le llamaban amigos y familiares, nació de la mano de Jesús Quintero quien lo entrevistó en su programa recitando poemas Dios sabe de que autor. Ya entonces en el personaje asomaba la cara más amarga de un hombre que tocó la fama pero al que la vida solo le había deparado la desgracia. El espectáculo estaba servido, un bufón con el que reírse y un infeliz del que reírse.

Desde que nació era un juguete roto en el que la bajeza humana encontró una fuente agotable de entretenimiento. Hurgar en su mundo marginal producía en los telespectadores una fuerte excitación informativa. Llama la atención la facilidad con la que el personal se desvincula de los sentimientos de compasión y amor al prójimo cuando se trata de regocijarse con un tullido. Las generaciones que nos sustituyan contemplaran con vergüenza como nos divertíamos. Y es que las enfermedades morales nos las ganamos a pulso, encadenados al mando de la televisión como los esclavos a las ergástulas de los barcos negreros. Vivimos un tiempo donde los medios audiovisuales se han constituido en criterio de realidad, propiciando la deshumanización de la audiencia. Yonquis de la televisión, algunos espectadores necesitan inyectarse la dosis diaria de cutrez. Las consecuencias no pueden ser más funestas: estamos consiguiendo que las nuevas generaciones se apasionen de esta cultura de supermercado, viciados de un hedonismo de todo a un euro. Les hemos transmitido que la imagen que ven, en la pantalla y en nosotros, es la capital del universo y ellos se lo han creído con disciplina. En resumen, observan e imitan nuestra actitud hueca.

Nono Villalta (marzo de 2012)

1 comentario:

  1. Como siempre, muy bien planteado en tu escrito este fenómeno del "todo vale" que empezó hace tiempo "Cruzando el Misisipi" y pasando por Sardá hasta llegar al "Sálvame diario" tiene absortos a miles de telespectadores como si todo lo que dicen o hacen esos efímeros mamarrachos fuera dogma de vida. Espero que en algún momento se haga la luz, gracias a reflexiones como ésta. Enhorabuena Nono.
    Esperanza.

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