06 mayo 2011

GABRIEL CELAYA

Supe de la existencia de un poeta llamado Gabriel Celaya al final de la década de los sesenta. Como le pasó a muchos españoles de esa época, conocí sus versos a través de un intermediario; Paco Ibañez.
Este hijo de exiliados españoles en París, en 1967 graba un disco titulado “La España de hoy y de siempre”, en el incluye entre otros poemas, parte del de Gabriel Celaya “La poesía es un arma cargada de futuro”.
Cuando oí por primera vez a Paco Ibañez cantar, con su voz peculiar:

Maldigo la poesía concebida como un lujo
Cultural de los neutrales.
Maldigo la poesía de quien no toma partido, partido hasta mancharse...

Me impactó, y comencé a indagar de quién era ese poema. Al saberlo, me interesé por la personalidad y la obra de su autor, un poeta, que vivió a golpes, porque, a penas le dejaron decir que era, quien era.
Como el dieciocho de abril de 2011 ha sido el veinte aniversario de su muerte, y el dieciocho de marzo el centenario de su nacimiento, intento escribirle in memoriam, este esbozo biográfico en su homenaje.
Rafael Gabriel Múgica Celaya, nació en Hernani (Guipuzcoa). Era el único hijo varón de una familia de industriales de San Sebastián. Disfrutó de una buena niñez y una educación orientada a ser el sucesor de su padre en la empresa fundada por el abuelo. Por una enfermedad, vivió en (Pau) Francia, y allí se familiarizó con los clásicos franceses. Después, reside en El Escorial con su madre y, este aislamiento, fue el que le llevó a escribir. Estudia en la Residencia de Estudiantes donde conoce a los intelectuales de la generación del veintisiete y termina Ingeniería Industrial, convirtiéndose, como estaba previsto, en director de la empresa familiar.
En 1936 se alistó como voluntario al bando republicano, donde llegó a ser capitán de Gudaris. En 1937 fue hecho prisionero en la toma de Bilbao por las tropas de Franco. Es excarcelado y regresa a su cargo en la empresa.
Al comienzo de los cuarenta tiene una vida acomodada, es Ingeniero Industrial y director gerente de su fábrica, está casado y es padre de dos hijos, aunque tiene una pasión muy incómoda, “la poesía”. Firma sus primeros versos como Rafael Múgica, pero el consejo de administración le avisó; de que si un ingeniero gerente escribía versos, podría perjudicar al crédito de la empresa. Desde entonces, firmó como Gabriel Celaya.
En 1944 en el puerto de Pasajes, escribe el poema “A vuestro servicio”. Al ver a los obreros trabajar y maldecir, se dio cuenta de lo lejos que estaba de los trabajadores a pesar de su izquierdismo, fue como una paternidad con la clase obrera (a la que se sentía cercano) y un inicio de hostilidades con el estatus al que pertenecía, fue una rebeldía desde arriba.
Conoce en 1946 a Amparo Gascón y, aunque le dolió romper con todo lo que era su vida y su familia, se marchó con ella, y juntos fundan en San Sebastián la colección de poesía “El Norte”, que pretendía ser un puente entre los poetas del veintisiete (perseguidos, expulsados y silenciados por el franquismo) con una nueva poesía, para romper con la oficial.
Vivió con Amparitxu en Madrid, los años en que la poesía social estaba en auge, años de lucha, cárcel, persecuciones y dificultades económicas, pero nunca pensó en el exilio, aguantó en Madrid como abanderado de la poesía militante, sin esconderse ni escatimar el valor de la palabra.
Aunque su primera etapa es de carácter existencialista, en los años cincuenta se integra en la estética del compromiso y escribe “Lo demás es silencio” y “Cantos Iberos”. Junto a Blas de Otero, defiende una poesía no elitista al servicio de la mayoría para “transformar el mundo”. La censura le persiguió durante más de treinta años y su obra tuvo que ser publicada en Méjico y en París. Cuando la poesía social entró en crisis, Celaya volvió a sus orígenes poéticos. Revisó las viejas leyendas de Euzkadi y ensayó el experimentalismo y la poesía concreta en “Campos semánticos”.
Con la democracia, se presentó a las primeras elecciones en las listas del PC de Guipúzcoa. Entre 1977 y 1980 se publican sus obras completas en cinco volúmenes. Escrita en un lenguaje sencillo y humano, la obra de Celaya es una síntesis de casi todas las preocupaciones y estilos de la poesía española del siglo XX.
A pesar de que en 1986 fue galardonado con el Premio Nacional de las letras, soportó una vejez llena de privaciones con su compañera en Madrid. Ella levantó su voz en los medios públicos de comunicación para reclamar dignidad para un viejo poeta, que se moría de viejo y de pobre, solo y olvidado, por la sociedad a la que le había dedicado los cincuenta años más duros de lucha de la historia reciente y… más de cien libros.
Celaya decía, que la relación con Amparitxu, había sido decisiva a lo largo de su vida, que lo que era como poeta y como persona, se lo debía a ella.
Diciendo “Las cosas como son”, con “Las cartas boca arriba” y “Tranquilamente hablando”, desde hace veinte años, en “Marea de silencio” las cenizas de Gabriel Celaya fueron esparcidas en su Hernani natal. Desaparecida su parte física, no debe caer en el olvido la espiritual, la que le llevó a su compromiso con la realidad, al canto de la belleza de lo cotidiano y a su eterna cuestión sobre la belleza y la poesía.

Amalia Díaz
20 de abril de 2011


2 comentarios:

  1. Muy interesante Amalia, me ha gustado mucho.
    M. E.

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  2. Escueta y clara biografía de un gran poeta que vivió y escribió acorde con los tiempos que, por desgracia, le tocó vivir.
    Si, además, se le une Paco Ibáñez, como pregonero, con su voz especial, "saca la cara por él" y se lo pone en bandeja a un público hambriento de otro tipo de mensaje, distinto al de Jorge Sepúlveda & Comp...y a la poesía oficial del franquismo, mejor que mejor.
    Me ha traído viejos recuerdos.

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