08 abril 2011

TAMBIEN EGIPTO

De los países musulmanes que ahora andan revueltos, Túnez, ha sido el primero y, Libia por ahora el último, en levantarse en armas contra sus gobiernos. No han sido los militares los que se han rebelado, sino los jóvenes de todas las clases sociales, que no ven una perspectiva de futuro con la política corrupta y dictatorial de Ben Alí y Muamar Gadafi. Egipto, también contagiado de esta oleada reivindicativa, ha sido noticia por las manifestaciones en contra de Hosni Mubarak. Su gran desnivel social es tan patente, que le impacta a quienes lo han visitado. Este hecho, y la falta de libertad democrática, han sido la mecha que ha encendido las protestas, para que dimita, este presidente corrupto aferrado al poder. A pesar de su nefasta política, la mayoría de las personas que han visitado Egipto, han vuelto enamoradas de sus ciudades, de los vestigios de su cultura milenaria y de su legendario rio. No he visitado ese país del Noroeste de África, el conocimiento que tengo de él es más bien libresco, sin embargo, me encuentro entre sus enamoradas. Mi atracción por el Antiguo Egipto comenzó en la escuela. Un día, la maestra explicó en Historia Sagrada, cómo la hija del faraón salvó a Moisés de morir ahogado en las aguas del Nilo. Yo me lo imaginaba en la cestita junto a sus orillas, y me parecía prodigiosa su salvación. Luego, entre los libros que había en casa, se encontraba “Las hijas de los faraones” de Emilio Salgari, lo releí varias veces. Recuerdo, que lo que más me impactó de este libro, fueron las descripciones del desierto y los ajusticiados dejados en él, para que los buitres los devoraran. También leí en Historia de Egipto, cómo era el arte de embalsamar a los muertos para evitar la putrefacción, y los ajuares funerarios que se llevaban a la vida de ultratumba, siguiendo las normas del “Libro de los Muertos” y las crecidas del Nilo, que marcaron la vida de este país en la antigüedad. Después me deleité con la lectura de su mitología y la representación de sus dioses en animales; Thoth dios de la escritura representado por la cabeza de un ibis, el pájaro sagrado egipcio, Ptah creador del universo, Apis dios de la agricultura representado como un toro y Amón Ra, y Osiris esposo y hermano de Isis…etc. Estas creencias religiosas, que me maravillaban en mis años juveniles, impregnaron la vida egipcia hasta la llegada del cristianismo y del Islam, en las etapas grecorromanas y árabes. Leía todo cuanto caía en mis manos sobre Egipto, sobre esa civilización que se desarrolló durante más de 3.000 años, hasta que en el año 31 a C, con los Ptolomeos, fue conquistada y absorbida por el Imperio Romano.Los nombres antiguos de sus ciudades me encantaban, Menfis, Luxor, Hermópolis… y Alejandría, con su faro y su maravillosa biblioteca con más de 500.000 volúmenes, a la que hace referencia Borges en sus escritos. La historia de la tumba de Tutan Khamón, con el tesoro de su ajuar funerario, y la maldición sobre los que la descubrieron, me parecía extraordinaria y llena de misterio. Tampoco puedo dejar de nombrar a la novela de Mika Waltari “Sinué el egipcio” que me enganchó con las historias de su ejercicio como médico y, las peripecias para esconder los cuerpos de sus padres en la Villa de los Muertos, para que se beneficiasen de las ofrendas de los ricos. Oí en mi adolescencia la lucha de Nasser con un grupo de revolucionarios para derrocar al rey Faruk. Cuando asumió la presidencia de Egipto en 1956, nacionalizó el Canal de Suez, para financiar la presa de Asuán, con la ayuda de la URSS. A partir de ese momento, Nasser se convirtió en el referente del nacionalismo árabe. (Murió en 1970, un año antes de la inauguración de la presa). Más tarde, comprábamos en casa la revista “La gaceta Ilustrada”. En ella, leí la llamada de la UNESCO a los gobiernos del mundo y a las instituciones públicas y privadas, para salvar los tesoros de Nubia que sepultaría la presa de Asuán. Seguí en esta revista todo el proceso de desmontado del templo Abu Simbel y su reconstrucción a 300 Kms de Asuán. Cuando fui al Museo del Louvre, lo primero que hice después de entrar por su pirámide de cristal, fue dirigirme a las salas donde se exponen las obras de arte del Antiguo Egipto, y, lo mismo hice en el museo británico. Este museo, posee las mayores colecciones de arte egipcio del mundo, después de las del Museo del Cairo. A demás de muchos papiros, momias y sarcófagos, tiene la piedra Rosetta, descubierta por los soldados de Napoleón y que permitió descifrar los jeroglíficos, que según los egipcios, era el lenguaje de los dioses. No pierdo la esperanza de recorrer el Nilo y contemplar en sus orillas las plantas de papiro y las flores de loto y los cocodrilos, y ver el Valle de los Muertos y las pirámides y, la esfinge de león con rostro humano, que representa al faraón Kefrén. Mientras tanto, pensaré que un día se hará realidad ese sueño, y puesta a soñar, soñaré, que ese día me encontraré con todas las maravillas del Antiguo Egipto y, con un Egipto Moderno, en el que reinará la justicia social, la libertad y la democracia.

Amalia Díaz
26 de febrero de 2011




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.

Buscar