18 marzo 2011

LA MEMORIA

A lo largo de mi vida, muchas veces me he sorprendido al recordar un hecho acaecido en un pretérito muy lejano, y he pensado:
-¡Qué cosa tan extraordinaria es la memoria!
La memoria es el fenómeno de la mente que nos permite codificar, almacenar y recuperar información.
Aunque la mente humana es un secreto que se mantiene todavía oculto a la ciencia, si hablamos de la memoria, algunas opiniones doctas en la materia, afirman, “que no existe en nuestro cerebro un único lugar físico para ella, que está ubicada en distintas localizaciones especializadas”.
Según estas opiniones, en alguna región del cortex temporal estarían almacenados los recuerdos de nuestra más tierna infancia. En la región central del hemisferio derecho, el significado de las palabras, y los lóbulos frontales organizarían la percepción y el pensamiento. También dicen, que la memoria no es un don exclusivo de los humanos; por experiencia propia, puedo ratificar que esa tesis no es equivocada.
Teníamos en la casa del campo un perrito, que nos regalaron de pequeño, y cada dos o tres días, íbamos a ponerle comida y agua. Lagús, tenía codificado el sonido del motor de nuestro coche, lo distinguía de los demás que por allí circulaban. Cuando nos acercábamos a la casa, él, ya estaba asido a los barrotes de la cancela saludándonos con saltos de alegría. Le enseñábamos a comer en el porche y a que no entrara dentro de la casa, cuando lo aprendió, jamás se le olvidó.
Al evocar estas escenas, se ha puesto en acción mi memoria, las he recuperado a través del recuerdo de donde estaban desde tiempo atrás.
Las imágenes del pasado que la memoria recupera, son los recuerdos. Nos sirven para traer al presente algo vivido, aprendido, e incluso soñado con anterioridad, y están vinculados a la experiencia. La información codificada y retenida en nuestro cerebro, se transforman en recuerdos a una señal de cualquiera de nuestros sentidos.
La memoria sensorial tiene íntima relación con los sentidos. La vista y el oído son sus máximos potenciadores, pero ¿Quién por un olor, o un sabor, no ha recordado hechos y cosas que parecían haberse perdido en los entresijos del olvido? ¿Y el tacto, dónde lo dejamos? Las madres ¿cuántas veces al tocar algo suave, no hemos vuelto a acariciar la piel de nuestro bebé? Al sentir esa sensación, también se ha puesto alerta la memoria emocional, y han llegado otros recuerdos a partir de esas emociones.
Decimos que nos acordamos de las cosas de hace mucho tiempo y que se nos olvidan recientes, eso suele ser verdad, aunque con algunos recuerdos lejanos me surgen dudas.
En una ocasión vinieron a verme mis tíos y mis primos de valencia. Mi abuela para el almuerzo, mató un conejo y le dijo a mi madre que yo comiera con ellos. Para beber, pusieron vino de Competa, entonces no se consideraba perjudicial darles a los niños un poco de vino dulce, a mi me lo echaron en un vasito y, cuando empecé a bebérmelo, uno de mis primos me dijo:
-Te estás bebiendo la sangre del conejo que la abuela ha matado para hacer el arroz- Casi vomito del asco. Mi primo al ver cómo me había puesto, empezó a acariciarme y a decirme que era una broma, pero yo, no volví a beber más vino. Cuando sucedió este hecho, no tenía aún los tres años cumplidos, y recuerdo la sillita en la que estaba sentada y otros detalles de esa escena. Hoy, no tengo muy claro si la recuerdo por mí misma, o por haberla oído contar reiteradamente, se me mezclan ambos conceptos.
La infancia, es una etapa de nuestra existencia dada a magnificar los sucesos, con el tiempo, los idealizamos en el recuerdo. Instintivamente hacemos una selección; desechamos los malos, y nos quedamos con los que nos agradan.
La memoria tiene multitud de patologías y alteraciones, como la amnesia y el fenómeno de lo ya visto (dejá vu). Este fenómeno lo he experimentado en algunas ocasiones y no lo he achacado a una alteración de mi memoria, sin embargo, que en un determinado momento haya tenido la impresión de que la secuencia que estaba viviendo la había vivido de la misma forma en otra ocasión, si me ha resultado extraño.
He leído que un cerebro adulto, si es normal, tiene unos 100,000 millones de neuronas y 100 billones de interconexiones (sinapsis) entre éstas, y que según el científico norteamericano Carl Sagan, tenemos en nuestra mente capacidad para almacenar la información equivalente a 10 billones de páginas de enciclopedia.
De estas páginas, no sé cuántas tendré escrita, ni cuantas seguirán guardadas en mi memoria, ni hasta cuándo podré recuperarlas.
Mi deseo y mi empeño, es tener capacidad para seguirlas escribiendo con los renglones derechos, y que en esas páginas no hayan demasiados espacios en blanco, para retenerlas en la mente y volverlas a releer durante mucho tiempo.

Amalia Díaz Martín
15 de febrero de 2011



1 comentario:

  1. !Vivencias revividas en forma de recuerdo, que es otra forma de vivirlas¡
    Genial
    Saludos

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