19 octubre 2010

UN CAMINO HACIA EL ENVEJECIMIENTO ACTIVO

Enrique Pozón Lobato*

La teoría de la actividad tiene como postulado básico que solo es feliz y se siente satisfecha aquella persona que es activa, que produce algún rendimiento, que es útil para los demás. Las actividades sociales reconstruye la imagen deteriorada por las pérdidas provocadas por el envejecimiento. Las personas mayores con su actitud, han de conseguir que la vejez sea una etapa mas completa de desarrollo vital, y no una etapa de declive y déficit, como era considerada en el modelo tradicional del envejecimiento.
El planteamiento del envejecimiento activo no esta basado en las necesidades, de las personas mayores como objetos pasivos, sino en los derechos, considerando a los mayores como sujetos activos. Los mayores han de demostrar con su conducta que todavía pueden alcanzar cotas más altas en los diversos campos tecnológicos, familiares, sociales o económicos para los que se encuentran preparados. Que podemos y debemos tener proyectos, aunque sea innegable cierto declive biológico. El término “vida mental activa” hace referencia a una participación continua de los mayores en las cuestiones sociales, económicas, culturales, espirituales y cívicas de su entorno.
El envejecimiento activo es, por tanto, un camino cuya meta final esta en conseguir que cada persona mayor realice su potencial de bienestar físico, social e intelectual a lo largo de toda su vida, y por tanto, pueda participar en la sociedad, de acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades. El cerebro al igual que el músculo, si no se utiliza, se atrofia. No deben preocuparnos las arrugas del rostro, sino las del cerebro. Estas no las refleja el espejo, pero las perciben nuestras familias, nuestros amigos, nuestro entorno. Esas arrugas metafóricas del cerebro, presentes en la persona inactiva, tardan en presentarse en la activa, acuciada por la curiosidad de estar al día, preocupada por sus semejantes e integrada en la sociedad.
Pero aunque la etapa de persona mayor ofrece la oportunidad de cambiar de rumbo, es decir, de un proyecto de muerte a un proyecto de vida, de futuro nuestra sociedad no está éticamente madura para comprenderlo. Como personas mayores, debemos continuar siendo activas en campos que pueden considerarse extensión de nuestras ocupaciones o aficiones anteriores. Y que la acción educativa tenga su base en la experiencia y en los conocimientos que ya poseemos.
Persona y educación son inseparables, siempre que el ser humano opte por lo bueno y valioso, ante la pluralidad de posibilidades que se le ofrece. Con la educación se pone a disposición de las personas mayores conocimientos actualizados que les permita comprender el mundo contemporáneo, y responder a sus intereses.
Se acepta que la educación es el gran instrumento para mejorar la calidad de vida del mayor. Y no solo se admite, desde el plano educativo, que las personas mayores ya tienen su propia experiencia y conocimientos acumulados, sino también se reconoce en ellas, la capacidad de continuar desarrollando su potencial para crear nuevas condiciones. Desde la educación la persona es un ser inacabado, ya que su desarrollo necesita de ella a lo largo de la vida, para adaptarse a situaciones nuevas. De lo contrario permanecerá amarrada al pasado, impermeable a los cambios.
En la juventud y en la edad adulta la educación gira en torno a la profesión, a la competitividad, al trabajo y a la rentabilidad económica. Pero entre los mayores la realidad más importante es el tiempo desocupado y el objetivo de la educación en esta etapa de la vida, es ayudar a llenarlo de actividades gratificantes: educación orientada a un mayor desarrollo personal, la participación social y el disfrute del ocio.
Si la actitud ante el envejecimiento es participativa, la educación de las personas mayores se concibe como actividad que se ofrece y consume para mantenerlas ocupadas y entretenidas, sin más, en su tiempo desocupado o de ocio, que es mucho. Tenemos la educación bajo un prisma consumista. Pero si ante el envejecimiento se tiene una actitud de autorrealización, con espíritu creativo, entonces la educación hace posible que las personas mayores vivan en contacto con la corriente general de la sociedad, preparándolas para el cambio. La inteligencia todavía es moldeable.
Estamos convencidos que en el siglo XXI, el gran revulsivo cultural va a venir de las personas mayores. No es una falsa ilusión o terrible ironía, la posibilidad de seguir creciendo y desarrollando cuando uno es persona mayor. Lo importante es que el ser humano se prepare para la vejez, si es posible, bastante antes de que llegue el atardecer de la vida, evitando así el miedo a la soledad, la tendencia al aislamiento y el temor a los achaques. Se ha de afrontar la vejez no mediante la búsqueda de soluciones inexistentes que la hagan desaparecer sino aceptándola serenamente en un marco de suficiente autonomía.

* Ponente del Aula de Mayores de la Universidad de Málaga. Doctor en Derecho, Doctor en Ciencias de la Educación y Doctor en Veterinaria. Catedrático (jubilado).


1 comentario:

  1. Uno de los grandes desafíos camino al 2050, es el tadem envejecimiento-vejez-discapacidad-dependencia, en un contesto de baja empleabilidad, pororización del Estado de Bienstar, tanto en los países de la Tercera Ola, como periféricos. Es este contexto, qué podemos hacer los médicos gerontólogos del Tercer Milenio? Asesorar a los políticos, sobre las implicacias económicas-financieras de este fenémeno en la seguridad social. Un aspecto que debio destacar, es que la jubilación como está planbteada hoy, no es viable. Ya que en el pasado la bse de sustentación fiolosófica erar la edad cronológica y el el Tercer Milenio debe ser la longevidad, lo cual debe llevar la edad actual de jubilación a los 75 años, como unica forma, de hacer sustentable y sostenible del sistema por la solidaridad intergeneracional.

    Carlos Gil Gálvez, MD
    Master Universitario en Gerontología Clínica y Social, UNC (Universidad Nacional de Córdoba), Argentina

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