Subí casi en el aire hasta tu tumba,
toqué tu mármol frío lapidario;
las flores que yo a ti te ofrecía,
fueron mudos testigos de mi llanto.
Lloré sin prisas…
Las lágrimas por ti me acariciaron,
y fuimos caminando ya sin vida
caminos que tú y yo, habíamos andados.
Han sido lecciones de experiencias
la que tu frialdad me ha dado,
tanta, que al bajar y a tu distancia,
sentidme más segura de mis pasos.
Y volveré…
Cuando me crea débil.
Cuando lo humano salga al paso,
y cogida de ti y en tus alturas
seré feliz de nuevo con mi llanto.
Maruja Quesada Martín
Hola Maruja, he leído tu poema, muy triste pero muy profundo y metafórico.¡Hija! Le metes mano a todo. En todos tus escritos vislumbro un hilo de tristeza en ti.¿ Me equivoco? Te quiere y admira, MariCarmen.
ResponderEliminarQuerida Maruja, tan bonito como triste, pero así es la vida, unas veces alegre, otras triste.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un abrazo.
Mª Eugenia.