04 enero 2009

¿SON DE VERDAD FELICES FIESTAS?

Faltan muy pocas horas para que este año 2008 nos diga adiós. Yo, particularmente, prefiero ser la que le despida antes de que lo haga él. En esto de las despedidas -aunque sea rozando el córner-, es preferible adelantarse. Queda uno algo más airoso.

Analizando lo que han sido estas Fiestas Navideñas –sólo queda Año Nuevo, día de resaca y el de Reyes, exclusivamente para los niños-, y comentándolo con mis amigos -principalmente con mis amigas-, he llegado a la conclusión de que estas celebraciones tan adornadas de buenos deseos, terminan provocando estrés e insatisfacción, cuando no tensiones o enfrentamientos familiares.

Hablo desde el punto de vista del adulto, y especialmente del adulto femenino.

Somos las mujeres –salvo excepciones-, las que también en estas fechas nos hacemos cargo de la intendencia. Hay que comprar los alimentos, los regalos, los juguetes, decorar la casa, instalar el árbol o el Belén –o ambos doses-, cocinar -en muchos casos hasta el hartazgo-, y devanarnos los sesos para intentar elaborar algún plato novedoso, distinto a los que habitualmente –y demos gracias por ello-, disfrutamos. Resulta difícil incorporar algo nuevo a nuestra dieta, algo que nos sorprenda en la mesa, algún regalo que verdaderamente nos impacte.

¡Disponemos de tantas cosas! Al recordar mi niñez, donde las Navidades era el único período de semi-abundancia del que disfrutábamos, en el que comíamos pollo ¡pollo! y probábamos los dulces y los turrones, y si había suerte, llegaban los Reyes con un muñeco cuya cara de cartón pintado perdía los colores al lavársela,-esta manía de la limpieza que a pesar de los años perdura-, en fin, "cuando uno era feliz e indocumentado", como decía el genial García Márquez, y cantábamos villancicos en la calle, delante de las puertas de los vecinos, y vivíamos y sentíamos la Navidad por fuera y por dentro.

Entonces sí, entonces las fiestas eran una verdadera fiesta, y no este derroche consumista y en muchos casos inútil, en el que las tarjetas de crédito tiemblan y no precisamente por las bajas temperaturas. Y quien me conoce, sabe sobradamente que no soy de las que se instalan en la nostalgia y en aquello de "cualquier tiempo pasado fue mejor".

Bueno, retomemos el tema en el punto que lo dejé. Ya hemos comprado, cocinado, decorado y ¿ahora qué? Ahora llega el momento de decidir con quienes vamos a compartir la mesa, el mantel y los alimentos. Precisemos. La decisión no nos corresponde a nosotros, sino a nuestras hijas, yernos, hijos, nueras. ¿Con tus padres? ¿Con los míos?. ¿En mi casa? ¿En la tuya?

Resuelto el dilema, en algunos casos habrá que aceptar la participación de la "familia contraria" –expresión acuñada por uno de mis nietos-, y convivir con la misma esas horas de celebración y tratar de que todo se deslice en armonía y con los mínimos desajustes posibles. Y en ocasiones hasta se consigue. Y en otras, un yerno o un cuñado hace un comentario desafortunado y saltan chispas. ¡Champán!, ¡champán! para apagar el incendio.

Y terminado el evento, la casa queda convertida en un campo de batalla, los restos de tanta comida no tienen cabida en el frigorífico, y siempre se rompe alguna copa de esa maravillosa cristalería tallada que tanto mimas y aprecias.

Bueno, he de aclarar que este "collage" lo he compuesto con los comentarios e incidencias que me han relatado mis amigas/os;"cualquier parecido con mi realidad es pura coincidencia".

No obstante, hemos decidido para las Fiestas Navideñas del próximo 2009 reservar ya los billetes para el Caribe. Tenemos el convencimiento de que nos va a resultar mucho más barato, y dispone del encanto añadido de "ligar bronce" en pleno Diciembre. ¿Quién se apunta?

l-ENERO-2009 Mayte Tudea

2 comentarios:

  1. Yo me apunto Mayte. Levaba más de quince años que no celebraba la Noche Vieja fuera de casa. Siempre era yo la que recibía en mi casa a todos los familiares que iban quedando,y como bien explicas en el artículo, lo que me suponía la cena... Ya me estaba cansando y odiando las Navidades.
    Mis hijos este año, ante tantas vicisitudes que he pasado en estos últimos años, me han llevado al hotel Larios a cenar, y creo que repetiré; si no me voy contigo al Caribe a ver a Curro.LLevas toda la razón, besos Maruja.

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  2. Apuntame a mi, que tambien que me voy.
    Cuanta razón tienes, yo tambien he terminado extenuada, ¡Pero es Navidad| hay que esforzarse, seguir las tradiciones, y que reine la armonia familiar.
    Un beso.
    Mª Eugenia.

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