Querida Elvirita: hoy es tu onomástica, y como estoy lejos de tu mamá, no puedo ir a darle ese besito que quisiera a la barriguita donde tú estás ahora. Ya sé que tienes unos deseos enormes de salir de ese lugar, que te está cobijando desde hace nueve meses, para conocer este maravilloso mundo que te espera.
Tu mamá dice que das muchas pataditas y no dejas de moverte. Yo creo que has crecido tanto en estos meses, que ya te viene pequeña tu ubicación. Pero no desesperes; ya sólo te quedan unos días para que veamos tu preciosa carita, tu pelo, que puede ser rubio dorado como el de tu papá cuando nació, o negro azabache como es el de tu mamá; pero sea del color que sea, vas a ser la niña más preciosa de este mundo para nosotros.
Tú nos vas a traer una nueva savia, que tanta falta nos está haciendo, para seguir caminando en este mundo que pronto conocerás y compartirás con nosotros.
Te vas a llamar como tu abuela, Elvira. Ella era la persona más maravillosa de este mundo: guapa, inteligente, de una elegancia y personalidad arrolladora, y adoraba a tus hermanos Belén y Julio. Hoy sería la mujer más feliz del mundo, si estuviera aquí con nosotros esperando tu llegada; porque tu padre, su benjamín, su filósofo, era su ojito derecho. Pero se nos fue para siempre, hace unos años.
Yo te espero con los brazos abiertos como esperé a tu papá a mis catorce años. Él fue mi hermano preferido, y yo su “maua” del alma, que no podía faltar de casa ni un solo momento. Fui para él, su segunda madre.
Te deseo lo mejor, Elvirita, que seas la niña más feliz de España y de México; ya que tendrás las dos nacionalidades.
Hasta pronto muchos besitos de tu tita.
Maruja Quesada Martín
Málaga 25 de enero de 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor: Se ruega no utilizar palabras soeces ni insultos ni blasfemias, así todo irá sobre ruedas.
Reservado el derecho de admisión para comentarios.