Como aquella nube blanca
Ayer estaba mi amor
como aquella nube blanca
que va tan sola en el cielo
y tan alta,
como aquella
que ahora pasa
junto a la luna
de plata.
Nube
blanca,
que vas tan sola en el cielo
y tan alta,
junto a la luna
de plata,
vendrás a parar
mañana,
igual que mi amor,
en agua,
en agua del mar
amarga.
Mi amor tiene el ritornelo
del agua, que, sin cesar,
en nubes sube hasta el cielo
y en lluvia baja hasta el mar.
El agua, aquel ritornelo,
de mi amor, que, sin cesar,
en sueños sube hasta el cielo
y en llanto baja hasta el mar.
Felipe
Camino Galicia de la Rosa, conocido como León Felipe (Tábara, Zamora, 11 de abril de 1884
- Ciudad de México, 18 de septiembre de
1968), fue un poeta español. El nombre de León
Felipe, con el que se ha consagrado como uno de los grandes poetas de lengua
española, y por el que se lo conoce universalmente, lo utilizó por primera vez
en 1919.
Aunque
su estilo es muy personal y difícil de encasillar, y por edad pertenece a un
entorno cronológico anterior, a veces se le adscribe a la nómina de los poetas
de la Generación
del 27.
Tras licenciarse
como farmacéutico, León Felipe inició una vida llena de peripecias,
empezando por la regencia de varias farmacias en pueblos de España y
recorriendo a la vez el país como cómico de una compañía de teatro.
Viajó
a México en 1922 con una carta de recomendación de Alfonso
Reyes que le abriría las puertas del ambiente intelectual mexicano y donde
halló una mayor estabilidad
económica y profesional.
Se sintió totalmente
atrapado por la poesía de Walt Whitman a quien traduciría al español
y siendo patentes las influencias de Antonio Machado, Miguel de
Unamuno y T.S. Eliot, así como sus lecturas de la Biblia.
Trabajó
como bibliotecario en Veracruz y como profesor de literatura
española en la Universidad Cornell, Estados Unidos.
Volvió
a España iniciada la guerra civil, donde participó activamente
en las organizaciones culturales anarquistas y en defensa del gobierno
republicano. En 1938 se exilia definitivamente en México, donde
pasó a ser agregado cultural de la Embajada de la República
Española en el exilio, única reconocida entonces por el Gobierno
de México.
La
experiencia bélica le llevó también a modificar algunos aspectos de su poesía;
mostrándose especialmente combativo y dispuesto a narrar los dramas vividos.
Así sucede con, La insignia (1937), El
payaso de las bofetadas y el pescador de caña (1938), El
hacha (1939), Español del éxodo y el llanto (1939)
y El gran responsable (1940). En ellas, León Felipe
encarna según sus biógrafos “la figura del poeta vidente, entre prometeico y
quijotesco, que enuncia su discurso de una manera casi mística: la palabra
actúa como una fuerza que redime a los humildes de los sufrimientos e injusticias,
aunque a veces sea tan sólo un grito desesperado”.
Otras
obras suyas son Ganarás la luz (1943), Parábola
y poesía (1944), España e Hispanidad (1947), Llamadme
publicano (1950) y El ciervo y otros poemas (1958),
que dedicó a su esposa fallecida, además de su selección de
poemas Antología rota (1947), que le aportó una gran
popularidad. En 1965 publicaría su último trabajo, ¡Oh, este viejo y
roto violín! (1965).
Falleció en 1968 en Ciudad de México, a los 84 años.
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