04 enero 2025

UN POEMA PARA EL SÁBADO: GABRIEL CELAYA

 

Despedida

Quizás, cuando me muera,
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.

Quizás tú no recuerdes
quién fui, mas en ti suenen
los anónimos versos que un día puse en ciernes.

Quizás no quede nada
de mí, ni una palabra,
ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.

Pero visto o no visto,
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!

Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.

 

Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta nació en Hernani, Guipúzcoa, el 18 de marzo de 1911.

Fue uno de los más destacados representantes de la conocida como «poesía comprometida» o «poesía social».
Entre 1927 y 1935 vivió en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a Federico García Lorca y a José Moreno Villa, entre otros intelectuales que lo llevaron al mundo de la literatura, decidiendo dedicarse a tiempo completo a la poesía.

Durante la Guerra Civil Española combatió en el bando republicano, siendo detenido y recluido en un campo de concentración en Palencia. Su amistad con Jorge Semprún y su militancia en el Partido comunista lo marcó para siempre.

En 1946 fundó en San Sebastián, con su inseparable Amparo Gastón, la colección de poesía «Norte», desde entonces abandonó su profesión de ingeniería y su trabajo en la empresa de su familia.

En la década de 1950 se integró en la estética del compromiso, muestra de ello son sus libros «Lo demás es silencio», de 1952 y «Cantos Iberos», de 1955, considerado como la verdadera biblia de la poesía social.
Junto a  Eugenio de Nora y Blas de otero, defendió la idea de una poesía no elitista: «al servicio de las mayorías, para transformar el mundo».

Cuando este modelo de poesía social entró en crisis, Celaya volvió a sus orígenes poéticos. En las postrimerías del franquismo y durante la transición a la democracia su obra gozó de cierta popularidad, gracias a las adaptaciones musicales de cantautores.

En 1956 obtuvo el Premio de la Crítica por su libro «De claro en claro».

Entre 1977 y 1980 se publicaron sus Obras Completas en cinco volúmenes.

Fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas por el Ministerio de Cultura en 1986.
Murió en Madrid, el 18 de abril de 1991.


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