Artículo
de Pablo Álvarez de Toledo Müller, Director
Departamento de Artes, Universidad Nebrija. Publicado en la revista digital The
Conversation
¿Podemos explicar a aficionados pero no expertos conocedores qué
determina quién es un maestro del arte? La pregunta es muy sugestiva, ya que
nos obliga a pensar sobre qué es el arte y quiénes son los artistas. Pero,
sobre todo, nos fuerza a reflexionar sobre qué hace que un artista sea más
importante que otro.
Esta cuestión, además, tiene para el gran
público, que no es experto conocedor, bastante relevancia. Sobre todo cuando es
expuesto a cierto arte contemporáneo cuyos criterios de excelencia son difíciles
de asumir.
¿Cómo
poder por ejemplo valorar la calidad de la obra El Comediante, del
artista conceptual italiano Maurizio
Cattelan, que consiste en un plátano pegado a la pared con cinta adhesiva?
La pieza se expuso en la feria de arte Art Basel Miami en 2019, copando los
titulares de toda la prensa mundial.
La ironía, el humor y la parodia forman
parte de la concepción del arte y de su propio cuestionamiento desde los
inicios del siglo XX. El escritor francés Alfred
Jarry, los dadaístas y el propio
Marcel Duchamp, representante ilustre de ese movimiento, son los
primeros exponentes de una actitud irónica y crítica de lo que consideraban la
inutilidad del arte.
Sin embargo, hoy en día el arte se ha
transformado en un negocio millonario. Cattelan pretendía probablemente reírse
con su obra –de técnica y ejecución risible– de un mercado que iba a determinar
su valor a partir del dinero que costase, sin importar su significado. De
hecho, dos piezas, de las tres que produjo Cattelan, se vendieron por
120 000 dólares cada una…
No quiero decir con esto que Maurizio
Cattelan no sea un gran artista. Esa no es la cuestión. El escándalo de su
plátano pegado a la pared con cinta adhesiva indica que actualmente el dinero
parece indicar qué arte merece la pena. Pero, si dejamos el mercado al margen,
¿cómo sabemos si algo es una obra maestra?
La historia nos indica la respuesta
Tenemos un recurso que permite aprender,
entender y reconocer qué hace que los grandes genios lo sean. Podemos con él
valorar la calidad, expresividad y originalidad de sus obras, tanto en el
contexto histórico de su época como en el de la propia historia del arte a la
que pertenecen. Y ese recurso es la historia del arte.
Explicar a través de ella qué determina
quién es un maestro de manera accesible para aficionados sin conocimientos
profundos requiere centrarse en varios aspectos clave que pueden entenderse
fácilmente.
·
El primero tiene que ver con la
innovación y originalidad. Los grandes artistas tienen una actitud propia que
les permite introducir nuevas ideas, técnicas o estilos, que cambian la manera
en que la que se entiende y se practica el arte.
Así,
los maestros descubren nuevas formas de usar materiales y herramientas de arte.
También introducen una nueva visión de las cosas, que podemos definir como
originalidad conceptual, creando obras con ideas y temas únicos que no se han
explorado antes y que aportan nuevas narrativas que acaban formando parte de
nuestra cultura. Leonardo da Vinci, conocido por obras como La Gioconda y La Última Cena, fue por ejemplo un innovador en
técnica y conceptos.
·
En el segundo aspecto podríamos
referirnos a las habilidades técnicas. Todos los grandes maestros del arte
poseen, de una manera u otra, un gran control del medio artístico, ya sea
pintura, escultura, fotografía, etc. Saben usar para sus fines el pincel, el
cincel, la cámara o cualquier herramienta que les resulte útil. Muestran de
manera reiterada control y precisión en sus trabajos, con la capacidad para
captar detalles con exactitud y realismo, o de manera expresiva según el estilo
que tengan.
·
Un tercer aspecto a considerar
es el impacto cultural e histórico que tienen los grandes artistas, tanto en su
época como posteriormente, así como la influencia en otros.
Sus
obras muchas veces documentan o responden a momentos importantes de su tiempo.
Por ejemplo, Goya plasmó los horrores de la guerra de Independencia en una
serie memorable de grabados.
También Picasso expresó de manera
descarnada el dolor y sufrimiento causado en la población civil
por el bombardeo sobre la ciudad de Guernica, en la que es ahora una de sus
obras más famosas.
·
Un maestro del arte a menudo
también inspira y abre caminos para otros artistas. Así encontramos a Vincent
van Gogh, quien, aunque no reconocido en vida, desarrolló un estilo único y
emotivo que ha influido profundamente en el arte moderno. O a Frida Kahlo,
cuyas obras, profundamente personales y simbólicas que exploran temas de identidad,
dolor y feminidad, han inspirado a muchos artistas contemporáneos.
El
trabajo de los maestros establece nuevos estándares y prácticas en el mundo del
arte. Fundan o son figuras clave en movimientos artísticos, como lo fue Picasso
con el cubismo, convirtiéndose en una referencia constante para nuevas
generaciones de artistas.
·
Por último, las obras de un
maestro del arte suelen tener una profundidad emocional y conceptual que
resuena con el espectador, evocando emociones fuertes o reflexiones profundas.
La historia del arte es fuente de
conocimiento, una disciplina científica que aúna crítica, estética y mercado. A
pesar de los criterios de cada época, que cambian y evolucionan, los suyos son
los más fiables para entender no solo quiénes son los grandes artistas, sino
para seguir aprendiendo y disfrutando de sus obras, así como descubrir nuevas
miradas y narrativas sobre ellas.
Por ello, los anteriores factores
combinados nos ayudan a explicar por qué la obra de algunos artistas trasciende
el tiempo y las tendencias, convirtiéndolos en figuras inmortales en el mundo
del arte… a pesar de los plátanos adheridos a la pared.
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