LA FIESTA DEL MEDIO AÑO
Si repasamos el calendario que regula nuestro tiempo,
comprobamos una obvia realidad: los distintos meses del año están profundamente
densificados de eventos festivos. Son conmemoraciones de toda naturaleza, ya
sean de carácter religioso o de significación “profanas”, por usar un término comprensible
para la distinción. El santoral cristiano está ampliamente representado durante
los 365 días del año. Entre ellos, hay santos muy conocidos, por su aplicación
a los nombres de las personas, mientras que otros apenas los hemos escuchado o
mencionado. Además del profuso santoral, aparecen numerosas celebraciones
vinculadas a diferentes eventos histórico-sociales y políticos, junto a otros
muchos anclados en la tradición, que van jalonando la sucesión de los días. Prácticamente
casi ninguna fecha está ausente de motivos para la
celebración.
Sin embargo, hay un día en el almanaque al que no se le
suele dar toda la relevancia que en variados aspectos posee. En su
significación, podemos establecer un paralelismo con otra fecha: 31 de diciembre, que acumula amplia e intensa
celebración. Este último día de cada año, es popularmente festejado como la fiesta
de despedida de la anualidad. Es el “jolgorio” de la Noche Vieja, que se prolonga
durante la madrugada del nuevo día, primer día de enero. Pero si retrocedemos
seis meses en el calendario, nos encontramos con el
30 de junio, que bien merecería ostentar el título de la FIESTA DEL MEDIO AÑO.
¿Y por qué puede ser significativa, en su trascendencia,
esta singular y “ecuatorial” fecha?
Sería el momento oportuno para considerar si todos los esperanzadores proyectos, que nos propusimos
realizar para el nuevo año, llevan una buena “marcha” en su consecución.
Analizar los aciertos, errores y dificultades, que pueden estar impidiendo o no
facilitando la realización de nuestros deseos, por los que tan noblemente
luchábamos. Buen día, para recapitular e incluso
para “recomponer” el itinerario adecuado para esas metas que nos
propusimos, al llegar la nueva anualidad.
Es el día “antesala” del primer
mes vacacional por antonomasia: julio, en el que muchos ciudadanos
podrán iniciar su descanso laboral, ya sea en casa, junto al mar o en la
montaña. Los viajes toman protagonismo en los aeropuertos, en las carreteras,
en las estaciones de ferrocarriles o, también, en esa plácida tranquilidad de
quedarnos en nuestro domicilio, sin tener la obligación de madrugar para acudir
al puesto de trabajo, rutinario, pero siempre deseado por su necesidad.
Y el calor estival.
Meteorológicamente el verano comienza entre
el 20 y el 22 de junio. Otros ponen el inicio veraniego, con la fiesta “del fuego” en la Noche de san Juan, en
la que se ilumina la oscuridad de la noche con miles de hogueras y
celebraciones misteriosas y rituales, entre bailes, canciones y abundantes
comidas e ingestas alcohólicas, siempre alrededor del fuego, para “quemar los
malos espíritus”.
En la actualidad, la fecha para el
inicio oficial de las “rebajas” comerciales se halla algo desvirtuada e
inconcreta, pues cada comercio la establece cuando oportunamente le conviene.
Incluso son muchas las tiendas, grandes o pequeñas, en las que
“permanentemente” hay ofertas de rebajas, para la ropa o para cualquier otro
artículo de los que se ponen a la venta. Incluso esas rebajas pueden ser
“sorpresivas” con las espectaculares ofertas “flash”. Pero solemos pensar
siempre en el 1 de julio como el día en que los grandes centros comerciales
inician las rebajas veraniegas, especialmente si ese día coincide con un
viernes o sábado.
Todos estos motivos van siendo significativos para celebrar como se merece la fecha del 30 de junio. Pero no nos hemos olvidado de los escolares, especialmente para los que cursan la enseñanza primaria y secundaria. La fecha del inicio de sus vacaciones veraniegas se les suele adelantar una semana, antes de que finalice junio. Pero en el ámbito universitario continúan los exámenes. Y suele ser frecuente que ese 30 de junio, si no es fin de semana, muchos universitarios tendrán que realizar alguna prueba que, a veces, es el último examen del curso, por lo que al “mal trago” del ejercicio, seguirá una buena merienda o tapeo, para celebrar el final del curso académico.
Por cierto, según el almanaque, el
santoral del 30 de junio corresponde a San Marcial.
Podemos preguntarnos ¿quién fue este santo de la iglesia católica? Fue un sacerdote y primer obispo de
Limoges, en el sur de Francia, donde nació a comienzos del siglo III,
falleciendo en el año 273. Uno de los siete obispos que fueron enviados a la
Galia, para su necesaria cristianización. Marcial fue encarcelado y torturado,
aunque sobrevivió a estos crueles castigos. Durante más de treinta años,
ejerció como obispo. Dice la hagiografía que realizó numerosos milagros. Su
memoria se venera con especial devoción en tierras catalanas. Es el patrono de
la isla de Lanzarote, también de las localidades de Irún y Benasque. La batalla
de san Marcial, contra la ocupación francesa tuvo lugar en 1813, en la Guerra
de la Independencia de España. El vocablo marcial, procede de martialis, de
Marte, dios de la guerra.
Volviendo
a la fecha del 30 de junio, la significación y sensación de este día es,
lógicamente, diferente, para unas y otras personas, con mención especial para
los que nacieron en este día del mes. Pero, como conclusión, al llegar a este
día “ecuatorial” en la anualidad, debemos reflexionar acerca del medio año de 2024 que ya
ha transcurrido. ¿Ha sido positivo, normal o desafortunado para nuestras
expectativas? Buena fecha para continuar o modificar, con los cambios
necesarios, la senda trazada.
José
L. Casado Toro
Junio
2024
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